Les hablé hace poco de un concurso de relatos absurdos que tenía como premio un Doraemon de gofio. Había que emplear obligatoriamente diez palabras típicamente canarias (por ejemplo: ADN y caboverdiano). Me presenté, por supuesto, aunque debo decir que sufrí una vil discriminación por ser canario y no gané; es la carga que debemos sufrir los de mi tierra. Aún así, no han podido evitar incluirme en el libro recopilatorio donde aparecen todos los cuentos presentados al concurso (que he recibido por intermedio de alguien cuyo nombre no debe ser pronunciado. Tú sabes quién eres, extremo riesgo).
Me alegra verme al fin autor publicado y mi entusiasmo ha sido tan grande, que el libro ocupa ya un lugar de honor en mi biblioteca.
Un abrazo, chicos. A ver si un día me vuelvo a pasar por Tenerife y comemos en ese húngaro.
Pjorge, sintiéndose catenario y astrolábico.
muy bueno