Es como si a Takashi Miike le hubiesen dicho «Haz esto. El presupuesto es irrisorio, pero a cambio puedes hacer lo que buenamente te venga en gana». Y el hombre les tomó la palabra.
Veamos, supuestamente la serie va de un tal Yosuke Kobayashi que un buen día vio como un asesino en serie asesinaba a su mujer. La conmoción le provocó un cambio de personalidad (el MPD del título significa síndrome de personalidad múltiple) y se convirtió en Kazuhiko Amamiya. Después de matar al asesino de su mujer, parece que la cosa vuelve a la normalidad. Hasta que años después los crímenes vuelven a producirse… y el asesino afirma ser el original, Shinji Nishizono. Por cierto, no he dicho que hay gente con códigos de barra en el globo ocular, que el asesino -y otros- parecen tener la habilidad de pasar de una persona a otra y que incluso algunos pueden huir a la red. ¿Cuál es el origen de todos ellos? ¿De dónde sale esa gente? ¿Quién es Shinji Nishizono? Y sobre todo, ¿quién es Kazuhiko Amamiya? Hay que empezar a investigar.
Debo dejar claro que lo que les he contado no tiene demasiada importancia. La serie podría ir sobre gatitos retozando en el prado y casi daría lo mismo. La trama permite introducir a una serie de personajes secundarios y situaciones llamativas. Por ejemplo, tenemos al asesino que planta flores en cerebros vivos. Y qué decirles de ese jefe de policía que presenta un caso cantando con la guitarra. Por no hablar de su ayudante, fan de las muñecas, que no vacila en reconstruir las escenas más sangrientas usando muñequitas que fabrica el mismo. Cuando se trata de reconstruir la matanza en un instituto, incluso se felicita por haber encontrado la ropa interior correcta.
No, el caso da un poco lo mismo. Lo interesante de la serie es cómo está contada. El hombre se dedica a cambiar las cosas de un lado a otro, se entretiene jugando con las escenas. Sin orden ni concierto, lo admito, pero provocando la sensación de estar en un mundo irreal. De pronto una escena está llena de nieve, en otra hay una especie de lluvia digital, en una escena todo está visto desde el techo, en otras, la posición de los actores cambia drásticamente de una instante al siguiente, de pronto todo es negro y sólo están iluminados los personajes… Y así sucesivamente. Algunos actores parecen estar dormidos, mientras que otros parecen poseer fuentes inagotables de entusiasmo.
En realidad, la historia principal no importa demasiado. Y ya he dicho que es más una excusa. Lo que importan son las historias circunstanciales. Un ejemplo, el jefe de policía tiene dos esposas y a medida que avanza la historia esa condición de bígamo va generando sorpresas. La historia del jefe de banda metido sin quererlo en todo el lío o la de los peculiares alumnos de instituto son de las cosas que mantienen viva la serie. En ese aspecto, de los seis episodios totales, los mejores son los interiores, los que menos se refieren al arco principal
MPD-Psycho es una serie a la que no le importa abandonar a sus protagonistas y centrarse en el tipo que pasaba por allí. El conjunto no es perfecto, claro está, pero si uno obvia la necesidad de que te cuenten una historia coherente, el resultado es abrumador, interesante y fascinante. En ocasiones se acerca al surrealismo -¿por qué sale un tipo con un ojo en la punta de la lengua?- y es una de esas series que ganan por la forma de estar contadas.
(Pssst, hay que resetear el contador navideño)
Y además, está basada en el manga del mismo título.