#25 Los ovnis ¡vaya timo! de Ricardo Campo

Los ovnis ¡vaya timo! de Ricardo Campo podría haber sido mejor libro y es una lástima que no lo sea. Y no creo que la culpa sea totalmente de su autor, al que he visto dar conferencias y está sobradamente capacitado para la tarea, sino más bien del planteamiento de la colección.

Lo primero que está claro es que los responsables de la colección no saben que tipo de libros quieren hacer. Es decir, claramente quieren producir libros escépticos, pero no está tan claro que realmente deseen llegar a gente que no esté convencida de antemano. Podría objetarse que poner «¡vaya timo!» en los títulos no es precisamente la forma más razonable de acercarse a alguien que quizá crea un poco. Pero hay que reconocer que es una brillante decisión de marketing: sabes perfectamente de qué van los libros sin tener que leerlos.

No, más bien el problema nace del formato carta elegido para los libros. El género epistolar queda muy bien en las novelas y eso, pero no está tan claro que el ensayo se beneficie. La carta suena altiva y prepotente, el formato elegido por alguien que sabe y consiente en compartir con la sabiduría. Podría argumentarse que las cartas no van dirigidas al lector, pero al menos a mí se me hace muy difícil leer un «tú» y no pensar que me hablan a mí.

En cuanto al libro en sí, es una especie de sándwich donde dos extremos muy interesantes abren y cierran un punto medio bastante más deficiente. El libro empieza muy bien y analiza un caso concreto para ver sus posibles explicaciones racionales. Es muy buena táctica, porque la tentación en estos libros es empezar con un repaso histórico, lo que resulta menos didáctico. Aquí, sabiamente, se deja para luego. Explicar el proceso es tarea mucho más importante, y está bien que se haga así.

La mitad del libro, sin embargo, va hacia atrás. Aquí se explica cómo es el mundo de los creyentes en la ufología, ovnilandia, cómo razonan, cómo ven el mundo. Y ése es el problema. Después de decirnos que las cosas hay que demostrarlas, tenemos páginas y páginas donde alguien da su opinión sobre el mundo de la ufología sin aportar casi ninguna cita o mayor prueba. Hay que creerlo porque así lo dice el autor. Un ejemplo tonto: se dice que von Däniken era hostelero, lo que suena cerca del ad-hominen. Después de todo, podía tener razón o equivocarse independientemente de su profesión.

Se nos dice, incluso, lo que piensan los creyentes en los ovnis («los peor es la sensación de repugnancia que el creyente siente ante el escepticismo», en la página 84) y yo no puedo evitar preguntarme cómo lo sabe. Y ojo, no dudo que crean esas cosas y otras peores, pero no se puede defender en una página la necesidad de aportar pruebas y saltársela a la torera a la siguiente.

Pero lo más curioso del libro es el brillante epílogo. En él, Ricardo Campo cuenta su viaje desde lector de libros sobre ovnis en los 80 -como muchos de nosotros- a divulgador e investigador escéptico. La historia ocupa diez páginas y es buenísima, compensando todo el libro. Es más, no puedo evitar pensar que esas diez páginas debieran haberse ampliado para ocupar todo el libro. Que ese ejemplo hubiese despertado con mayor facilidad el escepticismo de más gente. Pero ése no es el libro que decidieron hacer y lamentablemente se quedaron a medio camino.

[50 libros] 2006

Categoría: Silva

Pedro Jorge Romero

Show 19 Comments
  • Otis B. Driftwood 16 diciembre, 2006, 12:47 pm

    Yo tuve la misma sensación con los tres libros de esta colección publicados hasta ahora. Aunque no se emplea el género epistolar en todos, el defecto en los tres acaba siendo el mismo (menos, quizás, en el dedicado a la Sábana Santa). Perdonadme la autocita, entresacada de la reseña que de ellos hice hace unos meses para Libro de Notas:

    «Quizá eso sea, por su propia naturaleza y ya que nada puede ser perfecto, la principal tara de estos libros: que en cierta medida falla el enfoque. Su lectura es amena y entretenida, y su corta extensión los convierte en elección apetecible en una época en la que los libros gruesos meten miedo al teleconsumidor. Pero en algunos casos el estilo con el que se cuentan las cosas parece estar más dirigido al escéptico ya convencido que al crédulo al que quieren convencer, lo que provoca que en alguno de estos libros la condescendencia, el paternalismo e incluso la burla campen por sus respetos. Y eso, teniendo en cuenta el objetivo perseguido, puede ser incluso contraproducente, porque interfiere con lo verdaderamente didáctico que contienen los textos.»

    Creo que el problema para estos libros es que su corta extensión no da lugar a aportar esas pruebas a las que haces mención, por lo que ciertas afirmaciones referidas a lo que los «creyentes» hacen o cómo piensan son, efectivamente, arriesgadas (cuando menos). Ahí es donde el hipertexto sería una gran herramienta de ayuda si hablásemos de ediciones electrónicas: bastaría con poner enlaces a foros o a comentarios de estos creyentes en blogs escépticos.

    Saludos.

  • Otis B. Driftwood 16 diciembre, 2006, 12:48 pm

    Perdón, olvidé el enlace de la reseña (igual alguien quiere leerla y ponerme a parir ;-):

    http://librodenotas.com/resenas/9503/vaya-timo

  • Pedro 16 diciembre, 2006, 1:17 pm

    Sí, comparto tu opinión en el texto que citas. Gracias por el enlace. No había visto tu reseña.

  • Luis Alfonso 16 diciembre, 2006, 1:46 pm

    Pedro,

    Personalmente, el de Ricardo Campo me parece el mejor de los tres primeros libros de la colección ‘¡Vaya timo!’, cuyo nombre considero también desafortunado, ya que espanta a los posibles creyentes. También coincido contigo en que parece que los directores de la colección no tienen claro qué tipo de libro quieren publicar, ya que, de los otros dos -para mí, decepcionantes-, uno está anticuado y el otro resulta insultante para el crédulo/creyente. Lo dije cuando publiqué una crítica conjunta al respecto, que puedes ver en: http://blogs.elcorreodigital.com/index.php/magonia/2006/07/21/vaya_timo_tres_libros_escepticos_y_dos_d
    Saludos,

    Luis Alfonso

  • Otis B. Driftwood 16 diciembre, 2006, 2:57 pm

    Mira, ahora soy yo el que no conocía esta reseña, jeje…

  • Pedro 17 diciembre, 2006, 1:38 am

    Sí, el comentario de Luis Alfonso fue bastante demoledor 🙂 El de la sábana santa no me interesaba, pero después de leer eso…

  • Otis B. Driftwood 17 diciembre, 2006, 3:12 am

    De todos modos, déjame apuntar algo a ese comentario: si bien Luis Alfonso tendrá razón sobre el contenido del de la sábana santa, creo que su opinión está bastante condicionada por su vasto conocimiento de la bibliografía existente y por el hecho de que colaboró con Félix Ares en diversos trabajos sobre el tema. Es posible, en efecto, que la información esté desfasada y que se haya olvidado de los datos más recientes, pero no creo que eso quite validez al libro, sobre todo para quien, como yo, era profano en el tema. Incluir todo eso que Luis Alfonso dice (y ojo, estoy de acuerdo en que se podrían haber metido datos más actuales… pero sólo después de haber leído el artículo, antes ni sabía que existían) se saldría del ámbito de estos libros y, desde luego, sobrepasaría con mucho la carcasa de 160-180 páginas a la que éstos están limitados, precisamente por la propia naturaleza de la colección… al final, de toda la información disponible que hay, es inevitable tener que hacer una selección, y siempre faltarán cosas.

    Y, aparte, personalmente creo que el de Ares es el más ameno y el que está mejor escrito de los tres, con diferencia.

    Saludos.

  • Otis B. Driftwood 17 diciembre, 2006, 3:13 am

    Off-topic: ¿no se pueden meter saltos de línea aquí, Pedro? ¬¬

  • Pedro 17 diciembre, 2006, 3:18 am

    A ver si antes de fin de año nos ponemos a ello…

  • Luis Alfonso 17 diciembre, 2006, 10:35 am

    Otis, no estoy de acuerdo con que el libro de Félix Ares hubiera superado el número de páginas previsto de haber incluido algunos aspectos que se deja. Es más, creo que hubiera sido muy fácil hacerlo y que habría ganado. Respecto a que es el mejor escrito, pues no lo tengo tan claro (es más, tendría que revisarlos para decidirme por cuál es más ameno y está mejor escrito). El tono del libro de Félix Ares es, evidentemente, más acertado que el del libro de Ernesto Carmena, que está bien escrito, pero cuyo enfoque es totalmente erróneo. Y es una pena.

  • Otis B. Driftwood 17 diciembre, 2006, 10:39 am

    Completamente de acuerdo en lo de Carmena, Luis Alfonso. De hecho, fue la base crítica de mi reseña en su momento. Y quizá influyó en mi valoración de los otros dos, ya que fue el primero que leí.

  • webensis 17 diciembre, 2006, 3:47 pm

    Hola, Pedro. Dices «Lo primero que está claro es que los responsables de la colección no saben que tipo de libros quieren hacer»
    Dudo mucho que eso esté «claro». Quizá sea una impresión que te ha dado a ti, personalmente. Puede que, por tu forma de entender las cosas, el planteamiento de la colección te haya chocado. Al igual que, como reconoces, es cosa tuya, personal, identificarte con la persona ficticia a quien va dirigida la carta, en lugar de hacerlo con la persona que escribe la carta.
    ¿Qué tipo de libros se querían hacer? Pues los que se han hecho: pequeños, escépticos, cañeros, rigurosos, sin florituras ni enrevesamientos, y con un «vaya timo» en el título.
    Ni más, ni menos.

  • Pedro 17 diciembre, 2006, 4:43 pm

    El primero es contradictorio, luego está claro que no lo han pensado bien. Queda por ver el próximo que lea.

  • webensis 18 diciembre, 2006, 2:40 am

    ¿Contradictorio?

  • Ricardo Campo Pérez 19 diciembre, 2006, 2:50 am

    Oye, gracias por la crítica y por señalar los errores del librito. Así se aprende para la próxima ocasión. Eso sí, te mandaré a unos hombres de negro sobre la marcha 😉

  • Pedro 19 diciembre, 2006, 3:06 am

    Debo decirte, por cierto, que me ha dejado ganas de leer más cosas tuyas. A ver si consigo ese otro libro que se menciona.

  • Ricardo Campo Pérez 19 diciembre, 2006, 3:26 am

    Mándame un direccion postal tuya a rcampo@terra.es

  • Manlio E. Wydler 10 julio, 2009, 2:34 am

    Respecto al sudario, las pruebas que se hicieron ( pocas) se realizaron sobre los bordes , precisamente remendados. Estos son del principio de la edad media. Capiche!. respecto a las naves extraterrestres, como funcionan, después de haber viajado en una. Tengo alguna idea. Pero pedorme pruebas de eso sería como decirle a mi abuela ( hace ya unos años) que explicara como funcionaba el tren subterráneo en el año que ignauguraron la primera línea en Buenos Aires( 1904). Dudo mucho que la mayoría de la gente conciera sobre inducción, amperaje y otras cositas de referencia.
    Yo se que viajé en una nave, que no era humana, que podía hacer cosas casi «mágicas» y que en el futuro, posiblemente podremos conocer y disfrutar.Soy ateo, pero no trabajo de escéptico a ultranza.

  • Manlio E. Wydler 21 septiembre, 2009, 6:26 pm

    Respecto a las naves extraterrestres, viajan comprimiendo el espacio tiempo, sus naves viajan entre dos universos; entre el hiperespacio.
    Poseen 72 sistemas stndard de operación.Muchos materiales , son conocidos, otros son transuranianos. . Si puedo haré todos los comentarios que pueda, sobre algo que he vivido y me siento orgulloso de comunicar.

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