De los que conocieron a Borges, Norman Thomas di Giovanni debe ser el más elegante. A lo largo de La lección del maestro apenas se mete con nadie, y cuando lo hace, es con suma ironía. Sólo en una ocasión «pierde los papeles»; al hablar de las grandes dificultades para publicar en español el famoso ensayo autobiográfico que escribió en colaboración con Borges. Vamos, que se le entiende perfectamente el enfado.
En general, leer libros sobre Borges es un ejercicio que oscila entre la esterilidad y el tedio. Suelen aportar muy poco, centrándose casi siempre en el ejercicio más bien fácil de desenterrar más referencias en esta o aquella palabra de uno de sus cuentos. Es decir, habitualmente son menos interesantes que leer los cuentos de Borges. El autor lo expresa de la siguiente forma: «En general, las interpretaciones de la obra de Jorge Luis Borges son más complicadas que la propia obra de Borges». De hecho, podría considerarse que los estudios borgeanos pertenecen a una rama de la literatura fantástica. Lo mejor que se puede decir de ellos es que aprendes palabras nuevas. Por ejemplo: rizoma.
Éste es un libro sobre Borges muy personal, pensado principalmente como homenaje y para ofrecer un bosquejo de su relación con Borges. En ese aspecto, los mejores momentos son en los que habla de él. Particularmente fascinante es el método tan compenetrado que empleaban para las traducciones. Impracticable en la mayor parte de los casos, pero igualmente llamativo.
Otros momentos del libro defienden el sentido del humor de Borges, destacando que muchos de sus cuentos se pueden leer como grandes bromas, chistes desarrollados durante varias páginas. Chistes que hay que saber leer, pero también muy divertidos. «El Aleph» es un gran ejemplo, con ese personaje genial, Carlos Argentino Danieri. Citándole de nuevo: «Esos comentaristas son tan serios que no entienden que Jorge Luis Borges era uno de los grandes escritores humorísticos de nuestro tiempo». No es el primero en decirlo, pero está bien repetirlo (yo una vez se lo dije a una profesora de literatura española y me miró como si hubiese blasfemado).
Otras excursiones se dedican al doble en Borges o a las fuentes de Historia universal de la infamia. Pero para mí, la gran sorpresa es la reivindicación de Evaristo Carriego, considerando al libro como un ejercicio literario, piedra fundacional de toda la literatura de Borges. Es una defensa tan bien fundamentada que deja ganas de retomar Evaristo Carriego.
La lección del maestro es un libro sencillo y elegante. Combina muy bien la parte personal con los comentarios sobre la obra de Borges y su persona. No abruma en ningún momento y se lee con bastante agrado. Ayuda mucho que la traducción, de Marcial Souto, sea tan buena.
Una cita: «Al final, las explicaciones, incluso las mejores, dejan de iluminar y empiezan a idiotizar».