Andrew Crumey es un autor que me encanta, hasta el punto de haber leído todas sus novelas (no era tan difícil, sólo son cinco por ahora). Es un hombre al que le gusta los juegos divertidos con la estructura misma de la novela, las referencias literarias curiosas -gracias a él leí La conciencia de Zeno de Italo Svevo- y las disquisiciones científico filosóficas. Es extremadamente ameno de leer, a pesar de que los libros se estructuran siempre en niveles, donde algunos son falsos, otros son reales, y algunos son reales dentro de la falsedad y otros falsos dentro de la realidad. No es de extrañar que una novela de Andrew Crumey un personaje de novela dentro de la novela sea protagonista de algún capítulo de la novela que lees.
Pero en cualquier, Mobius Dick (Elipsis Ediciones. ISBN: 84-935280-0-5) es su mejor novela hasta la fecha. La leí a principios de año (fue el octavo libro) y no sólo me lo pasé pipa, es que además quedé profundamente impresionado por lo bien que encajaba todo. El hombre mezcla crítica literaria, mecánica cuántica, música, literatura, sanatorios mentales y algunas cosas más en un cóctel frenético e intelectualmente estimulante. Pero lo que más me impresiona es el desparpajo de Andrew Crumey al atreverse a hacer algo así. Es fácil mirar esas piezas y pensar que el edificio, en otras manos, se vendría abajo de inmediato.
Vamos, que Mobius Dick es una novela extraordinaria y diferente, muy difícil de reseñar, porque se escapa continuamente de entre las manos. Una delicia si te gusta la ciencia y la literatura, y, sobre todo, los juegos intelectuales.
De la contraportada:
El profesor John Ringer recibe en su teléfono móvil un inesperado mensaje: «Llámame: H.» Su reacción instintiva le lleva a pensar en Helen, una antigua amante de la que sigue enamorado y a la que no ve desde hace años. Pero también podría tratarse de un texto extraviado, de un número equivocado, de un fragmento de la vida de otra persona que por azar se había colado en la suya. En ese caso no tendría ningún sentido buscarle una causa. Suele pasar, uno descubre ciertas coincidencias: que el nobel de literatura Thomas Mann escribió una novela que transcurría en un sanatorio de Suiza y que el nobel de física Schrödinger descubrió la regla fundamental de la mecánica cuántica en un sanatorio Suizo, y se imagina una relación secreta y trata de desentrañarla. Absurdo, ¿Verdad?
Pero, ¿Y si fuera cierto? ¿Y si hubiera relación? ¿Y si alguien estuviera tratando de comunicarse con Ringer? ¿Y si se pudiera relacionar en una misma historia y de forma coherente las vidas de Thomas Mann, de Schrödinger, de Melville, de Schumann y de cualquiera de nosotros? La física cuántica nos da una oportunidad: bastaría con que existieran infinitos universos paralelos para que todo pudiera quedar conectado. Para que incluso dos versiones contradictorias de un mismo hecho pudieran ser reales. La única forma de saberlo pasa por construir una red de computadoras quántum capaces de crear una comunicación global e instantánea. La contrapartida es que una máquina así podría destruir el universo.
Andrew Crumey, en la estela de los grandes revisores de la historia de la literatura y de las ideas como Borges o Calvino, nos propone un vertiginoso viaje que salta de la realidad a la ficción y de la física a la literatura con la habilidad y el humor característicos de su autor, que le han convertido en uno de los autores más originales y divertidos de[ panorama literario contemporáneo.
Jesús
He leido un comentario tuyo del libro tokio ya no nos quiere, en cual dices que no cuenta nada, que repite palabras, y al hablar del libro me da la impresión de que no has entendido nada, o que quizás ni lo has leído. Creo que en un comienzo esto se trata de una historia de olvido de un amor y no es algo a lo que ray recurra como un cliché. Esta claro desde un comienzo que es una historia de amor. Me dio bastante rabia y un poco de pena como te burlas y dices algo asi como tiene sexo se droga y vende droga con tanta soltura. Creo que no le tomas el peso a las relaciones que se van forjando o viviendo mientras van pasando los dias y las lecciones que va aprendiendo aunque las olvida. por otro lado creo que el libro esta excelentemente narrado, es un libro que te lleva con suavidad y de manera muy agradable. Y te das el lujo de decir ironicamente ya está y no hay mas. Tomas el libro por encimita como quien lee metáforas pero se queda con todo lo literal y absurdamente obvio.
Bueno, el libro me pareció muy malo. Pero vamos, si a ti te gusta, ¿por qué iba a negarte yo un placer? No hay que tomarse las opiniones de los demás como insultos.
Desde luego, tiene muy buena pinta.
Esta claro que no me podrias negar ni un placer, eso es bastante dificil pedro. Tu soberbia se transforma de cierta manera en insultos. Tu forma de criticar algo petulante fue algo molesto. Esta bien que no te haya gustado el libro, cada uno con sus percepciones.
Es curioso como hay gente a la que le molesta tanto las opiniones de los demás. Supongo que el pobre Loriga tiene los lectores que merece…