Ya he contado una. Las otras son mucho menos importantes, pero reconozco que también me han alegrado la mañana. Almodovar ha ganado el oscar al mejor guión original. No he visto Hable con ella, pero me alegro mucho por él: por fin podrá decir eso de «¿Quién quiere un Goya cuando se tiene un Oscar?». Chicago ha ganado el Oscar a mejor película. Se trata de una magnífica adaptación del musical, con unos números francamente impresionantes y una Catherine Z. Jones guapísima (que también ha ganado un premio propio). Quizá no fuese la mejor película del año (de las tres candidatas que vi era claramente la mejor), pero ante la remota posibilidad de que Las horas pudiese ganar, me alegro muchísimo. Hay más reflexión sincera, con unas gotas de cinismo, sobre la condición humana en cinco minutos de Chicago que en todo el metraje de Las horas.
Pero mi alegría principal ha sido la victoria de El viaje de Chihiro. Yo lo consideraba un premio seguro, porque su autor es Dios para los animadores americanos. En cualquier caso, es una de esas ocasiones en las que una obra maestra gana un Oscar. De hecho, debería haberse llevado el premio a la mejor película.