Cómics y SVG

Me empezó a interesar SVG hace un tiempo (especialmente porque podría servir para eliminar Flash, pero ésa es otra historia) y por ahí corren algunas interesantes aplicaciones. Pero hete aquí que me encuentro (vía Brett Morgan’s Insanity Weblog) con una exposición sobre el cómic europeo en SVG. Está en francés, pero tampoco hace falta entenderla para apreciarla.

Y hablando de cómic. A los amantes de ese mundo quizá les interese el libro Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay de Michael Chabon, una novela, ganadora del premio Pulitzer, que relata la historia de dos creadores de cómics, supongo que lejanamente inspirados en los creadores de Superman, en la época dorada del medio.

—–

Excursión

Hoy tocó excursión acúática por el Miño. Fue a las cinco de la tarde, pero tuvimos que hacer un buen trayecto por carretera para llegar. Tengo fotos, así que veré de colgarlas en cuanto pueda.

Pasé la mañana añadiendo algunas cosas a esta página. Por desgracia, muchas de ellas no me convencen, así que probablemente las cambie pronto.

—–

Y van dos hoy

Russell Beattie Notebook

Gracias.

—–

Java y yo

Hace poco he terminado un bonito proyecto en Java. Como yo creo en eso de la educación continua y demás tonterías, pues me he matriculado en la universidad con la esperanza de complementar mi título de física. Hasta ahora, sólo programaba en C++ y en PHP a la hora de hacer páginas web (hace tiempo que todas las páginas que hago usan una base de datos y código para construir lo necesario sobre la marcha, nada de HTML estático para mí). Pues bien, con esto de volver me he tenido que meter con Java y qué descubrimiento. Estoy enamorado. He abandonado definitivamente C++ y PHP.

Ahora sólo Java.

Mientras dure.

A lo que iba. Para la clase de Java (en realidad se llamaba Tecnologías Orientadas a Objetos, pero podemos considerarlo Java nada más) mi proyecto consistía en un buscador en Google de términos médicos, haciendo uso del api que publicaron hace unos meses. El api en cuestión permite realizar búsquedas y algunas cosillas interesantes, pero con algunas limitaciones muy limitantes. Aún así, el mundo está lleno de gente muy lista e ingeniosa y corren algunos ejemplos muy buenos de lo que se puede hacer con esa herramienta.

Sigo. Mi proyecto no se limita a buscar en Google. Lo que hace es buscar primero en un diccionario médico (en inglés), obteniendo una lista de sinónimos, y luego realiza tantas búsquedas como sean necesarias por cada uno de los sinónimos más el término original. El resultado en un árbol en el que cada sinónimo tiene la lista de páginas que Google devuelve como resultado. Por ejemplo, «stroke» ofrece sinónimos como: «cerebral seizure», «Cerebrovascular accident», «aploplexy» o «Apoplectic attack». Opcionalmente, permite exportar el resultado como un archivo XML. La idea es que uno puede no estar buscando por el término más adecuado y que la página que realmente le interesa usa otra palabra para hablar de lo mismo.

Para montarlo todo tuve que usar, aparte de los apis, threads, procesamiento XML y Swing para el interfaz gráfico. Incluyendo mi favorito: patrones.

Además, era preciso presentar diagramas UML del proyecto. De UML no tenía más que muy vagas nociones, pero con ayuda de UML Distilled me fui haciendo una idea y descubrí también los diagramas de secuencia que me parecen simplemente perfectos para entender lo que se supone que está pasando.

Como evidentemente no sabía nada de Java, pero partiendo de C++, aparte de los libros habituales compré también Effective Java de Joshua Bloch. Otro descubrimiento. No es un libro para aprender Java, sino un libro para, no sé cómo decirlo… perfeccionarlo una vez que uno lo ha aprendido. El carácter es casi filosófico, en el sentido de que describe más bien una aproximación vital al lenguaje, la forma de usarlo para sacarle el mejor partido. Está dividido en pequeños capítulos, muy jugosos, que pueden leerse en cualquier orden y que están bien cargados de chicha. El libro perfecto para convertirse en un gurú.

Pues eso, que me lo he pasado pipa este último cuatrimestre. Y que me he convertido en un javero más. Ahora, a por el próximo proyecto.


Canarios en el ciberespacio

En Cuaderno de bitácora, Víctor R. Ruiz comenta la sorpresa que se llevó al encontrarse con mi bitácora (nota: como hasta ahora sólo leía blogs en inglés, nunca me había dado cuenta de la hermosa palabra que tenemos en español) enlazando con la suya. Pues debió ser mayor mi sorpresa al hacer el repaso diario de bitácoras (todos los días, religiosamente, que uno es muy serio para esas cosas) y encontrarme con su comentario a mi comentario.

A uno que vive lejos de casa, siempre le resulta agradable encontrarse con compatriotas, especialmente con compatriotas que te dan una bienvenida tan calurosa como la suya. Gracias.

Y además, queda demostrado eso de que canarios habrá pocos, pero estamos por todas partes.

Y no quiero terminar sin recomendarles Cuaderno de bitácora, una página espléndida que parece inclinarse mucho hacia el escepticismo (que tanta falta hace) y la ciencia. Y además, me encantan los títulos (a mí tendría que habérseme ocurrido lo de las llaves).

—–

Refactoriza, que algo queda

He empezado a leer Refactoring. Improving the Design of Existing Code de Martin Fowler. Por el momento, es muy interesante, pero claro, a mí me tenía ganado de antemano: tiendo al purismo en programación.

—–

Psicohistoria

Lo próximo que tengo para traducir es Crisis en la psicohistoria de Donald Kingsbury. Lo comento porque mucha gente disfrutó de su anterior novela Rito de cortejo (yo no lo ha leído) y supongo que ésta podría resultarles interesante. Va de… bueno, como el universo de Asimov pero sin ser exactamente el universo de Asimov. Una historia no autorizada del imperio galáctico. Digamos que es un curioso homenaje.

—–

Se me ha pasado el tiempo de Marte

Estoy leyendo esta novela de Philip K. Dick. Es curioso, porque normalmente no leo tantas novelas. Cuando estoy en pleno periodo de actividad, y por tanto mis niveles de estrés son más altos, sólo me agrada leer ensayo. Así que si he conseguido terminar tres obras puramente literarias en la última semana debe ser que me sienta bien estar de vacaciones 🙂

Pero a lo mío. Soy un gran admirador de Philip K. Dick y reconozco que es un maestro absoluto, pero esta novela me está costando muchísimo. La razón es simplemente que parece escrita en el Jurásico superior, y se le nota mucho que se le ha pasado la fecha de caducidad. Por ejemplo, la acción se sitúa en un Marte de 1994, y ya sé que Dick no pretendía que su Marte fuese real ni nada remotamente parecido, pero no son ya varias las referencias al desastre de la Talidomida que, supongo, en 1964 debía estar en todos los periódicos. ¿De verdad pensaba Dick que treinta años después alguien podría comentar casualmente que quizá fuese un castigo divino al pueblo alemán por la Alemania Nazi?

Y eso sin comentar la visión que da de las causas del autismo.

Pues eso, que por el momento me parece muy lejos de estar a la altura de Ubik, El hombre en el castillo o simplemente Tiempo desarticulado. Ya diré algo más cuando la termine.

Para los interesados, aquí hay comentarios bastante más entusiastas de la novela.

—–

Mi compañía de hospedaje

Mi compañía de hospedaje, con la que en muchos aspectos estoy muy satisfecho, está haciendo de las suyas. Este dominio aparece y desaparece cuando le da la gana. Espero que puedan arreglarlo pronto.

—–

Víctor R. Ruiz de Cuaderno de bitácora comenta la noticia. La verdad, corre gente para todo en este mundo.

—–

iMac 17»

El nuevo iMac viene ya con una pantalla de 17 pulgadas. ¿Me decidiré por fin? Confieso que soy una veleta, porque hasta la aparición de esta versión tan chula con forma de lámpara de mesa de noche los Macs no me interesaban para nada. ¿De verdad puede el diseño hacer cambiar de opinión a un tipo que tiene en casa tres ordenadores con Windows y dos con Linux? Bueno, una vez alguien me dijo que no tenía personalidad. Será eso…

Así titula Àlex Barnet su extensa reseña de Criptonomicón de Neal Stephenson publicada hoy en el suplemento cultural de La Vanguardia. En un momento dado dice:

La clave que explica este éxito es el talento del autor como narrador. Stephenson ha construido un artefacto narrativo atípico y difícil de etiquetar, pero efectivo. Su ?Criptonomicón? es un tecno-thriller narrado con brío, originalidad, conocimientos técnicos y un notable sentido del humor.

Criptonomicón, que tuve el placer de traducir, es efectivamente una magnífica novela, ideal para cualquier amante de la informática, las nuevas tecnologías o como se mueven grandes cantidades de material bélico de un lado del mundo a otro. Hay una reseña en El archivo de Nessus y otra en jcantero.org.

—–

Ya empieza a tomar forma

Estoy contento. Esto ya empieza a tomar forma. No estoy contento. La disposición gráfica no me acaba de convencer. Creo que tendré que pensámelo un poco más.

—–

Batman el vigilante

A raíz del proyecto de película de Superman contra Batman (o Batman contra Superman, supongo que da lo mismo), Garrett Moritz hace un divertido comentario sobre Batman y su cruzada personal contra el crimen. Un fragmento:

In solving problems with his fists, Batman may be trying to exorcise the demons of his parents’ deaths, but that seems awfully selfish of a man with the financial resources to do so much good on a broader scale than one alley at a time.

Este comentario me recuerda mucho al argumento de la novela corta «Del cielo profundo y del abismo» de José Luis Zárate que ofrecía una visión desmitificadora de ese tipo de superhéroes arreglándoselas para tratarlos con cariño y mantener su condición heroica.

—–

Una primera impresión

Estoy dando los toques finales a mi software para esta página. En principio, podría haber usado alguna de las herramientas disponibles, como Userland pero en realidad quería hacerlo por mí mismo. En parte es para una asignatura en la que debemos crear un sitio web, y en gran parte porque hace tiempo que debería haber reformado mi página personal.

Bueno, voy a seguir un poco más. Creo que añadiré algo en la columna de la derecha.


Newton, después de inventar el cálculo diferencial (o eso dice él), leyes generales sobre la atracción de los cuerpos y después de pelearse con mucha gente, incluyendo a Leibniz, le dedica su genio a la alquimia logrando el mismo éxito que con las matemáticas y física.

En las primeras cinco páginas de esta novela, Newton vuela el tejado de su laboratorio, el Rey Luis XIV de Francia decide que no le da la gana morirse y Benjamin Franklin, niño, descubre al mismo tiempo la primera aplicación práctica de la nueva ciencia alquímica, despojada de misticismo y racionalizada, y el primer signo de que existen cosas más oscuras que la ciencia misma. Creo que es motivo más que suficiente para considerar que una novela que cuenta cosas a ese ritmo tiene que ser, por lo menos, entretenida.

Rápidamente, sin apenas pararse a explicar lo que no merece la pena que se explique porque no es relevante para la trama, Keyes lleva al lector a una Europa alternativa en la que las guerras han comenzado a librarse con armas alquímicas y en el que las bombillas de Edison son precedidas en más de 200 años por esferas luminosas que separan el aire en sus componentes alquímicos, la radio de Marconi por máquinas de escribir con resonancia etérica y la revolución del vapor ya no necesita quemar materiales orgánicos fósiles para que las calderas liberen su fuerza.

También es la Europa de la corte de Luis XIV y la América colonial, la de las academias de ciencia y la de las rivalidades entre científicos, o más bien, filósofos. La de una guerra permanente entre Inglaterra y Francia y la de unos gobiernos demasiado concentrados en si mismos para advertir lo que le pasa al mundo.

Keyes escribe al mismo tiempo con economía y con propósito.

La economía significa que no hace hincapié más que en aquello que es relevante, en detrimento quizás de construir personajes más sólidos y cosas así, pero claro, todo lector tiene en mente una imagen preconcebida de cómo se comportan los personajes históricos de esta narración, de cómo actúan o ven el mundo gracias a los mitos que existen sobre ellos.

Franklin es despierto, inteligente, creativo e ingenuo, (aunque lo suficientemente listo como para entablar un duelo de ingenio con el temible Barbanegra y no salir malparado) y vive en el Boston de Cotton Mather (imagínense a un puritano aceptando la iluminación alquímica). La corte de Luis XIV, es decadente y bizantina, y el Rey también lo es. Newton es excéntrico, caprichoso y genial. Voltaire, que aparece mas tarde en la narración, es sarcástico, despectivo e ingenioso.

La gracia está en que claro, así se ahorra material de construcción y se puede hacer las cosas rápidamente, parándose sólo en desarrollar ligeramente al único personaje que como tal carece de Historia, Adrienne de Mornay, mujer de ciencias que tiene que simular que es mujer de ciencias, conspiradora inocente y víctima de cosas que escapan a su profunda visión racionalista de las cosas pero que aún así lucha contra lo que no comprende.

La trama tiene varios puntos de inflexión sobre este personaje, quizás el único digno de tal nombre. Adrienne tiene que vérselas con la extraña corte de Luis XIV, con sus propios intereses y con los intereses del resto del mundo mientras simula que no entiende lo que pasa a su alrededor. Y muchas veces no necesita simular.

Adrienne recuerda mucho al personaje femenino principal de La luna Y el sol de Vonda M. McIntyre, incluso en la relación entre el mundo femenino, la personalidad del Rey Luis XIV y el emergente mundo de la ciencia moderna. Keyes usa un registro parecido para Adrienne, y le funciona bien dentro de las limitaciones de su narración. Aunque Keyes habla sobre el papel de una mujer en un momento y en un mundo determinado, sus intenciones son diferentes de las de McIntyre, así que la comparación entre ambas obras es precisamente que Keyes está trabajando, incluso con el personaje de Adrienne, dentro de un marco fácilmente reconocible para el lector.

La gracia de esta novela está precisamente en que parte de las posturas de la fantasía racionalista, la alquimia es un nuevo juego de reglas que describen el mundo y son postulables matemáticamente: Newton tiene que crear primero las herramientas matemáticas que se le atribuyen para luego empezar a describir como funciona el universo con alquimia en lugar de física. El problema que se le presenta a todos los personajes racionalistas es que comienzan a intuir la presencia de cosas que no son capaces de integrar en esos parámetros:

“Yo soy, sobre todo, matemática -repuso Adrienne-. No tengo de donde partir para una ecuación que explique lo que es un súcubo o un fuego fatuo.”

Sin embargo, la trama principal sí gira en torno a la mencionada fantasía racionalista, aplicando rigurosamente ese nuevo juego de reglas inventadas. Lo que escapa a la comprensión de los protagonistas, cada uno por su lado, es la naturaleza de algunos de los elementos implicados en una conspiración que pretende crear un arma de una naturaleza nunca vista. El arma en sí, el famoso Cañón de Newton del título, es completamente visible para el lector una vez que ata los cabos. Como dice uno de los personajes, “la pólvora” de ese cañón “es la gravedad”.

Lo que sorprende también es la rápida resolución de los sucesos finales, necesariamente inconclusos pero no por ello menos terminales. La narración en sí, toma dos grandes puntos de vista entre dos personajes que no se encuentran nunca durante el relato: Adrienne y Franklin.

Sin embargo Keyes hace las cosas bastante bien al crear una trama en la que las acciones de ambos, que jamás llegan a estar en el mismo país o continente al tiempo y no conocen la identidad del otro, se van solapando en un proceso progresivo de revelación del misterio principal (naturaleza del arma e identidades implicadas) mientras que los nuevos misterios van ocupando un lugar predominante mientras los viejos van siendo relegados. Evidentemente Keyes omite contarle muchas cosas a sus personajes porque supuestamente el lector tendrá que arreglárselas como ellos hasta la siguiente tanda de revelaciones… en otro libro, claro.

Un libro ingenioso, con buenos momentos y un equilibrio a veces difícil entre la construcción de una historia alternativa y la construcción de la trama. Recomendable.

Una profesión peligrosa

Vulputate odio nostrud at vel, commodo odio amet autem nisl sit nostrud consequat iusto eum suscipit autem erat facilisis euismod exerci, ut erat ex, magna. Velit, aliquip duis amet feugait augue et zzril esse ut dolor at, in esse. Nulla, vulputate te nibh luptatum ex ullamcorper, quis, dolore minim veniam odio volutpat, zzril nulla. Ut lorem vero ullamcorper eum, ad vulputate eros, duis, exerci ea feugiat nulla molestie, veniam nonummy dolore. Iriure tincidunt eum dolore ex ipsum commodo, luptatum, at qui blandit suscipit accumsan feugiat vel in. In dolor, augue elit qui nisl blandit hendrerit zzril.

Wisi facilisi et adipiscing suscipit eu iusto praesent enim, euismod consectetuer illum molestie vulputate, veniam et iriure vero veniam hendrerit aliquip. Nisl in delenit accumsan vel diam, nulla dolore, exerci tation eum. Exerci accumsan, tation esse duis ut velit aliquip dignissim eu velit eros facilisis lobortis, blandit hendrerit sed dignissim nisl illum nulla minim. Nibh consequat praesent, ea vel enim volutpat, zzril delenit, velit nibh tation delenit ut sit et ut vel lobortis duis ut, quis ad.

Feugiat dolore nibh, laoreet ad qui tation aliquip, at diam, augue quis, aliquip exerci wisi erat luptatum, tation adipiscing in nostrud vulputate blandit consequat duis euismod. Facilisis ullamcorper dolore lobortis eros facilisis lobortis nisl diam esse dignissim consequat delenit eum iriure vel, nulla luptatum. Delenit zzril iusto, et ex ex esse suscipit luptatum eu te enim in feugiat eros augue, sit dolore in eum consequat, te vel ut consequat magna.

Vicente Aupí ha reunido en este libro un conjunto variopinto de distintos misterios más o menos relacionados con la astronomía. Desde un punto de vista puramente divulgativo, se trata de una aproximación inspirada y muy interesante. Después de todo, la ciencia es más lo que no se sabe que aquello que se sabe. E incluso lo que hoy se tiene como cierto fue en su día problema sin resolver.

Se reúnen así misterios que van desde Tunguska, con su misterioso objeto que se estrelló en Siberia en 1908, hasta los planetas extrasolares o misma oscuridad del cielo, distribuidos en 15 capítulos en total. Destacan especialmente aquellos que tienen un trasfondo histórico y el autor muestra una rara habilidad para condensar en unos pocos párrafos lo que fueron interesantes desarrollos a lo largo de mucho tiempo. A destacar, por ejemplo, «La paradoja de la oscuridad del cielo», «Los oasis de Marte» o «Tunguska, el enigma caído del cielo».

Capítulos a destacar son aquellos en los que se sale del sistema solar para buscar planetas, o explorar sus mismos límites en busca de una compañera lejana del sol. Es interesante que un libro de divulgación astronómica recalque que ni siquiera en nuestra vecindad todo está claro y que nuestra estrella puede todavía deparar muchas sorpresas. Desde esa ópticas, la historia de la búsqueda de Vulcano, un planeta más cercano al sol que Mercurio, es aleccionadora e interesante. La búsqueda, simplemente, nunca termina.

Se trata también de un libro estrictamente científico. Si se comenta alguna solución sobrenatural es para descartarla, lo que demuestra que Vicente Aupí es un periodista responsable que busca ante todo la verdad. Aunque eso, no implica que no se deje arrastrar en ocasiones por un exceso de espectacularidad, y algunos de los problemas son dudosamente problemáticos. Por ejemplo, la estrella de Belén, que aparece en un único evangelio, no creo realmente que pueda considerarse un misterio ni que sea perentorio encontrar su naturaleza real.

A destacar la impresionante selección de fotografías astronómicas que acompañan al volumen. Algunas tienen interés histórico, pero otras son recientes y muestran claramente, en reproducciones en color, la grandeza del cosmos. Ayudan mucho, ciertamente, a dejar claro que el universo es un lugar lleno de misterios. Uno se lo cree, sí.

Vicente Aupí ha escrito un libro sencillo pero interesante, una introducción agradable a problemas y misterios del universo. El buen tratamiento histórico de algunos de los capítulos ofrece la visión de la ciencia como un proceso siempre en desarrollo, como algo que no acaba nunca y que puede torcerse o enderezarse de súbito, más como un ente vivo que como un cuerpo de conocimientos fijos. Algunos de los descubrimientos descritos en el libro fueron producto de la casualidad. Nada impide que la solución a más de un misterio aquí descrito lo sea también.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus.

¿Hasta qué punto debe ser democrática una democracia? ¿Hasta el punto de permitir la destrucción democrática de la democracia? ¿Hasta qué punto se debe ser pacifista? ¿Hasta el punto de permitir la destrucción bélica del mundo pacífico que se ha creado? ¿Hasta qué punto debe ser tolerante una sociedad? ¿Hasta el punto de consentir actos que realizado por otros ciudadanos se considerarían criminales?

Esas preguntas, y otras muchas similares, separan la pura teoría utópica de una sociedad perfecta de la ejecución práctica de esa misma sociedad. Una sociedad democrática perfecta sólo puede existir si nadie desea convertirse en dictador, una sociedad pacifista perfecta sólo puede existir si nadie desea usar la fuerza y una sociedad tolerante perfecta sólo puede existir si nadie es intolerante. Los utópicos siempre han creído que la perfección social es posible. Los demás siempre hemos sabido que la sociedad real es un juego de compromisos donde el resultado final no es exactamente igual a los ideales.

Planteando la pregunta de otra forma, Giovanni Sartori reflexiona sobre esos límites en este libro, que el mismo denomina panfleto: ¿Hasta qué punto puede ser abierta una sociedad abierta?, ¿Hasta qué punto puede ser plural una sociedad pluralista? No son preguntas fáciles de responder. Corren tiempos, con los grandes flujos migratorios hacia las sociedades occidentales, en los que el mismo hecho de plantearlas ya demuestra valor. Y lo hace con inteligencia, escribiendo con calma y cuidado, para que se le entienda bien. Se trata de un texto breve, casi mínimo, que contiene exclusivamente la esencia de la cuestión.

La primera parte del ensayo consiste en una brillante, breve y clara discusión sobre el origen del pluralismo y el significado de la tolerancia. Se trata de un análisis extremadamente razonado, porque a Sartori le interesa dejar claro que el pluralismo precisa de la tolerancia, pero que ser tolerante no implica automáticamente pluralismo.

Y la sociedad que defiende Sartori es la sociedad pluralista nacida del consenso, es más, es aquella en la que uno está obligado a alcanzar un consenso. Pero plantea, con bastante acierto, que una sociedad dividida en grupos no es automáticamente una sociedad pluralista:

Una sociedad fragmentada no es por ello una sociedad pluralista. […] el pluralismo postula una sociedad de «asociaciones múltiples», ésta no es una determinación suficiente. En efecto, estas asociaciones deben ser, en primer lugar, voluntarias (no obligatorias o dentro de las cuales se nace) y, en segundo lugar, no exclusivas, abiertas a afiliaciones múltiples. Y este último es el rasgo distintivo.

Y casi ya al final de esa sección (en el capítulo 7) explicita el núcleo de la cuestión, una pregunta cuya respuesta sostiene el resto del ensayo:

¿Una comunidad puede sobrevivir si está quebrada en subcomunidades que resulta que son, en realidad, contracomunidades que llegan a rechazar las reglas en que se basa un convivir comunitario?

La respuesta, evidentemente, es un no y de ahí nace el fundamento de la discusión en la segunda parte del ensayo. Una sociedad multiétnica no tiene porqué ser una sociedad pluralista, porque tener muchos grupos no garantiza que los grupos se toleren entre sí. En el esquema político de Sartori, la tolerancia es un ejercicio en la reciprocidad, y aquel que se beneficia de la tolerancia está obligado, a su vez, a ser tolerante.

En la segunda parte introduce así una figura que, supongo, causará polémica, porque incide ya directamente en la espinosa situación de la inmigración: el contraciudadano que rechaza los principios de la sociedad que le acoge mientras se beneficia de las ventajas que le ofrece esa misma sociedad.

Desde el punto de vista de Sartori, una sociedad multiétnica, que aspira a diferenciar entre ciudadanos según características étnicas, raciales, religiosas o cualquier otra que éstos no puedan controlar, va en contra de la sociedad pluralista y debe, por tanto, ser rechazada. De ahí nace la oposición que plantea, en la práctica, entre pluralismo y multiculturalismo.

Pero estrictamente, lo que rechaza con total claridad es la ciudadanía diferenciada, aquella en la que a ciertos ciudadanos se les permiten ciertas cosas por pertenecer a ciertos grupos que no se les permiten a otros ciudadanos de grupos distintos. Lo que defiende es la igualdad absoluta ante la ley.

La posición más radical del libro y que posiblemente resulte más incómoda sea la que indica que no todos los inmigrantes son iguales, que convertirse en ciudadanos no es limitarse a ver reconocida la ciudadanía. Por tanto, la inmigración no puede tratarse con soluciones fáciles, sino que es un problema complejo que requiere mucha reflexión y soluciones igualmente complejas.

Se trata, por tanto, de un libro de denuncia y respuesta. Respuesta a las propuestas académicas que defienden un multiculturalismo fragmentador, al menos, en la versión del multiculturalismo que Sartori construye en este libro. Denuncia las políticas gubernamentales que no han sabido manejar la inmigración y que han aportado únicamente soluciones miopes o limitadas.

Eso sí, Sartori no ofrece ninguna solución, ni es su obligación, sólo destaca las debilidades del modelo político, tanto en Europa como en Estados Unidos. En las últimas partes, quizá pinta una imagen exagerada de una Europa asediada y atacada por enemigos del exterior, y esa simplificación, supongo que inevitable en un texto de esta longitud, debilita la parte final del ensayo.

La sociedad multiétnica es en resumen un ensayo lúcido y revelador. Construido con cuidadosa lógica y con razonamientos bien sostenidos, es una lectura a tener en cuenta aunque sólo sea para refutarla. Giovanni Sartori muestra que los problemas a los que se enfrenta una sociedad que recibe un gran flujo migratorio son muchos, variados y complejos, y que las soluciones, más allá de ideales utópicos, deberán estar a la altura de las circunstancias. Defiende la integración, pero que ésta implique una reciprocidad y una mínima aceptación por parte del integrado. Pero en última instancia, es una apasionada defensa de una sociedad abierta, pero en la que los ciudadanos deben mantenerse siempre vigilantes para asegurarse de que sigue siéndolo.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus.

Intenté resistirme a la idea, pero al final de la lectura de este libro tuve que admitir que soy un BoBo. Tengo un título universitario, pero para mi vergüenza no he hecho el doctorado. Soy alegremente contradictorio: leo cómics de Superman y a Pierre Bourdieu, me encantan los clásicos griegos y latinos y estoy desesperado porque alguien me regale la Playstation 2. En política tiendo a un centro izquierdismo conciliador al estilo Sosoman, aunque de vez en cuando se me escapa la vena revolucionaria antisistema. Por lo que puedo apreciar, mi única razón para decidir sobre la ética de algo es si hace daño a alguien o no. Y además, tengo una deliciosa capacidad para la autoironía. En lo único en lo que no parezco encajar en el perfil es en mis opiniones religiosas (ateo practicante) y en que no gano más de 100.000 dólares al año. Esto último es una verdadera lástima.

La tesis del libro es muy simple: la nueva elite cultural y empresarial de Estados Unidos (y por extensión, cualquier país avanzado) es hija de la rebeldía típicamente bohemia y universitaria pero se ha encontrado de pronto con el poder económico y empresarial en las manos. Por tanto, esa elite se ha visto en la necesidad de fusionar su natural tendencia a la vida bohemia y radical, como corresponde a un grupo educado, con las necesidades burguesas de administrar propiedades y fuentes económicas. Eso ha creado un estrato social pequeño -estimado por el autor en sólo nueve millones de individuos en Estados Unidos- pero tremendamente poderoso porque vota con el dinero.

A ese grupo social, al que David Brooks admite con toda alegría pertenecer mientras insiste en que con toda probabilidad el lector también está incluido (¿quién si no iba a leer un libro de estas características?), los denomina el autor BoBos, como contracción de burgués (en inglés) y bohemio -la suerte, o no, ha querido que en español el término suene aún más divertido. No se trata, en todo caso, de una elite exclusivamente económica. Las grandes fortunas siguen controladas por los de siempre; pero algunos de los BoBos más representativos se han convertido en grandes millonarios gracias a las nuevas tecnologías. Se trata más bien de una meritocracia basada en los estudios y el potencial creativo que ha sustituido a la vieja aristocracia de poder en Estados Unidos. El autor dedica el primer capítulo a relatar sus orígenes desde principios del siglo XX hasta nuestros días (usando, de forma muy ingeniosa, la sección de bodas del New York Times).

Hasta aquí, todo podría parecer una especie de broma, y el tono humorístico e irónico del libro así podría darlo a entender. Pero bajo los chistes y los comentarios sangrantes (normalmente con respecto a los hábitos de los propios BoBos) el libro rezuma seriedad. No se trata de un estudio sociológico profundo y preciso, ni lo pretende, sino más bien de un libro de viajes y una visión a vuelapluma de una cultura extraña, con la curiosidad de que el autor pertenece, o dice pertenecer, al mundo que describe. El estilo puede confundir, pero las citas eruditas demuestran que el autor ha hecho sus deberes. No escribe por escribir.

Y el libro gana, porque es prácticamente imposible no reconocerse o reconocer a amigos, conocidos o famosos en las descripciones que hace. Un buen ejemplo es el capítulo 4, dedicado a los intelectuales BoBos. Cualquiera que siga habitualmente los periódicos nacionales o vea los programas «culturales» de la televisión reconocerá inmediatamente al intelectual prototípico que describe, con bastante mala leche, David Brooks. Las pinceladas son hirientes pero certeras, y casi todo el capítulo es un manual sobre cómo ser un perfecto intelectual BoBo (cómo escribir libros, cómo redactar artículos, cómo aparecer en televisión). Pero a pesar de todo, está más satisfecho con esta nueva clase intelectual que con la anterior de los cincuenta, más encerrada en su torre de cristal y más alejada del mundo, incapaz de darse un paseo por la baja cultura si la situación lo requería. Al menos, los intelectuales BoBos tienen las mismas preocupaciones económicas que el resto de los mortales y deben hacer malabarismos para llegar a fin de mes. Vamos, un capítulo extraordinario; yo llevo años diciendo lo mismo.

En el mundo moderno, con la explosión de tantas empresas que comercian con la información (desde el software de los ordenadores hasta los programas de televisión) era casi inevitable la aparición de una clase social de esas características. Hace décadas era muy fácil recorrer empresas en la que ninguno de los empleados tenía titulación universitaria, ni le hacía falta. Hoy, es muy fácil recorrer empresas de nuevo cuño sin encontrar a nadie que no posea una titulación universitaria. ¿Es positivo el cambio? ¿En esas empresas ha desaparecido el obrero? ¿Los BoBos han conseguido dominar el capitalismo y darle rostro humano? ¿O el capitalismo ha conseguido crearse un conjunto de trabajadores muy motivados que intentan compaginar el consumismo con la defensa de la naturaleza? En ese punto, la visión del autor parece ser más optimista que la mía.

El libro pinta un mundo de tintes rosáceos. Los BoBos tal y como son descritos intentan compaginar situaciones que antes se consideraban antitéticas. David Brooks afirma que los cambios han sido para mejor y que será difícil derrocar a los BoBos de su posición social actual. Pero supongo, que todo grupo social dominante, y los BoBos en la visión del autor lo son en la medida en que sus valores y actitudes van contagiándose al resto de la sociedad, se ha creído invulnerable.

El capítulo 6, dedicado a la vida espiritual, es quizá el más alejado de cualquier experiencia europea. Cualquier europeo culto que se precie debe ser al menos agnóstico, o en todo caso, no va haciendo gala de sus creencias religiosas. De hecho, para nosotros, la religión es casi tabú, y un excesivo fervor religioso es sospechoso. Sorprende, por eso, la actitud americana descrita por Brooks. Demasiado extraña y alejada. También al final, cuando habla de política, la situación deviene algo vergonzosa. El autor pierde el sentido del humor que le ha caracterizado durante todo el libro y poco más o menos viene a pintar un futuro en el que los BoBos propiciarán el renacimiento de Estados Unidos.

En todo caso, BoBos en el paraíso es un libro ante todo tremendamente divertido. La tesis es bastante más seria de lo que muchos estarían dispuestos a concederle, y el autor la defiende con inteligencia y gracia. Pinta eso sí, un mundo excesivamente optimista, y aunque hay mucha ironía y sarcasmo, no hay realmente ninguna crítica. ¿Realmente es tan bueno ser un BoBo? Esa pregunta la tendrá que responder el lector. En todo caso, el viaje que se nos propone es interesante especialmente por lo que tiene de evidente; es casi imposible no estar de acuerdo en lo fundamental con lo que dice, después de todo, es la vida de todos los días en este mundo de economía de la información.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus.

1 261 262 263 266

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies