El cañon de Newton: La era de la sinrazón I de J. Gregory Keyes

Newton, después de inventar el cálculo diferencial (o eso dice él), leyes generales sobre la atracción de los cuerpos y después de pelearse con mucha gente, incluyendo a Leibniz, le dedica su genio a la alquimia logrando el mismo éxito que con las matemáticas y física.

En las primeras cinco páginas de esta novela, Newton vuela el tejado de su laboratorio, el Rey Luis XIV de Francia decide que no le da la gana morirse y Benjamin Franklin, niño, descubre al mismo tiempo la primera aplicación práctica de la nueva ciencia alquímica, despojada de misticismo y racionalizada, y el primer signo de que existen cosas más oscuras que la ciencia misma. Creo que es motivo más que suficiente para considerar que una novela que cuenta cosas a ese ritmo tiene que ser, por lo menos, entretenida.

Rápidamente, sin apenas pararse a explicar lo que no merece la pena que se explique porque no es relevante para la trama, Keyes lleva al lector a una Europa alternativa en la que las guerras han comenzado a librarse con armas alquímicas y en el que las bombillas de Edison son precedidas en más de 200 años por esferas luminosas que separan el aire en sus componentes alquímicos, la radio de Marconi por máquinas de escribir con resonancia etérica y la revolución del vapor ya no necesita quemar materiales orgánicos fósiles para que las calderas liberen su fuerza.

También es la Europa de la corte de Luis XIV y la América colonial, la de las academias de ciencia y la de las rivalidades entre científicos, o más bien, filósofos. La de una guerra permanente entre Inglaterra y Francia y la de unos gobiernos demasiado concentrados en si mismos para advertir lo que le pasa al mundo.

Keyes escribe al mismo tiempo con economía y con propósito.

La economía significa que no hace hincapié más que en aquello que es relevante, en detrimento quizás de construir personajes más sólidos y cosas así, pero claro, todo lector tiene en mente una imagen preconcebida de cómo se comportan los personajes históricos de esta narración, de cómo actúan o ven el mundo gracias a los mitos que existen sobre ellos.

Franklin es despierto, inteligente, creativo e ingenuo, (aunque lo suficientemente listo como para entablar un duelo de ingenio con el temible Barbanegra y no salir malparado) y vive en el Boston de Cotton Mather (imagínense a un puritano aceptando la iluminación alquímica). La corte de Luis XIV, es decadente y bizantina, y el Rey también lo es. Newton es excéntrico, caprichoso y genial. Voltaire, que aparece mas tarde en la narración, es sarcástico, despectivo e ingenioso.

La gracia está en que claro, así se ahorra material de construcción y se puede hacer las cosas rápidamente, parándose sólo en desarrollar ligeramente al único personaje que como tal carece de Historia, Adrienne de Mornay, mujer de ciencias que tiene que simular que es mujer de ciencias, conspiradora inocente y víctima de cosas que escapan a su profunda visión racionalista de las cosas pero que aún así lucha contra lo que no comprende.

La trama tiene varios puntos de inflexión sobre este personaje, quizás el único digno de tal nombre. Adrienne tiene que vérselas con la extraña corte de Luis XIV, con sus propios intereses y con los intereses del resto del mundo mientras simula que no entiende lo que pasa a su alrededor. Y muchas veces no necesita simular.

Adrienne recuerda mucho al personaje femenino principal de La luna Y el sol de Vonda M. McIntyre, incluso en la relación entre el mundo femenino, la personalidad del Rey Luis XIV y el emergente mundo de la ciencia moderna. Keyes usa un registro parecido para Adrienne, y le funciona bien dentro de las limitaciones de su narración. Aunque Keyes habla sobre el papel de una mujer en un momento y en un mundo determinado, sus intenciones son diferentes de las de McIntyre, así que la comparación entre ambas obras es precisamente que Keyes está trabajando, incluso con el personaje de Adrienne, dentro de un marco fácilmente reconocible para el lector.

La gracia de esta novela está precisamente en que parte de las posturas de la fantasía racionalista, la alquimia es un nuevo juego de reglas que describen el mundo y son postulables matemáticamente: Newton tiene que crear primero las herramientas matemáticas que se le atribuyen para luego empezar a describir como funciona el universo con alquimia en lugar de física. El problema que se le presenta a todos los personajes racionalistas es que comienzan a intuir la presencia de cosas que no son capaces de integrar en esos parámetros:

“Yo soy, sobre todo, matemática -repuso Adrienne-. No tengo de donde partir para una ecuación que explique lo que es un súcubo o un fuego fatuo.”

Sin embargo, la trama principal sí gira en torno a la mencionada fantasía racionalista, aplicando rigurosamente ese nuevo juego de reglas inventadas. Lo que escapa a la comprensión de los protagonistas, cada uno por su lado, es la naturaleza de algunos de los elementos implicados en una conspiración que pretende crear un arma de una naturaleza nunca vista. El arma en sí, el famoso Cañón de Newton del título, es completamente visible para el lector una vez que ata los cabos. Como dice uno de los personajes, “la pólvora” de ese cañón “es la gravedad”.

Lo que sorprende también es la rápida resolución de los sucesos finales, necesariamente inconclusos pero no por ello menos terminales. La narración en sí, toma dos grandes puntos de vista entre dos personajes que no se encuentran nunca durante el relato: Adrienne y Franklin.

Sin embargo Keyes hace las cosas bastante bien al crear una trama en la que las acciones de ambos, que jamás llegan a estar en el mismo país o continente al tiempo y no conocen la identidad del otro, se van solapando en un proceso progresivo de revelación del misterio principal (naturaleza del arma e identidades implicadas) mientras que los nuevos misterios van ocupando un lugar predominante mientras los viejos van siendo relegados. Evidentemente Keyes omite contarle muchas cosas a sus personajes porque supuestamente el lector tendrá que arreglárselas como ellos hasta la siguiente tanda de revelaciones… en otro libro, claro.

Un libro ingenioso, con buenos momentos y un equilibrio a veces difícil entre la construcción de una historia alternativa y la construcción de la trama. Recomendable.

Categoría: Reseñas

Xavier Riesco Riquelme

Show 1 Comment
  • luis manuel 25 noviembre, 2010, 6:07 pm

    hola hola , solo para preguntar en donde puedo conseguir la cpntinuaciòn de esta saga?

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