Televisiones

No sé qué extraña conspiración de los astros hizo que ayer, domingo, los tres diarios que leí hablasen los tres de la llamada «telebasura». La voz de la Galicia habló de «De la televisión que educaba al ‘todo por la audiencia'», refieriéndose a las diferencias entre los programas «serios» de antaño en comparación con la «telebasura» que nos invade hoy. Por desgracia, no explica en qué «educaba» la televisión de 1978 y en qué sentido era «seria». Se refiere a La clave y El hombre y la Tierra, y elige como programas vistos de entonces a Curro Jiménez, Aplauso, Un globo, dos globos, tres globos y el mencionado El hombre y la Tierra. Hoy, sin embargo, vemos basuras del calibre de Gran hermano, Operación triunfo, Cuéntame y Shin Chan (en realidad, no los califica de malo, pero dado el título del artículo, ¿qué otra cosa se puede pensar?). Comenta, la verdad que en muy poco espacio, que antes sólo había dos cadenas (los que tenían esa suerte, que en Canarias no hubo dos cadenas hasta 1982) y ahora hay muchas, pero como se copian mucho entre sí, es como si no hubiese más. Plantea también el espinoso asunto de si las televisiones emiten lo que la gente quiere o la gente ve esos programas porque las televisiones los emiten, sin plantearse, aparentemente, si en la televisión de 1978 esos programas se veían porque a la gente le gustaban o porque era lo que se emitía.

Eso sí, explican cómo funcionaba un televisor de la época y una pantalla de plasma moderna. Información siempre útil si uno plantea comprarse una.

El País dedicó su página de debate al candente tema de «¿Qué hacer con la ‘telebasura’?» con Victoria Camps, del consejo audiovisual de Cataluña, hablando de «Más ojo crítico» donde defiende que la ‘telebasura’ es una cuestión de estética más que de ética: «Habría que rechazar la telebasura por amor propio. No son valores éticos, sino estéticos los que han de llevar a denigrarla». Posición genialmente cómoda, debo añadir, porque en estética hay mucho escrito y se puede decir mucho más, con lo que cada uno puede sustituir su ética por su estética. Juan Cueto, sin embargo, en «Anomalía catódica» plantea que quizá antes de discutir el tema de la «telebasura» sería conveniente resolver el asunto de las televisiones en España, muy sujetas al poder y la verdad es que muy poco dadas a la diversidad de opiniones y a la objetividad. Defensa que desde mi punto de vista es bastante razonable, pero que ganaría más peso si no apareciese en El País, que lleva ya varios meses intentando convencernos de las maravillas del monopolio en la televisión digital, contándonos la cantidad de cosas buenas -todos seremos más altos, más guapos y más listos- que nos sucederán a los españoles a partir de hoy, que se consuma la fusión entre plataformas: no hay nada como una buena concentración de medios para beneficiar al espectador. Perdónenme si soy escéptico, pero a mí lo de una plataforma digital única y grande no me parece que lleve automáticamente a libertad.

Por último El Mundo se las arregla para montar el debate más interesante, pero sospecho que sin pretenderlo de ninguna forma. Bajo el epígrafe «¿Suprimir los programas ‘telebasura’?» Fernando Palmero, periodista, en «Cuando la sociedad se mira a sí misma» viene a decir que ese tipo de programas, que jamás se caracterizan, son un reflejo de la sociedad y que por tanto no deberían suprimirse. Mientras tanto, Javier Lorenzo, periodista, en «Un estercolero que deforma las mentes» defiende el sí, o más bien, una censura salvaje que barriese con todo. Por desgracia, no aclara cómo distinguir la ‘telebasura’ de cualquier otra cosa ni por qué se sustituiría. Sí, claro, por obras educativas, ¿para educar en qué? ¿En lo que decida el gobierno? ¿En lo que decida la sociedad? En este último caso, ¿en qué se diferenciaría de lo que ya la sociedad elige ver?

Curiosamente, el tal Javier Lorenzo tiene una columna en la sección de comunicación del diario titulada «Galería del horror II», donde destaca «los excesos a los que puede llevar la televisión». Es ilustrativo examinar algunos:

Un hombre mata a su hermano por el mando a distancia. Un exceso no lo dudo, pero sería igual de exceso haberlo matado por cualquier otra razón, ¿o no? Los finlandeses protestan porque les eliminan un canal porno gratuito. Pues como protestaría cualquier persona a la que se le retirase un servicio gratuito, ¿o no? Un tribunal de Nueva York considera que condenar a alguien a 10 meses sin ver televisión es «una crueldad y una violación de su derecho constitucional a la libertad de información». Sobre lo primero no me pronuncio, pero lo segundo es evidente, ¿o no?

Pero lo de El Mundo no acaba aquí. Bajo el debate, aparece también la opinión de los lectores (es curioso que se considere indigna la opinión de los espectadores de los programas de ‘telebasura’ pero se considere tan relevante la opinión de los lectores de un periódico) y me gustaría destacar la de Alfredo que pregunta: «¿Qué tal si lo intentamos con documentales, buenas películas, ópera, conciertos, teatro, charlas de científicos, intelectuales y artistas hablando y enseñando al mundo lo que llevamos dentro?». No sé si lo de «lo que llevamos dentro» es deliberada ironía pero ciertamente me llama la atención que se destaque que las películas deben ser «buenas» mientras que se asume que los documentales, óperas, conciertos, obras de teatro, charlas de científicos, intelectuales y artistas son buenos por el mero hecho de ser documentales, óperas, conciertos, obras de teatro y charlas. ¿Quién decide lo que es bueno o malo? ¿Un consejo de sabios? ¿No hay malos documentales? ¿Os es que incluso el peor documental -el más parcial y mentiroso- es mejor que cualquier programa de ‘telebasura’?

A mí lo que me fastidia de la programación de televisión es que no sea lo suficientemente diversa. Me gustaría que emitiesen programas que a mí me gustase ver, pero también me parece bien que emitan lo que quieren ver los demás. Si en una democracia hay que atender a los derechos de las mayorías y las minorías, pues cada uno debería tener la oportunidad de ver los programas de su gusto. De ahí a prohibir… pues no sé, creo sinceramente que hay problemas más urgentes con la propia televisión y la democracia que tenemos. No ya el entramado mediático del que habla Juan Cueto, sino, por ejemplo, el progresivo ninguneo al parlamento, o que nadie jamás acepte las responsabilidades que le tocan (en todos los partidos, la verdad).

Por lo demás, me cansa un poco el término «telebasura» porque me parece deliberadamente cargado, una palabra que ya significa lo que significa y que por tanto se opone a la reflexión. «Telebasura» me parece claramente un término «basura» -como «terrorista», «radical» o «comunista»- que se emplea no para caracterizar un fenómeno o una serie de fenómenos después de haberlos analizado sino más bien como arma arrojadiza para descalificar sin pensar. «Telebasura» ahorra la reflexión, invita al desprecio instantáneo y me da la impresión que se usa más bien para desviar la atención que para centrarla en un problema.

Curiosamente, El Mundo eleva el tono de la discusión en sus páginas interiores cuando dedica dos completas a hablar de la BBC, «Independencia en inglés se dice ‘BBC'», y su conflicto con el gobierno británico, y aparentemente con muchos otros gobiernos anteriores, y la compara -implícitamente- al publicar el artículo conjuntamente con otro titulado «RTVE: le paso con el señor ministro» donde se hace eco de las acusaciones de supuestas manipulaciones en la televisión pública española. Ése, por ejemplo, sí me parece un debate interesante, porque afecta directamente a la televisión que queremos tener en una democracia.

De todo esto, ha salido una consecuencia personal interesante de tanto leer periódicos: he comprado el libro de Gustavo Bueno Telebasura y democracia que me he encontrado en bolsillo por unos módicos 6 euros. Parece una interesante reflexión sobre el asunto.

[Estoy escuchando: «Los niños de agua» de Benito Cabrera en el disco Travesías]

Un hombre de letras

Un verdadero hombre de letras.

(vía Follow Me Here)

[Estoy escuchando: «Iaichem» de Benito Cabrera en el disco Travesías]

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Ontologías

Estoy haciendo un curso de doctorado que trata, entre otras cosas, de ontologías. Unos enlaces que debo recordar mirar:

RDF
OWL
DAML
Ontology.org

[Estoy escuchando: «Anastacia: Love Is A Crime» de Movie Soudtrack en el disco CHICAGO]

Why?

Guillermo López habla de Being Ron Jeremy una película del rey del porno, uno de los hombres más normales y corrientes que haya dado el mundo (de ahí su estelar papel en la industria del porno). Me ha llamado especialmente la atención la frase promocional de la película: «Why be John Malkovich when you can be Ron Jeremy?». Pues no estoy muy seguro de que John Malkovich tenga nada que envidiar a Ron Jeremy.

[Estoy escuchando: «1-2» de Various Artists en el disco Rurouni Kenshin – The Best Collection]

Educación creacionista

Genial feria científica creacionista con proyectos como «Mi tío es un hombre llamado Steve (no un mono)», «Las mujeres han sido diseñadas para las labores domésticas», «Una ratonera reducida a un montón de piezas sin ninguna función» y «Termodinámica del fuego del infierno». Que nadie se asuste, por lo visto es una broma 🙂

(vía Boing Boing)

[Estoy escuchando: «Easy Does It» de Lester Young en el disco The Complete Aladdin Sessions (2 of 2)]

El suicidio del ratón

Mickey Mouse intenta cometer suicidio suicidarse -o autolisis, como lo llamaban en el centro en el que hice la prestación social- (por varios métodos) después de haber perdido a Minnie. Se trata, según cuentan, de una tira cómica paródica de 1930.

(vía Boing Boing)

[Estoy escuchando: «East Of The Sun» de Lester Young en el disco The Complete Aladdin Sessions (2 of 2)]

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Diario de Netscape

Fascinantes extractos del diario de un programador de Netscape Communications durante los primeros meses de la existencia de la compañía:

I just got home; the last time I was asleep was, let’s see, 39 hours ago. And I’m not even tired right now. I guess I’m on my second or third or eighteenth wind. I only came home because I was worried that if I stayed there any longer, I’d fall asleep at the wheel again. I didn’t want to stay down there for another night, because I really need a shower at this point; it was a hot day today, and Lou and I played some intense games of air hockey last night that got me all sweaty and disgusting.

Wow, I must be tired — I just turned on the television, and MTV is actually moving too fast for me to understand it.

I’ve had a sore throat and a cough for about a week now, but I haven’t done anything about it, because I don’t have time. I think I’m keeping myself from getting a cold by sheer force of will.

(vía Boing Boing)

¿Demasiado bueno para ser verdad?

La masturbación reduce el riesgo de cáncer de próstata cuenta BBC News. Unos investigadores australianos entrevistaron a más de mil hombres que habían desarrollado cáncer de próstata y a 1.250 que no:

They found those who had ejaculated the most between the ages of 20 and 50 were the least likely to develop the cancer.

The protective effect was greatest while the men were in their 20s.

Men who ejaculated more than five times a week were a third less likely to develop prostate cancer later in life.

Y por cierto:

They say cancer-causing chemicals could build up in the prostate if men do not ejaculate regularly.

And they say sexual intercourse may not have the same protective effect because of the possibility of contracting a sexually transmitted infection, which could increase men’s cancer risk.

Como comentan por ahí, habrá que ver la campaña de información pública.

[Estoy escuchando: «Heart of Sword» de Various Artists en el disco Rurouni Kenshin – The Best Collection]

Buffy cazavampiros, la película

No la había visto. Hecho del que me alegro profundamente, porque de haberla visto en su momento probablemente jamás me hubiese acercado ni a cinco metros de un televisor en el que estuviese viéndose la serie de televisión. Pero hete aquí que anoche la emitieron en el canal Fox y le eché un vistazo.

La película es todavía peor de lo que esperaba (por lo visto modificaron mucho el guión). Es como una especie de versión barata de la serie, con una premisa muy similar, una metafísica diferente y carencia de todos los elementos que hacen que la serie sea genial: buenas ideas, diversión, chistes, tono oscuro, diálogos chispeantes, el deseo continuo de sorprender al espectador. En la película no hay nada de eso: básicamente es la idea de una chica de nombre tonto que mata vampiros llevada sin imaginación y de la forma más pedestre.

Lo peor posiblemente sean las actuaciones. Ninguno de los actores consigue darle vida a sus personajes. En especial, ella, la Buffy alternativa (después de todo, la película no es canónica), interpretada por Kristy Swanson, carece por completo de vida y personalidad. La pobre actriz parece desear emular a Keanu Reeves comportándose como un trozo de madera. Después de verla interpretar a Buffy he ganado un gran respeto por Sarah Michelle Gellar. En la serie Buffy es también una rubia del valle californiano, pero llena de personalidad, encanto, sentido del humor y chispa. La Buffy televisiva está viva, mientras que la cinematográfica parece? parece un mueble.

Aun así, hay quien opina que la película es mejor que la serie. Se me escapa completamente cómo alguien puede llegar a semejante conclusión. Pero así es el mundo, lleno de opiniones diferentes.

The Fifth Elephant

Empecemos por lo negativo: no pertenece a los buenos libros de la serie. Tampoco es de los malos (el peor de todos, La luz fantástica, es difícil de superar). Digamos que se sitúa en un honroso puesto medio, con el suficiente interés para hacer disfrutar al lector, pero sin la capacidad para montar la trama y cimentar la discusión que Pratchet mostró, por ejemplo, en Jingo (por ser un libro con temática relacionada, siendo un estudio del patriotismo).

Básicamente, The Fifth Elephant va de la diplomacia, de la naturaleza de la política, de la preservación de las tradiciones, y de como las tradiciones van cambiando y ajustándose a los tiempos para poder permanecer fieles a sí mismas. Pratchett sabe manejar varios temas de ese estilo simultáneamente, y como un hábil malabarista los mantiene en el aire aparentemente sin esfuerzo. Como muchos de los libros recientes de la serie, es casi infinitamente citable, y Pratchett reflexiona sin tapujos, escudándose en que su mundo es de fantasía, sobre la realidad de nuestro presente.

Por desgracia, la novela no alcanza por sí misma la solidez de las mejores. La trama está bien: el futuro está llegando y Ankh-Morpork (el Londres o la Nueva York del Mundodisco) debe establecer relaciones diplomáticas con Uberwald (la Transilvania del Mundodisco) ante la coronación del nuevo rey de los enanos. Por desgracia, Uberwald es un país dominado por tres fracciones que viven en precario equilibrio: vampiros, hombres lobos y enanos, y también un país anclado en viejas tradiciones y lastrado por un régimen político que se niega a morir. Pues, al Patricio de Ankh-Morpork no se le ocurre otra brillante idea que enviar a Sam Vimes, de la guardia, (en su calidad de barón) como embajador.

Por supuesto, muchas discusiones sobre el poder, sobre todo cómo ejercerlo sin ejercerlo (un tema que a Pratchett le encanta y que a tratado varias veces, especialmente en Brujas de viaje), la naturaleza de los reyes, el origen de los políticos (en Uberwald la futura clase política estará formada por vampiros que han descubierto que realmente no desean tanto chupar sangre como tener el control), la crianza aristocrática, el juego justo, los peligros de la globalización y también sus ventajas. Y, como siempre, la necesidad de una legislación internacional.

De entre los personajes, Zanahoria y Angua están muy pobremente utilizados. Angua como excusa argumental (su familia procede de Uberwald) y Zanahoria para mostrar de nuevo cómo ejerce sus poderes reales sin querer convertirse en rey. Vimes y su esposa Sybill son sin embargo los personajes que van dibujándose mejor. Genial, como siempre, el Patricio e impagable su charla con el Leonardo da Vinci del Mundodisco (un hombre capaz de esbozar un arma de destrucción inimaginable junto a un boceto sobre la fragilidad de la sonrisa humana) cuando le pide que diseñe un código de cifrado que el enemigo pueda descifrar, porque claro, ¿qué sentido tiene un código que no te permite hacer que el enemigo crea saber lo que tú crees saber sobre ellos?

Ah, olvidaba lo del quinto elefante del título. Resulta que el Mundodisco se sostiene sobre cuatro elefantes que a su vez se apoyan sobre una tortuga gigantesca que navega por el cosmos. Pues bien, hubo un quinto elefante que perdió el apoyo y fue a estrellarse en el mismo Mundodisco, creando los continentes actuales y la gran riqueza minera de Uberwald. Como comprenderán, un elefante capaz de sostener un mundo no está hecho de materiales normales: mucho hierro, oro y mucha, mucha, grasa (el producto estrella de las exportaciones de Uberwald).

[Estoy escuchando: «Contrapunctus 14» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

Los ángeles de Charlie: al límite

De la misma forma que hay personas tan poderosas que pueden permitirse el lujo de mostrarse débiles, y personas tan ricas que pueden vivir como pobres, Los ángeles de Charlie: Al límite pretende demostrarnos que hay mujeres tan absolutamente liberadas que pueden permitirse el lujo de mostrarse como el sueño masturbatorio de muchos varones. Perdonen mi escepticismo en esta ocasión. No dudo que esas actrices estén más que liberadas, no opino lo mismo de los personajes que representan en la pantalla.

Pero ése no es más que un tema incidental, porque la película no merece siquiera discutir si es feminista o no. No es nada, así de simple. No hay ni el más mínimo argumento, ni trama, ni idea mínima para sostener las interminables escenas de acción. Simplemente hay un encadenamiento de momentos que se suceden sin ton ni son y que parecen estar diseñados para garantizar el disfrute máximo de las intérpretes. Lástima que se olvidasen del disfrute de los espectadores.

Para ser justos, la película no pretende ser nada más que nada. Es decir, ha perdido toda pretensión de contar una historia y se limita a comentarse a sí misma (es increíble la cantidad de referencias que la película contiene con respecto su propia estructura, actrices, convenciones y demás) y a parodiar todo lo que se le pone por delante, especialmente el género de las películas de acción. ¿Pero qué sentido tiene semejante parodia cuando el género de las películas de acción se parodia a sí mismo continuamente? Por ejemplo, la única parodia realmente efectiva es la que le dedican a CSI, porque claro, esa serie pretende ser seria y por tanto se puede hacer humor a su costa. ¿Tiene sentido hacer un chiste de un chiste?

Curiosamente, es también una de esas películas donde la mala o el malo de turno tiene mejores argumentos que los héroes o las heroínas. ¿El ángel negro no está más liberado al no obedecer las órdenes de dios… digo, Charlie? (la película también está llena de referencias a dios, el diablo, el infierno, el cielo y demás). Por otra parte, los ángeles están tan liberadas que sólo otro ángel, renegado, puede hacerles sombra.

¿Son imaginaciones mías o el malo, masculino, es Robbie Williams?

John Cleese sale un momento y pone una cara genial. Lástima que aparezca tan poco. Por cierto, cómo ha cambiado físicamente este hombre; se hace difícil creer que sea el mismo de Monty Python y Fawlty Towers.

[Estoy escuchando: «Contrapunctus 13, a 3» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

Rvr anuncia su inmediata partida, este mismo domingo, con destino a Madrid. Su misión, que ya ha decidido aceptar, es trabajar en el Centro de Astrobiología. Mucha suerte.

[Estoy escuchando: «Canon alla Decima in Contrapuncto alla Terza» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

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La liga de caballero extraordinarios

Hablé ayer de Piratas del Caribe comentando que la crítica la ponía bastante bien (mejor de lo esperado, más bien). La que no parece haber corrido tan buena suerte es la versión cinematográfica del cómic La liga de caballero extraordinarios. Según Ebert, que le da un 1 sobre cuatro:

«The League of Extraordinary Gentlemen» assembles a splendid team of heroes to battle a plan for world domination, and then, just when it seems about to become a real corker of an adventure movie, plunges into incomprehensible action, idiotic dialogue, inexplicable motivations, causes without effects, effects without causes, and general lunacy. What a mess.

Mientras que Berardinelli le da un 2,5 sobre cuatro y dice:

In an action-packed summer, The League of Extraordinary Gentlemen gets outclassed at nearly every turn. This is ’80s style action – lots of fist-fights and low-thrill stuff. It doesn’t come close to matching the special effects-saturated roller coasters that the average recent action/adventure excursions take us on. Speaking of the effects, «special» doesn’t really apply here. The League of Extraordinary Gentlemen looks low-budget, as if all of the money was spent hiring Connery. The most embarrassing example of an effects miscalculation is Jason Flemyng’s Mr. Hyde, which looks like a low-rent Hulk without the green skin. Watching this awkward and ill-conceived creation is enough to cause even the most serious viewer to fall victim to uncontrollable fits of laughter. After seeing Mr. Hyde, no one will ever again consider calling the Hulk’s appearance «unconvincing.»

The Flick Filosopher se dedica a parodiarla directamente.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Contrapunctus 14» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

Laxe

La última vez que nos fuimos de fin de semana, fernand0 se quejó de que no pusiésemos fotos de comida. Por tanto, este fin de semana tuvimos la precaución de parar en un restaurante. Fue en Laxe, el sábado, y se llama Casa do Arco. Tienen un amplio salón que te permite almorzar mirando al mar. Por lo demás, Laxe es un pueblo muy bonito, bastante bien conservado y con una playa espléndida aunque todavía con algún rastro de chapapote (o quizá fuesen imaginaciones mías). Tomamos:

Mejillones rellenos:

Almejas:

Cigalas:

Y langosta a la plancha:

Todo delicioso.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Inversus a 3» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

Defiende los derechos de los Brights

¿Que quiénes son los brights? Pues lo cuenta nada menos que Daniel C. Dennet en «The Bright Stuff» (es preciso registrarse gratuitamente):

A bright is a person with a naturalist as opposed to a supernaturalist world view. We brights don’t believe in ghosts or elves or the Easter Bunny – or God. We disagree about many things, and hold a variety of views about morality, politics and the meaning of life, but we share a disbelief in black magic – and life after death.

Un momentín. Me pregunto ahora mismo si soy un bright. Aparentemente los brights (que es sustantivo, no adjetivo, es decir, la forma correcta es «Soy un bright» no «Soy bright») no creen en elementos sobrenaturales. Supongo que el término operativo en este contexto es precisamente ése: creer. Es decir, en mi concepción del mundo todos son creencias y por tanto decir «Dios no existe» es una creencia tan bien fundamentada, o tan mal, como «Dios existe». Y eso es directamente situándome fuera del discurso científico, porque dentro la situación es igual de mala. No creo que la existencia de Dios se pueda demostrar científicamente (es decir, «Dios existe» no me parece falsable) y los negativos no se pueden probar. Por tanto, ¿creo en Dios? Pues no, la verdad, pero tampoco puedo ofrecer más razón que el simple hecho de que no me gusta nada la idea de un dios creador del universo. O al menos del dios judeocristiano, que hay otros dioses (como el dios taoista de Smullyan o el dios de Robert Wright en Non Zero) en los que estaría dispuesto a creer (y ojo, estar dispuesto no es lo mismo que creer). Desde mi punto de vista, si dios existe todo es posible. Por otra parte, si dios existe, mi petición es que abdique de inmediato y se forme la república del universo para dirigir los asuntos importantes. Vamos, que me identifico completamente con la corriente de Woody Allen cuando decía que para dios él era la leal oposición. Pues eso.

En lo demás, pues más o menos igual. No creo en nada sobrenatural, ni en la vida después de la muerte ni en el conejo de pascua. Por otra parte, no creer no es lo mismo que demostrar su inexistencia (cosa que no puedo hacer). En resumen, que el mundo en general me parece un conjunto de creencias, algunas de ellas muy efectivas y otras no tanto. ¿Soy un bright? Pues viendo lo que dice Dennett sí, porque no sólo pide una creencia. Básicamente, no creo en ninguna de las cosas en la lista de cosas a no creer.

Terminado con este asunto, vayamos al origen del término. Ateos y agnósticos en Estados Unidos han descubierto que esos dos términos están tan marcados que su uso implica casi de inmediato el ostracismo social, por tanto, han tomado prestada una página del manual homosexual para luchar contra la discriminación y se han apropiado de una palabra con connotaciones positivas (como los gays hicieron, precisamente, con gay). Pretenden implatar el uso de la palabra e ir extendiéndolo, de forma que puedan reclamar los derechos de los brights.

¿Derechos?

Pues sí, el derecho de los brights a no creer, es decir a que se respeten sus creencias sobre lo sobrenatural (es decir, la ausencia de creencias) como se respetan las creencias de los demás. ¿Por qué?

Most brights don’t play the «aggressive atheist» role. We don’t want to turn every conversation into a debate about religion, and we don’t want to offend our friends and neighbors, and so we maintain a diplomatic silence.

But the price is political impotence. Politicians don’t think they even have to pay us lip service, and leaders who wouldn’t be caught dead making religious or ethnic slurs don’t hesitate to disparage the «godless» among us.

From the White House down, bright-bashing is seen as a low-risk vote-getter. And, of course, the assault isn’t only rhetorical: the Bush administration has advocated changes in government rules and policies to increase the role of religious organizations in daily life, a serious subversion of the Constitution. It is time to halt this erosion and to take a stand: the United States is not a religious state, it is a secular state that tolerates all religions and — yes — all manner of nonreligious ethical beliefs as well.

En España, me temo, está sucediendo algo similar. Si bien en Europa el tema religioso no está tan presente como en Estados Unidos, en nuestro propio país ya han implantado obligatoriamente la religiosidad en las escuelas: el concepto de que el estado natural humano es tener una religión, sea la que sea. ¿Nos empieza a hacer falta un movimiento bright?

[Estoy escuchando: «Contrapunctus I» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. I]

Cosmos Latinos

Cosmos Latinos -subtitulado An Anthology of Science Fiction from Latin America and Spain- es una recopilación de cuentos de ciencia ficción escritos originalmente en español. La han compilado Andrea L. Bell y Yolanda Molina-Gavilán (las dos profesoras de español). Se trata de una edición crítica, por lo que hay muchas notas, varios comentarios teóricos y un intento de situar cada cuento en su contexto. Acabo de recibir mi ejemplar y lo comento especialmente porque incluye el cuento «El día que hicimos la Transición» que co-escribí con Ricard de la Casa hace ya unos años. Es muy divertido leerte en inglés, y más aún con notas al pie que explican detalles que en España no precisaban de mayor aclaración pero que evidentemente en inglés son más que necesarias.

De la contraportada:

Opening a window onto a fascinating new world for English-speaking readers, this anthology offers popular and influential stories from over ten countries, chronologically ranging from 1862 to the present. Latin American and Spanish science fiction shares many thematic and stylistic elements with anglophone science fiction, but there are important differences: many downplay scientific plausibility, and others show the influence of the region’s celebrated literary fantastic. In the 27 stories included in this anthology, a 16th-century conquistador is re-envisioned as a cosmonaut, Mexican factory workers receive pleasure-giving bio-implants, and warring bands of terrorists travel through time attempting to reverse the outcome of historical events.

The introduction examines the ways the genre has developed in Latin America and Spain since the 1700s and studies science fiction as a means of defamiliarizing, and then critiquing, regional culture, history and politics—especially in times of censorship and political repression. The volume also includes a brief introduction to each story and its author, and an extensive bibliography of primary and secondary works. Cosmos Latinos is a critical contribution to Latin American, Spanish, popular culture and science fiction studies and will be stimulating reading for anyone who likes a good story.

Para los interesados, el contenido completo es:

«The Distant Future» de Juan Nepomuceno Adorno
«On the Planet Mars» de Nilo María Fabra
«Mechanopolis» de Miguel de Unamuno
«The Death Star» de Ernesto Silva Román
«Baby H.P.» de Juan José Arreola
«The Cosmonaut» de Ángel Arango
«The Crystal Goblet» de Jerônimo Monteiro
«A Cord Made of Nylon and Gold» de Álvaro Menén Desleal
«Acronia» de Pablo Capanna
«The Las Refuge» de Eduardo Goligorsky
«Post-Boomboom» de Alberto Vanasco
«Gu Ta Gutarrak (We and Our Own)» de Magdalena Mouján Otaño
«Future» de Luis Britto García
«When Pilate Said No» de Hugo Correa
«The Falsifier» de José B. Adolph
«The Violet’s Embryos» de Angélica Gorodischer
«Brain Transplant» de André Carneiro
«The Annunciation» de Daína Chaviano
«A Miscalculation» de Federico Schaffler
«Stuntmind» de Braulio Tavares
«Reaching the Shore» de Guillermo Lavín
«Gray Noise» de Pepe Rojo
«Glimmerings on Blue Glass» de Mauricio-José Schwarz
«The Day We Went through the Transition» de Ricard de la Casa y Pedro Jorge Romero
«Exerion» de Pablo Castro
«Like the Roses Had to Die» de Michel Encinosa

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «It’s Coming Down» de Cake en el disco Fashion Nugget]

Piratas del Caribe

¿Puede ser buena una película basada en una atracción de Disney? Pues, aunque sorprenda, parece que sí. The Flick Filosopher (mi nueva crítica favorita) está totalmente entusiasmada:

Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl isn’t just the biggest colon-ated mouthful in a summer of movies with colon-ated mouthfuls of titles. It’s everything we go to The Movies for… Okay, it’s everything I go to The Movies for: To escape, to vicariously live some other life that’s more interesting and more dangerous (if also more absurd) than my own, to meet people I didn’t know I wanted as friends. It’s big and bold and loud but never dumb; it’s smart enough, for all its thrills and edge- of- your- seatness, to be laid back, to be unconcerned with any Deep Meaning, and smart enough to know that a lack of Deep Meaning is not the same thing as vacuousness.

Mis otros dos críticos también la ponen bien aunque son más cautos. Roger Ebert le da un 3 sobre 4 y dice después de criticar la extensión en el tiempo de las escenas de acción:

And yet the movie made me grin at times, and savor the daffy plot, and enjoy the way Depp and Rush fearlessly provide performances that seem nourished by deep wells of nuttiness. Depp in particular seems to be channeling a drunken drag queen, with his eyeliner and the way he minces ashore and slurs his dialogue ever so insouciantly. Don’t mistake me: This is not a criticism, but admiration for his work. It can be said that his performance is original in its every atom. There has never been a pirate, or for that matter a human being, like this in any other movie. There’s some talk about how he got too much sun while he was stranded on that island, but his behavior shows a lifetime of rehearsal. He is a peacock in full display.

James Berardinelli también le da un 3 sobre 4 y comenta:

Pirates of the Caribbean belongs to Johnny Depp. Keira Knightley (now a familiar face in the wake of Bend It Like Beckham) and Orlando Bloom (The Lord of the Rings‘ Legolas, sans ears and blond hair) make a cute couple, and Geoffrey Rush is typically over-the-top as the bad guy, but the star of every scene is Depp. With several gold teeth in his mouth and beads in his hair, Depp plays the part with an engaging goofiness that sets the movie’s tone. In one scene, Sparrow becomes blind drunk, but his behavior isn’t all that different from when he’s sober – a clear indicator of where Depp elected to take the character. Sparrow is a rogue through-and-through, and, although he may have a heart of gold, it’s definitely tarnished. Take away Depp, and you’re left with a derivative and dull motion picture.

Ayer vimos el trailer y visualmente tiene muy buena pinta (en un trailer moderno se hace muy difícil juzgar la trama).

[Estoy escuchando: «Friend Is A Four Letter Word» de Cake en el disco Fashion Nugget]

¿Que Pedro soy?

Russell está feliz porque ha recuperado su puesto en Google. Por lo demás, señala un comentario sobre los nombres propios de los bitacoreros y qué puesto ocupan. Resulta que como normalmente nos enlazamos unos a otros usando el nombre propio (aunque en España tendemos más a usar el nick. Normalmente la gente usa pjorge en mi caso y yo suelo usar fernand0, rvr, JJ o Benji y Vísperas) Google se da cuenta y da más peso. Como siempre hay tiempo para las egorías, me he puesto a mirar qué Pedro soy en Google. Como era de esperar, buscando en inglés ni salgo. Buscando en español, parece que soy el cuarto, detrás de Pedro Almodovar (se caía de maduro), Pedro Aznar y Pedro Delgado. Pues no está mal 🙂

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Sad Songs And Waltzes» de Cake en el disco Fashion Nugget]

Celebración del kitsch

Una extraordinaria colección de recuerdos delirantemente kitsch. Impresionante.

Un truco desagradable

Vaya, vaya, este truco no lo conocía. Me lo acaban de hacer: un referer que contiene código html y por tanto altera la estructura de la página. Es tal como esto: http://br><br><br /><h1>lalala</h1><br>/ ¡Qué cosas inventan! Ni harto vino se me ocurre a mí algo así 🙂

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