Este vídeo posee una extraña perfección. Captura tan bien la estética de Wes Anderson…

Como dicen en The Horrible Perfection of A Wes Anderson X-Men:

Wes Anderson would be the kind of director who would value those flushes of love, while completely disregarding the “seriousness” of the series, special effects, civil rights and all. The Anderson treatment would be honest about the X-men’s heart, but it would also be a confession of defeat. I’m not sure whether Patrick H Willems intended that as part of the commentary: in 2011 he mocked Hollywood whitewashing in “White Luke Cage,” without really pointing fingers at anyone, least of all Marvel. “What if Wes Anderson Made the X-Men?” is part of a series of auteuristic take-offs on superhero properties, which are as much love-letters as spoofs. Intended or not, the skit functions like a critique of Marvel, not of the X-Men or Wes Anderson. How perfect would it be for Hollywood’s whitest director to re-make Marvel’s most prominently diverse cast? So perfect. That’s the sad part.

Sin embargo, de toda esa serie de vídeos cortos de Patrick (H) Willems, éste, por perfecto que sea, no es el mejor. El mejor de la serie “Director X dirige la película Y” es:

Y hablando de Bergman, el amigo faraxo me pasa Ingmar Bergman vs. The World, donde el famoso director se despacha bien con algunos de sus compañeros de profesión.

Circle

Repasando mi breve pero intensa carrera de youtuber con la ayuda de mi hija, resulta que este vídeo sí que cuenta con su entusiasta aprobación.

La métrica, sin embargo, sigue fallando.

Supongo que le gusta porque se nota mucho que el vídeo tiene truco.

El influjo de la luna

Le he puesto este vídeo a mi hija, para demostrarle que su padre ya era youtuber hace años. Me ha dicho que es muy aburrido y que por eso tiene tan pocos “likes” (de hecho, tiene un –1, que debe ser complicado, vamos…).

Tan jóvenes y con las métricas tan claras.

Contra Pi

Viva Tau.

Nunca me cansaré de estos vídeos contra Pi.

Contiene toneladas de espoileres de ésos.

Una rana toca el piano y canta una canción. Poco después descubriremos que canta la rana de Greg, uno de los protagonistas de la serie, pero por ahora tenemos que conformarnos con saber que las ranas canoras son parte de esta serie. O mejor dicho, que esta es una serie dispuesta a mostrar una rana cantante.

La canción que canta, que habla de los sueños perdidos, de nuestras cargas en la vida, de los recuerdos que ahora atesoramos como preciosos, se oye sobre los títulos de crédito, que además van mostrando escenas relacionadas con los sucesivos episodios, aunque no son escenas de los episodios. Son momentos anteriores, se entiende (aparece al menos un personaje que en la serie parece haber muerto), recordatorios de que es vamos a entrar en un mundo con historia. El entorno es vagamente pastoral, apacible, un momento de felicidad y deleite, brutalmente trastornado (como veremos pronto) por una inquietante presencia. Si hubiese que asignar una época, por las imágenes diríamos que estamos en el siglo XIX.

En otoño, nos indica la canción. El verano ya ha pasado y el invierno está a la vuelta de la esquina. La temperatura va bajando, y a lo largo de la serie encontraremos varias referencias al inexorable cambio de la temperatura.

De pronto una voz nos habla de ese lugar. The Unknown (lo Desconocido), nos dice, una tierra misteriosa donde viven las historias y que muy pocos han visto. Justo cuando la narración concluye, un pájaro echa a volar y aparecen dos niños.

Uno es alto, coronado por un extraño sombrero cónico. El otro es bajito, ataviado con una tetera por sombrero. Este último va recitando una larga lista de nombres. Podría pensarse que está considerando qué nombre dar a algo, pero resulta que no, se trata realmente de una lista de los peores nombres para la rana que lleva bajo el brazo.

Van vestidos de acuerdo con el entorno general. Algún momento del XIX, quizá. Vamos, el del sombrero cónico hasta lleva lo que parece una capa. Camisas y pantalones parecen pertenecer a la época.

De pronto, el mayor, Wirt, detiene la marcha de los dos. Se gira contemplando lo que parecen peligros constante y se pregunta en voz alta “¿Dónde estamos?”. Pregunta existencial donde las haya, más retórica que otra cosa, lo que queda claro a continuación, porque ante la precisa respuesta de Greg (“En el bosque”), Wirt no puede evitar añadir: “¿Qué hacemos aquí?”. A lo que Greg vuelve a responder certeramente: van de camino a casa. Deberían haber dejado un rastro, comenta Wirt, sugerencia que Greg aprovecha para sacar un puñado de caramelos del pantalón y arrojarlos al suelo como rastro a seguir.

(Efectivamente, esta es una serie donde los niños llevan los pantalones llenos de caramelos).

Pero Wirt no acepta con facilidad las propuestas prácticas. Se lanza de inmediato a un soliloquio comentando su corazón herido que quedó atrás, su amor perdido. Lo hace empleando el lenguaje más exagerado que se le ocurre. Va para poeta el muchacho.

Quedan así marcadas las personalidades de los dos protagonistas. Greg posee una fe inquebrantable en que cualquier empresa, de alguna forma, saldrá bien. Es todo emoción y fantasía, todo entusiasmo y vigor. Lo suyo es actuar sobre el mundo, sin complicarse, sin comerse la cabeza. Después de todo, Greg es todavía un niño.

Wirt, sin embargo, es más mayor. Claramente está abandonando la niñez a pasos agigantados y no posee ya el entusiasmo vital de Greg. Wirt empieza a apreciar que el mundo está lleno de terrores, que todo podría salir mal. Si Greg apenas piensa –al menos en este primer episodio–, Wirt es todo pensamiento sin acción. No puede evitar dudar y analizar las incontables formas en que todo podría salir mal.

De pronto, hachazos. Ocasión que Wirt aprovecha de inmediato para construir la posibilidad de un asesino con un hacha. Greg, como corresponde a su naturaleza, se lanza hacia el sonido, totalmente confiado. Wirt le sigue y enigmáticamente comenta que Greg les volverá a meter en problemas. Como acabamos de encontrar a los personajes, no sabemos a qué se puede referir. De hecho, no sabemos qué hacen allí ni de dónde han venido. Está claro que ellos no conocen el lugar en el que se encuentran.

Frente a ellos se encuentra el leñador, que recorre el bosque cortando ramas. Que lo haga en plena noche, iluminándose con una lámpara de aceite, podría considerarse extraño. En cualquier caso, Greg propone que le pregunten el camino a casa. Es, después de todo, la única persona que han encontrado. Pero Wirt, como es habitual, no se fía. Mientras discuten, el leñador se va y es ahora, cuando ya no se puede, que Wirt se plantea si no deberían haberle pedido ayuda. Este chico…

Les habla justo en ese momento el pájaro Beatrice, un azulejo, que se ofrece a ayudarles dado que está claro que están perdidos. Wirt reacciona como es habitual, poniendo en duda que los pájaros puedan hablar, a pesar de tener delante un pájaro que habla. Incluso hace un comentario insultante sobre el tamaño del cerebro. Se fía más de su capacidad reflexiva que de la realidad que tiene frente a los ojos.

Greg responde al revés. Para él el mundo es tal y como viene. Cuando Wirt se pregunta qué está pasando, en el sentido más metafísico posible, Greg no puede evitar responder detallando lo que está sucediendo en ese momento. De hecho, Greg no tiene tiempo para las veleidades teoréticas de Wirt (si el pájaro habla, pues habla) y pronto se mueve para colocar un caramelo (azul) sobre una tortuga negra que pasa por allí y, también, para pegar uno (rojo) sobre la capa de Wirt. ¿Será una referencia a Matrix?

En cualquier caso, la charla con el pájaro queda interrumpida por el súbito regreso del leñador, quién les pregunta qué hacen por el bosque, de noche. El leñador menciona por primera a la misteriosa Bestia, que ronda por esos bosques. Ante el comentario de Wirt –quien por supuesto está conjurando todo tipo de resultados negativos–, de que no son más que dos niños perdidos, el leñador les da la bienvenida al Unknown y les dice que están más perdidos de lo que creen. Justo en ese punto hay un plano de uno de los árboles que corta el leñador, un tronco retorcido que parece tener la cara de una persona.

Que en esta serie los personajes tienden a decir cosas que tiene dos, tres o cuatro posibles sentidos también va quedando claro.

Llegan así al molino, donde vive el leñador, a pesar de no ser su casa. En realidad, la encontró abandonada. Mientras enciende la chimenea, vemos encima la figura de un pajarillo. Si el leñador vive en esa casa es porque le da buen uso al molino. La herramienta empleada para encender el fuego de nuevo referencia un momento del pasado. Mientras tanto, Greg sigue dejando un sendero de caramelos.

(Detrás de Wirt hay más figuras de pájaros).

El leñador les explica que su trabajo consiste en extraer aceite de la madera especial que corta. Y con ese aceite mantiene siempre encendida la lámpara que lleva consigo. No lo hace con ganas. De hecho, indica que es una cruz que lleva a cuestas (una de muchas, que distintos personajes irán mostrando).

Por supuesto, a Wirt le parece todo muy sospechoso y pronto se pone a trazar planes, que conjura y abandona con igual celeridad. Todo son dudas con él. Por desgracia, Greg se toma las cosas literalmente. Eso sí, el pobre Greg es también incapaz de no responder con la verdad ante una pregunta. El literal el niño.

Uno de los temas de la serie es el engaño, sobre todo el engaño propio. Casi todos los personajes se engañan a sí mismos, habitualmente debido a la suposiciones que hacen. Por ejemplo, Wirt está convencido de la maldad del leñador y no puede evitar verse retenido, a pesar de que el leñador les dice que pueden irse cuando quieran. Es más, el leñador les advierte que La Bestia ronda el bosque en busca de almas perdidas como las suyas (Greg, siempre optimista, pregunta si para ayudarles). Pero Wirt tiene primero que plantearse si La Bestia existirá de verdad. Por desgracia, tanta duda no le lleva a mantener en mente todas las posibilidades: por ahora, si duda es siempre para pensar lo peor.

Una vez que se quedan solos (el leñador va usar el molino antes de guiarles fuera del bosque), Wirt se hunde en sus dudas, lanzando preguntas como si fuese una ametralladora mientras se tiende en lo que parece, vamos, el diván de un psiquiatra. Mientras tanto, Greg se prepara para poner en marcha el plan de noquear el leñador (a pesar de que Wirt le dijo que lo olvidase, pero Wirt cambia tan rápidamente de parecer que es fácil comprender que Greg no se diese cuenta). Para eso va sopesando distintos objetos, que valora y vuelve a tirar, lo que nos permite ver que por la casa hay todavía más figuritas de pájaros.

Wirt aprovecha la coyuntura para lanzarse a otro soliloquio. “Soy como un bote…” y demás. Está claro que para él, pensar es lo mismo que actuar, mientras que Greg sólo entiende lo que puede tocar con las manos. Wirt concluye su lamento con otra pregunta existencial, referida a quién es o quién quiere ser. Como Greg es incapaz de aceptar ese tipo de reflexiones, Wirt lo manda a jugar con la rana, que ha desaparecido temporalmente. Greg se refiere a la rana como su segundo hermano, lo que da a entender que Wirt es su primer hermano. En cualquier caso, sale de la casa para ir en busca del anfibio, no sin antes lanzar un montón de caramelos sobre el suelo, como si su cuerpecito fuese una fuente inagotable de felicidad.

Soltando caramelos, Greg acaba dando con la rana en el fondo de un barril. En ese momento Greg ve al leñador extrayendo el aceite de la madera. Al poco, Greg cae al interior del barril mientras escucha ruidos que vienen de la espesura. Cuando levanta los ojos, un animal feroz, de dientes largos y ojos multicolores y relucientes ocupa toda la abertura del barril. Los ojos son francamente bonitos, y así lo dice Greg.

Wirt está en el interior de la casa (intentando pasar el rato con uno de esos juguetes de encajar una bola en un palo) cuando oye la conmoción. También entra el leñador, que ha abandonado sus labores de producción de aceite para ir a enterarse de qué está pasando. Al poco entra Greg, que hace una referencia a “hot dog” (quizá la primera indicación de que no pertenecen a la época de la ropa que llevan) antes de que el perro monstruoso rompa la puerta.

Wirt cree que es la bestia. El leñador se prepara para defender a los niños. Y Greg decide que ése es el momento justo para poner en marcha el plan desechado y noquear al leñador. Éste, más por casualidad que por otra cosa, acaba efectivamente inconsciente en el suelo.

Una vez más queda en evidencia la diferencia entre los niños. Mientras Wirt se oculta tras una pantalla de metal, Greg se lanza a atacar al monstruo, usando muy poco eficientemente el mango del hacha. En cualquier caso, se produce la persecución y la acción se traslada rápidamente al molino en sí (donde por cierto, hay un saco de papas con un pájaro pintado). Es ahí donde descubren que el perro monstruoso ha estado siguiendo el rastro de caramelos, comiéndoselos hasta llegar al molino. Mira tú…

Wirt no vacila en regañar a Greg, porque justo eso es lo más importante cuando tienes delante a un monstruo enorme dispuesto a devorarte. En cualquier caso, una vez en el tejado, la única solución parece darles todos los caramelos. Pero el único que queda es el que Wirt lleva pegado a su capa, que Greg usa prontamente para hacer que el perro salte desde el tejado y vaya a caer, como si de un villano Disney se tratase, justo a la rueda del agua, donde pronto morirá aplastado.

Bueno, no, porque si algo le gusta a Más allá del jardín es no seguir el lugar común. Resulta que la fuerza de la rueda –mientras Wirt y Greg caen al agua– obliga al perro a expulsar ¡a la tortuga negra con el caramelo azul! Resulta que el monstruo no era más que un perro normal, mágicamente transformado. Es más, se trata del mismo perro que vimos en los títulos de crédito acompañando a una joven junto al agua.

Y aquí es donde ya toda la acción de la serie se precipita. El molino ha quedado destruido y también la producción de aceite. ¿Qué pasará ahora con la lámpara? Es más, ni siquiera han acabado con La Bestia, como les informa rápidamente el leñador (despertado, evidentemente). Un curioso detalle es que mientras el leñador habla de La Bestia, una hoja se desprende de un árbol y sale volando, recordándonos el invierno que se acerca.

Wirt le ha echado la culpa a Greg de todo lo sucedido. Pero como le recuerda el leñador, Wirt es el mayor y por tanto el responsable. Cuál es la forma correcta de operar en el mundo, cuál es tu grado de responsabilidad, es otro de los temas que trata la serie. Que se junta con otro más: el miedo. Ya ha quedado claro que Wirt tiene miedo a la responsabilidad, tiene miedo de tomar decisiones y equivocarse. Se está haciendo mayor y eso le produce terror.

Antes de verles partir, el leñador les da tres consejos: Cuidarse de lo Desconocido, temer a la bestia y salir de allí… si pueden. Es la carga de Wirt, en un universo narrativo donde cada uno lleva su propia cruz. A Greg le dice que le dé de una vez nombre a la rana. Greg decide que la llamará Wirt, lo que implica que a Wirt tiene que llamarle de otra forma y así sucesivamente. Como a lo largo de la serie la rana tendrá muchos nombres, es evidente que Greg vive en un mundo mental pre-adánico, donde el nombre de la rosa es mucho menos importante que la rosa en sí.

Un último pájaro en una rama antes de cerrar el episodio.

Lo fascinante de este primer episodio es cómo establece sus temas principales en unos pocos minutos: el engaño, el miedo y la responsabilidad. Que lo haga aprovechando las diferencias de personalidad entre los dos niños es ya guinda. También ha establecido una cierta urgencia y una clara línea temporal. El molino ha quedado destruido, el aceite ya no está, lo que vuelve complicado mantener encendida una lámpara cuya función desconocemos. Así mismo, sabemos que se acerca el frío, lo que exige la necesidad de volver a casa.

Lo que no ha terminado de quedar claro es qué hacen ahí esos dos niños. Es evidente que no se han limitado a alejarse un poco de su casa. Más bien, lo Desconocido es un mundo liminal, donde hay ranas que cantan, truchas subidas a una barca e incluso pájaros que hablan. También rondan las bestias y los perros se pueden transformar en monstruos feroces. Pero para ellos todo eso es totalmente desconocido y lo van descubriendo junto con los espectadores.

Tampoco está clara la naturaleza exacta de su relación. Parecen ser hermanos, pero está claro que Wirt se exaspera con la forma de ser de Greg y que su relación no es todo lo buena que podría ser.

Y queda Beatrice, sí, que todavía no ha tenido oportunidad de hacer nada.

Habrá que ver el segundo episodio.

Actualización: El amigo rvr me recuerda Walt Disney’s The Old Mill (1937) – YouTube, una de las múltiples referencias a Disney que hay en la serie.

Terry Pratchett

No iba a escribir sobre Terry Pratchett, más que nada porque mucha gente está escribiendo sobre él (porque se lo merece) y no me parece que yo tenga nada interesante que decir. Empecé a leer sus novelas con Mort, lo que fue una suerte, porque tanto el El color de la magia y La luz fantástica me parecen malísimas. Por suerte, digo, no empecé el orden correcto y pude así disfrutar de maravillas como Small Gods o algunas de las más recientes de Mundodisco (Night Watch, por ejemplo, otra maravilla), donde desplegaba su enorme inteligencia.

Y qué les voy a decir, The Science of Discworld es un gran libro de divulgación científica.

Pero a lo que venía yo. Charles Stross rememora a Terry Pratchett y da un atisbo de lo que su fama debía significar para él.

Terry Pratchett – Charlie’s Diary

He was generous not just with money, but with his soul. He was irrascible, yes, and did not suffer fools gladly: but he was empatic as well, and willing to forgive. Witty. Angry. Eloquent. A little bit burned by his own fame, and secretly guilty over it, but still human. And the world is smaller and darker without him, and I miss him deeply.

Mi personal homenaje será leer The Science of Discworld IV: Judgement Day.

Arthur Shimamura tackles art appreciation in his book “Experiencing art: in the brain of the beholder”

While I think Dr. Shimamura’s book would be of value to anyone interested in advancing the field of aesthetics, I found it particularly refreshing as someone with a background in the sciences. Too often we are confronted with a text that relies on outdated philosophical arguments and refuses to consider contributions outside of artistic circles. Experiencing Art is written in an approachable style, and it provides the science-inclined with a rational means of confronting, and ultimately, appreciating art.

Only one grey hare

So many years and just a single grey hare

Una foto publicada por @pjorge el

Más allá del jardín

over_the_garden_wallMás allá del jardín (Over the Garden Wall, en inglés) es una maravillosa serie de animación de 10 episodios de diez minutos cada uno. Cuenta la historia de dos hermanos (Wirt y Greg), perdidos en un bosque fantástico lleno de seres asombrosos y terrores horribles.

Con una animación espectacular, un guión sugerente y lleno de reflexión, con sus referencias a los dibujos animados clásicos (Fleischer, por ejemplo) y sus grandes dosis de Americana, ofrece un equilibrio exquisito entre los dilemas emocionales de los protagonistas, los momentos de humor y los terrores cotidianos.

Vamos, más que recomendada. Vale la pena verla y volver a verla (yo voy por la tercera vez).

Y mañana (día 16) comienza a emitirse en el canal Boing. Será durante cinco días seguidos, a dos episodios por día. A partir de las 21:10.

Y cuando termines de verla, puedes probar con este vídeo:

Árboles

Una foto publicada por @pjorge el

Bach to Africa

Lambarena – Bach to Africa es el disco que estoy escuchando ahora y me encanta. Creado como homenaje a Albert Schweitzer, el disco combina la tradición musical de Gabón con la música de J.S. Bach. El resultado es espectacular.

Como dicen en aquí:

The CD features classically trained European musicians, 10 ensembles from Gabon, and several Argentinean musicians, who worked together in the studio many months to create the album. The most successful tracks mysteriously capture the underlying musical impulse common to the two traditions, and the result opens up new meanings, and sounds natural and organic. For example, it’s astonishing, on track 2, how beautifully a traditional song from Gabon dovetails and overlaps with “Lasset uns den nicht Zerteilen,” from the St. John Passion, and how they complement each other in their exuberant affirmation of life.

Aunque señalan al final que alguna pieza no acaba de funcionar del todo.

Diseñar para seres humanos

Al principio pensé que este vídeo sería el típico que te diría que hay que tener en cuenta a las personas que van a usar tu producto. Aunque incluso esa lección es válida, porque la tendencia de mucha gente es a diseñar apps pensadas para una única persona (lo que se plasma es la tendencia odiosa de la app “opinionated”) sin tener en cuenta las necesidades de los usuarios finales.

Sin embargo, me alegra comprobar que el vídeo da un paso más y nos invita a considerar el uso de nuestro producto acercándonos a otros grupos sociales, a otras culturas y a gente no ya un poco diferente a nosotros, sino muy diferente. Una lección todavía más válida.

Jugo de friki

So good: Scenes From A Multiverse » Nerd Juice

Por otra parte, todo el mundo sabe que las lágrimas del friki son siempre amargas.

Amadeus

Me ha encantado este comentario final, donde indica que el tema principal de la película es el proceso de escribir una ópera y que en cierta forma, la película en sí es una ópera:

Or even more simply: the thing Amadeus primarily depicts, biopically-speaking, is the writing of operas – a dramatic form in which strong emotions are presented in a heavily artificial matrix of absurd plot and florid singing. And because of that artifice, the emotions are more immediately accessible. And that’s basically the exact same thing Amadeus is doing: the mechanism of the artifice is different, but the intensity, lack of subtlety, and thus the accessibility, they’re all the same. It’s a prose opera. Form and content meet and seamlessly blend. Terrific stuff.

Antagony & Ecstasy: THE LOVE OF GOD

El traje

Hay serie de Supergirl en preparación y quizá lo que más me ha llamado la atención es el traje:

Es casi normal. Es casi posible imaginarse a un ser humano de verdad caminando por la calle con ese traje. Y me encanta lo que se aprecia de las texturas del azul y la falda roja (probablemente el traje en la serie se vea algo más luminoso de lo que parece en la fotografía, porque en las fotos promocionales siempre tienden más a lo gritty).

supergirl

Mi asombro se deriva de la hipersexualización de las heroínas de cómics. Ya lo comentan en Supergirl debutes her new dark and modern look, donde enlazan a un sketch sobre la gran diferencia entre las armaduras de fantasía para hombres y para mujeres (la respuesta, por cierto, es que los hombres eligen las armaduras tanto para hombres como para mujeres).

Pero vamos, el traje elegido me hace pensar que es posible que la serie tenga su gracia. Y la verdad, como personaje, Supergirl siempre me ha parecido mucho más interesante que su primo Superman. A poco que se pongan en serio…

Vale, el sketch es éste:

A veces vemos relojes

En el episodio cuatro de Guion Ausente, hablamos del Apple Watch que, previsiblemente, tendrá su presentación definitiva este próximo lunes.

El episodio:

004: Es posible que sea invierno ahí fuera, pero en mi corazón es primavera

No nos pudimos resistir a hacer un chiste con la primavera.

Y hablando del reloj. Es interesante The Apple Watch Is Time, Saved porque se dice que la gente que lo está usando habitualmente (se entiende que dentro de Apple) ahora recurre menos su iPhone:

People that have worn the Watch say that they take their phones out of their pockets far, far less than they used to. A simple tap to reply or glance on the wrist or dictation is a massively different interaction model than pulling out an iPhone, unlocking it and being pulled into its merciless vortex of attention suck.

One user told me that they nearly “stopped” using their phone during the day; they used to have it out and now they don’t, period. That’s insane when you think about how much the blue glow of smartphone screens has dominated our social interactions over the past decade.

Origami bailarín

Tengo candidato a la categoría de “lo más chulo que vas a ver hoy”. Grullas de papel bailando:

Que he visto en A Flock of Synchronized Dancing Origami Cranes on an Electromagnetic Stage. Pero por Dancing Paper, 8bit Harmonica, and Musical Umbrella by Ugoita descubro que este hombre tiene más cosas chulas.

Por ejemplo, el paraguas musical, que convierte las gotas de lluvia en tonos musicales. Si la tuviese, aquí donde vivo podría estar escuchando una sinfonía 24 horas al día, 365 días al año…

El problema de Monty Hall es tremendamente fácil de explicar, pero terriblemente difícil de comprender:

Estamos en un concurso con tres puertas cerradas. Tras una de esas puertas hay un gran premio. Tras las otras dos puertas no hay nada o quizá algún objeto sin valor. El presentador del concurso nos deja escoger una puerta. A continuación, de las dos puertas que quedan, el presentador abre una y muestra que no hay nada (o un objeto sin valor). El presentador siempre abre una de las dos puertas restante y siempre abre una puerta sin valor (porque sabe dónde está el gran premio).

Ahora, lo importante.

El presentador nos pregunta si queremos cambiar nuestra elección inicial, renunciar a la puerta que escogimos, y quedarnos con la puerta que queda por abrir.

¿Qué debemos hacer? ¿Quedarnos con la puerta original o cambiar a la que queda por abrir? ¿Qué decisión incrementa nuestras posibilidades de ganar el gran premio?

Hay varias razones por la que este problema resulta tan complicado. La primera, y la más evidente, es que se nos da muy mal razonar con probabilidades. La segunda, el hecho de que el presentador abra una puerta crear una enorme confusión, generando lo que me parece el problema real. Si razonásemos con las puertas cerradas y nos ofreciesen cambiar nuestra puerta por las otras dos (es decir, cambiar grupos de puertas, no puertas individuales), la solución sería evidente: cambiar incrementa siempre tus posibilidades de ganar.

(Otra forma de verlo es pensar que hay un millón de puertas. Nos permiten escoger una y a continuación el presentador abre 999.998 puertas, mostrando que tras ellas no hay nada. ¿Debemos cambiar nuestra puerta inicial por la que queda sin abrir?)

Pero lo realmente interesante de este problema es lo que sucedió cuando a Marilyn vos Savant se le ocurrió dar la respuesta correcta, como cuentan en The Time Everyone “Corrected” the World’s Smartest Woman:

When vos Savant politely responded to a reader’s inquiry on the Monty Hall Problem, a then-relatively-unknown probability puzzle, she never could’ve imagined what would unfold: though her answer was correct, she received over 10,000 letters, many from noted scholars and Ph.Ds, informing her that she was a hare-brained idiot.

What ensued for vos Savant was a nightmarish journey, rife with name-calling, gender-based assumptions, and academic persecution.

En el artículo se muestran algunos de los mensajes enviados por expertos. Exudan en su mayoría un paternalismo increíblemente desagradable, dando por supuesto que ellos como expertos no pueden estar equivocados. Alguno le sugiere mirar un texto básico sobre probabilidades. Otro dice que el lado positivo es que si todos esos doctores estuviesen equivocados el país estaría en muy mala situación. E incluso uno se plantea que quizá las mujeres ven la matemática de otra forma.

The outcry was so tremendous that vos Savant was forced to devote three subsequent columns to explaining why her logic was correct. Even in the wake of her well-stated, clear responses, she continued to be berated. “I still think you’re wrong,” wrote one man, nearly a year later. “There is such a thing as female logic.”

Pero ya digo, no es un problema realmente complicado. Basta con tener claro lo que está pasando (y, por supuesto, aceptar que es totalmente artificial. Nadie haría un concurso en el que el presentador siempre hiciese lo mismo) y no dejarse llevar por nuestra impresión inicial. Con el tiempo, el problema ha pasado a ser uno más de los que salen en los libros de puzzles y que sirve para confundir durante un rato. Y ha habido cambios de parecer:

Among the new believers was Robert Sachs, a math professor at George Mason University, who’d originally written a nasty letter to vos Savant, telling her that she “blew it,” and offering to help "explain.” After realizing that he was, in fact, incorrect, he felt compelled to send her another letter – this time, repenting his self-righteousness.

“After removing my foot from my mouth I’m now eating humble pie,” he wrote. “I vowed as penance to answer all the people who wrote to castigate me. It’s been an intense professional embarrassment.”

El bucle eterno

El bucle eterno

Hay películas que me gustan y películas que me disgustan; películas que adoro y películas que aborrezco; películas que me parecen buenas y películas que me parecen malas; películas bien hechas que no me interesan en absoluto y películas simplemente pasables que me interesan mucho… Y más allá de todas estas categorías, y de otras muchas que supongo que todos tenemos montadas en nuestra cabeza, hay una categoría muy extraña que no sé muy bien cómo definir: El bucle eterno.

¿Qué quiero decir con eso de «el bucle eterno»? La explicación breve sería películas que vería en bucle una vez tras otra, pero el asunto es un poco más complicado que eso…

Veamos… Por mucho que me fascine una película, no soy capaz de terminar de verla y volver a verla, o verla tres veces en un día, o en una semana, o en un mes, ni siquiera en un año. Obviamente, hay películas que he visto docenas de veces, pero en diferentes momentos de mi vida, en diferentes circunstancias, con diferentes personas, no una vez detrás de otra de manera compulsiva. Incluso cuando escribo algo sobre alguna película o trabajo con ella para un remix o cualquier otro tipo de pieza, es muy, muy raro que la vea dos veces seguidas entera, porque me aburro enseguida de todo, incluso de lo que me gusta. Para mí esto es una verdad universal, salvo por dos excepciones, y lo más curioso de todo es que se trata de dos películas que considero muy irregulares.

A mí sólo me ha sucedido con una película: Primer, de Shane Carruth. La terminé de ver e inmediatamente la volví a empezar.

Por lo demás, tengo con las películas la misma relación que ella explica: me cuesta volver a verlas. No es que no vea dos veces la misma película, o más, pero no es algo que me salga naturalmente y habitualmente viene dictado por las circunstancias (que otra persona quiera verla y me apetezca hacerle compañía, por ejemplo). Tiene que pasar mucho tiempo, años incluso, para que me entren ganas de repetir una película.

Pero relacionándolo todo con lo sublime, una idea más que apropiada para lo que discute, yo sí que mantengo mi propia relación (y aquí me voy desviando): la del universo cerrado. Es decir, aquella película que me da la sensación de haber viajado a otro universo, realmente a otro lugar completamente ajeno a mi mundo habitual.

De hecho, sólo hay una película que me haya producido ese efecto. No me lo causan las películas de ciencia ficción o fantasía –que habitualmente me parecen demasiado “realistas” (negándose, habitualmente, a aceptar su propia alteridad e insistiendo continuamente en anclarse en nuestro mundo en un proceso llamativo de autonegación)–, que parecerían las candidatas ideales para ese fenómeno.

No, la película que me provocó ese efecto de mundo autocontenido, de enfrentarse realmente a lo sublime (que para mí tiene más connotaciones de Burke, y por tanto está más cercano al hecho de mirar al infinito) fue El año pasado en Marienbad de Alain Resnais. Verla fue sentirse lo que indiqué antes, una traslación inmediata y sin concesiones a otro universo, a un mundo tan cerrado en ese jardín, en ese edificio desmesurado, entre esas personas que parecen robots, que cualquier huida es totalmente imposible. Estoy convencido de que intentar salir por la izquierda de Marienbad implica volver a entrar por la derecha.

Lo que voy a conectar de inmediato con otra reflexión que hace: la estética noise. Yo también cuando escucho a Merzbow tengo justo esa sensación de algo que está anegando completamente mi cerebro, algo que encaja a la perfección y lo fija totalmente:

Menciono el noise porque creo que hay en él (o al menos en una parte de él que a mí me interesa particularmente) una especie de atropello mental y emocional que no te permite ningún tipo de huída, al contrario que la mayoría de la música o cualquier otra forma de arte, de las que habitualmente te puedes abstraer fácilmente. Con música noise tipo Merzbow o Haswell & Hecker no puedes elegir entre estar o no estar, porque su intensidad es tal que está por encima de lo orgánico.

Para mí, mucha de la música convencional bien podría ser la banda sonora de los Teletubbies: algo que puedes escuchar pero que en última instancia es irrelevante. Y de hecho, la música clásica que más me gusta –las suites de Bach, por ejemplo– comparte con el noise justo esa característica personal: impedir que mi cerebro escape.

Es posible vivir con medio cerebro

Vamos a evitar hacer chistes sobre redes sociales y centrarnos en lo importante. Lo que viene a decir el artículo, Why you can live a normal life with half a brain, es que es posible vivir con cierta normalidad a pesar de haber sufrido daños en el cerebro.

La respuesta está en que el cerebro, a pesar de todas las metáforas tecnológicas que empleamos para hablar de él, es un mecanismo pero no una máquina como la hubiésemos diseñado nosotros:

Part of the problem may be our way of thinking. It is natural to see the brain as a piece of naturally selected technology, and in human technology there is often a one-to-one mapping between structure and function. If I have a toaster, the heat is provided by the heating element, the time is controlled by the timer and the popping up is driven by a spring. The case of the missing cerebellum reveals there is no such simple scheme for the brain. Although we love to talk about the brain region for vision, for hunger or for love, there are no such brain regions, because the brain isn’t technology where any function is governed by just one part.

Es también, como apunta, un problema de ignorancia: sabemos mucho menos del cerebro de lo que nos gustaría.

Uno de los casos que cuenta es el de una persona con una tenia que fue atravesándole el cerebro de un lado a otro.

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