He aquí un vídeo de CGP Grey (si no conoces los vídeos de CGP Grey, probablemente te estés perdiendo algo interesante. Una recomendación: Humans Need Not Apply (Inglés, 15’)). Va de unas posibles implicaciones de la comisurotomía, una operación en la que se corta el cuerpo calloso que une los hemisferios cerebrales, impidiendo la comunicación entre ellos. Desde ese momento, los hemisferios actúan de forma casi independiente.
Por supuesto, lo que cuenta el vídeo es conocido desde hace mucho tiempo (la primera operación fue en 1962) y ya lo sabías si leías divulgación científica en la época en la que esos casos se comentaban mucho (es curioso como los temas de divulgación científica fluctúan con el paso de los años. Se habla mucho de ellos durante un tiempo, desaparecen y luego vuelven).
También es verdad que la conclusión del vídeo no se deriva necesariamente de lo que cuenta. Es decir, la tesis del vídeo de que eres dos personas, porque cada hemisferio realiza la mitad del trabajo de ser tú, cada uno es autónomo y cada uno tiene funciones y preferencias propias podría ser un simple efecto de la operación. Quizá ese estado sólo se manifiesta cuando has cortado el cuerpo calloso.
Es decir, lo que el vídeo cuenta es sugestivo y da a entender la tesis, pero está lejos de demostrarla. Lo cual no deja de resultarme curioso, porque creo que tiene toda la razón.
¿Dos cerebros autónomos?
Probablemente no.
¿Pero dos personas?
Ni de lejos.
Muchas personas.
O sistemas, o agentes o como te apetezca llamarlos.
Eso sí, debo admitir que lo que dice el vídeo es una posibilidad y que mi impresión personal es completamente errónea. Quizá efectivamente nuestros dos hemisferios sean razonablemente autónomos, cada uno con sus preferencias y cada uno con sus habilidades (uno sabe hablar, mientras que otro reconoce las caras), pero que se comunican entre sí, de forma que rara vez notamos las discrepancias.
Mi problema con la idea es que dos me parecen pocos.
Yo concibo más mi mente como aspectos o sistemas cada uno haciendo de las suyas y ocupándose de sus tareas, cada un con sus preferencias y deseos. Voy a decir que son “inteligencias” que están ahí, de fondo, cuya actividad sólo es evidente si prestas mucha atención, pero cuyas acciones acaban llegando a la mente consciente en momentos determinados. Es decir, la parte de mí que cree ser yo no es más que uno de los muchos sistemas que hay corriendo por mi mente, y no es necesariamente el más capaz ni el más listo de todos ellos.
A veces, sin embargo, el proceso se manifiesta de una forma mucho más evidente.
Por ejemplo, en el caso de Historia de dos laberintos.
Para empezar, mi sensación es la de no haber escrito ese texto. Mi sensación es la de haberlo copiado. Copiado directamente de mi cabeza, a donde llegó prácticamente como está ahí, palabra a palabra. Me ha pasado varias veces y es siempre extraño y desconcertante. Pero imagina que algo así te sucede continuamente. ¿Te puede extrañar que alguien acabe creyendo en las musas o en entidades sobrenaturales? Si crees que tu mente es todo lo que tú puedes percibir de ti mismo, ¿de dónde ha salido ese texto?
Para mí es evidente que salió de una parte de mi cerebro que claramente decidió escribirlo. O mejor dicho, asumo que simplemente creó su estructura y luego, en el proceso de llegar a mi consciencia, fue recogiendo las palabras o quizá eso sucediese en el proceso de “leerlo”. El efecto es similar al de tener una hoja mental de papel colgando en la cabeza y tú simplemente vas leyendo y transcribiendo lo que pone. Mi “única” aportación fue añadir las referencias a Borges, porque no puedes escribir sobre laberintos sin referenciar a Borges. Está prohibido o algo…
Voy a intentar una imagen.
Mentalmente yo vivo en un salón muy bien iluminado. Hay un montón de cosas y si no lo pienso mucho, da la impresión de que no hay más. Pero en realidad, si presto atención soy consciente de que vivo en una casa mucho mayor, de la que el salón no es más que una zona muy reducida. El resto está totalmente a oscuras, o quizá sea invisible, pero de vez en cuando surgen cosas de otras zonas de la casa que llegan hasta mi salón.
Aquí dentro no estoy solo.