Hace un tiempo alguien acuñó la idea del Borg Complex, para referirse a aquellas declaraciones que se limitan a decir, o a dar por supuesto, que toda resistencia a la tecnología es inútil. Es habitualmente, aunque no siempre siendo a veces una retórica para vender más, una filosofía derrotista que viene a decir que el ser humano está sujeto a fuerzas tecnológicas que no puede controlar.
Hoy me he encontrado un ejemplo en La cara ya es algo más que el espejo del alma, que trata sobre una empresa de reconocimiento facial. Enfrentados al hecho de que esa tecnología haría evaporarse toda posible intimidad en cuanto uno esté mínimamente cerca de una cámara, uno de los dueños de la empresa dice:
Según la filosofía de Kabakov, una persona hoy en día tiene que aceptar que va a vivir permanentemente rodeada de tecnología, que se dispone de datos en tiempo real de sus movimientos e intereses, y que eso es algo que no se puede detener de ninguna manera, lo que obliga a intentar mantener ese progreso tecnológico como un desarrollo lo más abierto y transparente posible.
Obsérvese el “algo que no se puede detener de ninguna manera”. Borg Complex en todo su esplendor.