Matt Novak resumió muy bien la compra de Oculus por parte de Facebook con el titular Facebook is Buying Oculus Because It Needs a Sci-Fi Toy:
Why is Facebook buying the virtual reality company Oculus? Because without a sci-fi toy — like Google’s robots or Amazon’s drones — Facebook had nothing to offer hungry tech journalists who are looking for the next big thing.
A lo que mi amigo fernand0 añadió en Twitter lo de “Y mística también necesitan”. Qué es absolutamente cierto. Con un juguete de ciencia ficción compras aura de futuro, aunque esa idea de futuro se crease hace 40 años y hoy en día debería estar condenada al cajón de las antigüedades. Oculus no es tanto futuro como nostalgia del futuro.
Lo que me lleva a la frase del título, que es de Dale Carrico. Con el futurismo no se trata de inventar un futuro. Todo lo contrario, se trata de volver atrás e intentar recrear el futuro que pensamos que iba a ser, una idea del mañana que se remonta a las ferias mundiales de los años 30. Por eso tenemos a tanta gente reclamando coches voladores, viajes espaciales o colonias lunares. Como aquella famosa portada de Buzz Aldrin, que lo pintaba, seguro que injustamente, tan desconectado del mundo en el que vive que consideraba el presente un fracaso porque no le había dado su preciosa colonia marciana.
Tampoco es extraño. Nuestra idea actual del mundo futuro se forjó en un momento concreto, aderezado por una fe inquebrantable en el desarrollo tecnológico y en la capacidad de la técnica para crear por sí sola un mundo mejor. Puede que ese tecnoutopismo ya no sea tan descarado, pero sin duda sigue dando forma a nuestra idea de lo que será.