Y te encuentras con erratas. No tiene nada de raro, ya que ninguna labor humana es perfecta y los errores son inevitables. Pero lo simpático es mi reacción al dar con el fallo (una a que falta en medio de una palabra, digamos, o «fugo» por «fuego»): no me sorprende el error. Lo que me sorprende, durante una fracción, de segundo es no ver una línea roja ondulada bajo la palabra, indicando que no aparece en el diccionario y que por tanto es preciso revisarla.
Qué conveniente sería. Para que luego digan que los libros en papel no tienen sus limitaciones.
Como mucho la verías subrayada en verde indicando error gramatical (si tu editor tiene de esas cosas), dado que la palabra de tu ejemplo sí que está en el diccionario:
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=fugo