James Whale fue uno de esos directores capaces de hacer una segunad parte que supera a la primera. Sólo por eso el hombre se merece un respeto. Y parece que este James Whale: el padre de Frankenstein de Juan A. Pedreros Santos (Calamar Ediciones. ISBN: 978-84-96235-37-3. 288 pp. PVP: 24 €) —teniendo en cuenta que las publicaciones de Calamar suelen estar muy bien— parece muy buen presentación. Como también suele ser habitual, el libro está ilustrado con una enorme generosidad, con varias imágenes a todo color y a página completa.
De la contraportada (un fragmento del prólogo de Guillermo del Toro):
La vida y filmografía de James Whale están cargadas de contradicciones y dolor. Y en ambos casos el tema dominante es la pérdida, el extravío y la muerte. la criatura de Víctor Frankenstein, nacida de la pluma de Shelley, es el santo patrón de los desvalidos sociales, de los espíritus raros, de las almas oscuras, y encuentra en Whale su Leonardo. un retratista que carga de ambigüedad y pasión todo lo que toca; un hombre con una increíble capacidad para hacer que cada detalle, visual o sonoro, rime hasta crear un poema tonal de absoluta perfección.
En este libro encontraremos una meticulosa crónica y una inteligente análisis de la obra de un cineasta único. El ascenso y eventual olvido de Whale se narran con precisión y bien informadas opiniones. en esta crónica encontraremos los fortuitos accidentes que impidieron que Bela Lugosi hiciera el papel de monstruo, la metodología del volcánico y quimérico maquillador Jack Pierce, mago del colodión y el algodón; las castas crónicas de un Hollywood salvaje y descocado y todos los detalles que conforman el via crucis de un hombre que creía tener el alma manchada de hollín, como un minero, y que creó una autobiografía imaginaria sin censura, sin medida y sin final.
Bienvenido a un mundo de Dioses y Monstruos…
Y sobre James Whale:
El británico James Whale (1889-1957) comenzó su carrera cosechando grandes éxitos en el teatro londinense, para posteriormente dar el salto a la dirección cinematográfica en Hollywood. Si bien su obra no se circunscribió exclusivamente al cine de terror (sólo se enmarcan en este género cuatro de sus más de veinte películas), sí es por su aportación al mismo por lo que es y será siempre recordado. El doctor Frankenstein (1931), El caserón de las sombras (1932), El hombre invisible (1933) y La novia de Frankenstein (1935) son su mayor legado. Producidas en el seno de los estudios Universal cuando estos vivían su etapa de mayor esplendor, tres de ellas están unidas a otro gran mito del cine fantástico: Boris Karloff, que siempre será reconocido como el mejor actor que interpretó al monstruo de Frankenstein, al igual que Whale será recordado como el padre de Frankenstein.
La literatura, a través de la exitosa novela de Christopher Bram, El padre de Frankenstein, y el propio cine, con la adaptación a la pantalla de esa misma obra literaria que se materializó en Dioses y monstruos (Gods and Monsters, 1998), dirigida por Bill Condon, se ocuparon de acercar al público la personalidad de tan peculiar creador. En ambos casos de forma muy inspirada. Este libro es otro intento de dar continuidad a la divulgación de la vida y obra de este singular artista. James Whale es, como cineasta, todo un clásico. Y los clásicos, ya se sabe, nunca morirán.