Una instalación de Chris O’Shea. 64 espejos del tamaño de una cabeza. Cada uno de ellos se mueve de una forma determinada para dar la impresión de un comportamiento humano (charlan, se alejan, se muestran tímidos, etc…). Cuando encuentran a alguien del público que les resulta interesante, todos los espejos se dirigen hacia esa persona. En ese momento, la persona ve su reflejo en todos los espejos. Los espejos seguirán a la persona hasta que pierdan el interés, momento en que seguirán a otra o volverán a interaccionar entre ellos.
Es una cámara cenital la que ayuda a escoger a un miembro del público y la que permite a los espejos seguir a esa persona.
Un descripción más técnica en inglés.
Un vídeo:
(vía New Art)