El futuro ya no es lo que era

Hace poco, charlando con eduo, recordé este texto, que escribí hace unos ocho años, a principios del 2000 y lo publiqué en El archivo de Nessus. Va sobre cómo percibimos el futuro y el presente. Es un tendencia humana pensar que el mundo era perfecto cuando teníamos quince años y que no ha hecho más que empeorar desde entonces. Por otra parte, la ciencia ficción nos ha hecho un daño enorme haciéndonos creer que sus fantasías –viajar a las estrellas y colonizar la galaxia- iban a convertirse en realidad. No es así, y me alegro, la verdad. La ciencia ficción es pura ficción y así debe ser.

* * *

El futuro ya no es lo que era

Llevo más de un mes del nuevo año, y todavía no me he acostumbrado del todo a vivir en el año 2000. En parte, es un efecto de las expectativas creadas sobre ese año. Durante mucho tiempo, el año 2000 fue el futuro, incluso cuando se acercaba inexorablemente. Hace treinta años, hablar del 2000 era casi hablar de un remoto tiempo tan lejano e irreal como el país de Oz. En el año 2000 todo iba a ser diferente: habría coches voladores, la gente no trabajaría, todos seríamos más felices y más guapos, haríamos vacaciones en la Luna y quizá nos plantearíamos ir a Marte. O peor, en el año 2000 la civilización humana habría quedado destruida en un desastre nuclear, con el mundo futuro recorrido por mutantes y nuevas y alucinatorias especies.

¿Qué pasó con el futuro?

Pues es muy sencillo: al igual que el sueño americano, se hizo realidad.

Y resultó, como era previsible, ser completamente diferente.

Pues, evidentemente, no es el futuro predicho por incontables relatos de ciencia ficción, sino el futuro real, el múltiple, inconexo, variado y extraordinario mundo producto de incontables influencias. Un futuro que no tiene nada que envidiar a cualquier futuro de ciencia ficción, y que en muchos aspectos es claramente superior, especialmente, por toda su riqueza de detalles y matices.

Si no me creen, miren a su alrededor. O, mejor, revisen su propia experiencia personal. Hace unos años, en el lejano 1992, hablaba con un amigo sobre el modelo ideal para una revista electrónica. En aquel tiempo remoto, una revista así era un programa especial que se distribuía a aquellas personas que quisiesen leerlo. Tenía muchas de las mismas limitaciones de una revista en papel. Una vez editada, no podía cambiarse, era necesario distribuirla, y por supuesto, no era posible leerla en cualquier ordenador, sino en una máquina concreta que cumpliese los requisitos concretos del programa. Concluimos, con ojos soñadores, que lo ideal sería tener un servidor remoto, al que la gente pudiese conectarse cuando quisiese y disponer así de una revista continuamente actualizada, con todos los números anteriores disponibles y de forma gratuita. El mayor obstáculo que veíamos, era que la gente siempre ha sido reacia a conectarse por teléfono.

Qué ingenuos, ¿verdad?

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photo credit: Karl Palutke

Hoy, por supuesto, usted está leyendo esto en la red. Este texto no tiene, y previsiblemente no tendrá nunca, versión en papel. Todo El archivo de Nessus no es más que una revista electrónica que se actualiza periódicamente (y si no lo hace diariamente es porque su administrador, yo, tiene demasiado trabajo en la realidad real) y si mañana decido alterar este texto, esa versión estará inmediatamente disponible y será la «oficial». Sigue teniéndose la limitación de un ordenador, pero pronto se podrá acceder a Internet con gran número de dispositivos y en cualquier lugar. Y quizá en un futuro no tan lejano, el papel electrónico permite cumplir el sueño de tener una revista continuamente actualizada, con gran resolución y que uno pueda llevarse al baño. Y cuando hablo de revista incluyo, evidentemente, cualquier otro tipo de texto o información.

Otros ejemplos abundan. El teléfono móvil, la televisión por satélite, coches en Marte, viajes de exploración a los cometas…

Y este mundo puede sorprender incluso a los más sabidos. El biólogo Lee M. Silver, experto en genética y evolución, comenta en su libro Remaking Eden que casi con toda unanimidad el 22 de febrero de 1997 él y sus colegas hubiesen afirmado que clonar un mamífero a partir de la célula de un ejemplar adulto era algo imposible. El 23 de febrero, en una fecha que vivirá para la historia, se anunció la existencia de la oveja Dolly.

Entonces, ¿por qué no hay sensación de vivir en el futuro?

Creo, que simplemente lo que nos pasa es que somos las personas que leemos el periódico. Imagine cualquier novela de ciencia ficción con una extraordinaria descripción del mundo futuro. Pero no piense en el héroe o la heroína, en la persona que va a vivir las aventuras. Piense en las personas normales de 2001, una odisea del espacio. Póngase en el lugar de una de ellas: abre el periódico una mañana y lee, «Descubierta anomalía magnética en la Luna. Posible artefacto extraterrestre». Gran noticia, cierto, pero, ¿a cuánto está hoy la gasolina? ¿Cómo afectará al tipo de interés de la hipoteca? ¿Qué trastada habrá hecho hoy el crío en el colegio?

Pues eso, nosotros somos esas personas. Como la vida no es una novela, somos un conjunto de personas que leen el periódico. Sí, cada día nos asaltan noticias importantes de grandes avances y descubrimiento asombros que deberían obligarnos a replantearnos nuestro lugar en el universo, pero se pierden en el mar de noticias y problemas más mundanos.

Es eso, y nada más, lo que nos impide apreciar nuestro mundo. Ni maravilloso ni terrible, ni utopía ni antiutopía, simplemente humano, extraño, complejo y sorprendente. Lleno de miserias y alegrías. Repleto de grandes descubrimientos y también acosado por futuro desastres. Un futuro que estaba más allá de la imaginación de cualquier escritor de ciencia ficción. Y quizá únicamente deberíamos aprender la lección del género y mirar a nuestro mundo como lo que es: el extraordinario mundo del futuro del año 2000.

* * *

Una nota final. No sólo creo que vivimos en el futuro, también creo que vivimos en el Renacimiento. Pero eso queda para otro momento.

Categoría: Silva

Pedro Jorge Romero

Show 5 Comments
  • Nico 4 noviembre, 2008, 1:03 pm

    La visión que tenían los escritores de ciencia ficción de hace unos años era como el steampunk, una proyección de la tecnología de la época, que no tenía más posibilidad de hacerse realidad que el Columbia de Julio Verne y menos en los plazos optimistas sugeridos por la carrera espacial, que en un cuarto de siglo llevó de la V2 al Saturno V, por cierto bajo la dirección del mismo tipo. Eso no significa que no vaya a haber más carreras espaciales cuando haya alicientes y tecnología.

  • Gorinkai 6 noviembre, 2008, 9:11 am

    Me gustó y me pareció acertadísimo ese texto cuando lo leí en BEM por primera vez, y me lo sigue pareciendo y me sigue gustando ahora.

  • pjorge 6 noviembre, 2008, 10:21 am

    Gracias

  • Keroak 7 noviembre, 2008, 12:50 pm

    Si ya lo decían los de Muchachada Nui

  • gadi 7 noviembre, 2008, 7:13 pm

    Hola. Por alguna razón que no recuerdo hace algunos días llegué a tu blog, y este texto me ha llamado mucho la atención. Voy a ponerlo en mi blog, gracias por darlo a conocer a aquellos que, como yo, nunca lo habíamos leído.

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