En muchos aspectos se podría decir que Cinturón Rojo (Redbelt, 2008), última película de David Mamet es prácticamente la misma película con la que debutó en 1987, sólo que en lugar de una psiquiatra y unos timadores tenemos a un profesor de Jiu Jitsu y a unos productores de cine y televisión. Los arquetipos vuelven a funcionar y los personajes asumen de forma irrenunciable el papel que les ha tocado jugar en el mundo: desde el sentido del honor y la lealtad del profesor que encarna un estupendo Chiwetel Ejiofor hasta la dupla hipócrita compuesta por, de nuevo, Joe Mantegna y un sorprendente Tim Allen. Como siempre la cámara no consigue ocultar que estamos en un teatro, aunque tenga la forma de Long Beach en California; como siempre los personajes se explican a sí mismo y a los demás con las palabras mucho más que con las imágenes; como siempre la sensación que queda es que Mamet ha contado exactamente lo que quería contar. El cómo se digiera esa forma de narrar depende ya del paladar de cada espectador.