Thomas M. Disch era uno de los grandes de la ciencia ficción. Un grande desconocido, cierto, pero grande igualmente. Escribió una serie de novelas que cortaban como cuchillas de afeitar. Recuerdo mi asombro absoluto al leer Los genocidas. Ahí tenía a un autor más que dispuesto a escribir una novela de invasiones extraterrestres que contaba las cosas tal y como serían si realmente los extraterrestres invadiesen la Tierra. La ciencia ficción no siempre quiere contar la verdad y es agradable encontrar, de vez en cuando, un autor dispuesto a plasmarla.
Pero lo que realmente me gustaba de Disch era su obra de ensayo, donde expresaba y daba forma a su peculiar y compleja relación con la ciencia ficción. Una relación de amor odio pero aún así, por eso digo que compleja, muy difícil de caracterizar. Leyendo On SF y The Dreams our Stuff is Made of en un momento dado creías haberle calado; «claro, a éste lo que le gusta es tal», pensabas, sólo para encontrártelo dos páginas después poniendo a parir a un pope de esa corriente y alabando una obra de un estilo totalmente diferente. Era un hombre extremo, contradictorio y de un gusto exquisito.
Me enteré ayer de que había muerto. Sólo he leído 334, que me gustó mucho. Por lo que dices habrá que echarle una ojeada a los libros de ensayo (y a Los Genocidas)
Debe ser complicado contar la verdad sobre algo inexistente…
Ya salió el cientifista 🙂
Campo de Concentración. El Ejecutivo. Los Genocidas…
Oh, mierda.