Las historias contenidas en Heavy Water son tan insustanciales como divertidas de leer. Imaginen si son insustanciales que el libro lo he leído prácticamente dos veces. En su día lo leí casi todo, dejando dos o tres historias. Cuando lo retomé para seguir, había olvidado por completo de qué iban las historias que había leído, recordando sólo vagamente la primera. Así que las volví a leer. Y lo volví a pasar bien haciéndolo.
La mecánica de estas historias es casi siempre la misma. Se toma una idea lo más extraña posible y se va desarrollando hasta sus consecuencia últimas. En «Career Move» nos presenta un mundo en el que los poetas ganan una fortuna y sus obras se adaptan al cine mientras que los guionistas de ciencia ficción viven en la miseria. En «Let me count the ways», un hombre descubre la masturbación imaginando compañeras cada vez más extrañas. En «Straight Fiction», la humanidad es básicamente homosexual con los heterosexuales una pequeña minoría. Pero las ideas se quedan en eso, en simples puntos de partida sin mayor justificación, en bromas sin mayor trascendencia que el autor desarrolla empleando toda su considerable habilidad narrativa, en puros ejercicios de estilo para su deleite personal. Por tanto, se leen con deleite y se olvidan casi al terminar la última línea de la última página.
Quizá la más interesante de todas sea «The Janitor on Mars», donde un mensaje de la antigua civilización marciana pone a la humanidad en su sitio. Se contraponen dos tragedias, una íntima, personalmente y horrible en la Tierra y otras cósmica, final y cómica en Marte. La primera conmueve y la segunda te deja casi indiferente. Es de las pocas historias que parecen aspirar a algo más que su propia narración.
Por lo demás, el libro empieza ya a tornarse nebuloso.
Pase que logres llegar a los 50 libros anuales, pero que nos restriegues en la cara que has superado la cifra me parece inadmisible.