Convencido de que era mucho mejor malo conocido que bueno por conocer, Santi veía cada viernes la misma película. Un dvd con una americanada más o menos simpática que le ayudaba a pasar el rato antes de irse a cenar con sus amigos de toda la vida al restaurante de siempre y luego tomar un par de martinis en el bar al que iban cada semana.
Santi era consciente de que había por ahí muchas películas mejores que aquella. Simplemente no quería correr riesgos. Además, no era nada ni remotamente parecido a un cinéfilo: lo único que ocurría era que tenía los viernes por la tarde libres y necesitaba llenar un par de horas con algo de entretenimiento poco o nada exigente.
Es defendible el hecho de tomar el cine, la literatura , en general cualquier arte como un medio de distracción. En su origen así fue. Sin embargo poco a poco se han ido dotando de otras características, filosóficas, culturales, tradicionales, incluso políticas que enriquecen el mensaje, nos guste o no.
Quedarse en la primera parte es comer hamburguesas siempre habiendo entrecots.
Por supuesto es sólo un punto de vista.
Enhorabuena por el artículo y el blog: me interesa.