The Bird man and the Lap Dancer: Close Encounters with Strangers de Eric Hansen es un libro sobre viaje, pero es un libro de viajes que, al menos a mí, me ha resultado curioso en su planteamiento: no va tanto de los lugares visitados como de la gente que se encuentra en esos lugares. La historia puede transcurrir en las Maldivas, en medio de la selva de Borneo o en pleno Nueva York, pero la historia es siempre sobre los personajes curiosos que allí se encuentra, sobre sus personalidades, sobre sus modos de vida.
Curiosamente, el autor está presente, pero como si no lo estuviese. Aunque una historia empiece con «Llegué a las Maldivas a comprar pescado seco y llevarlo de contrabando a Sri Lanka», el autor es mero catalizador y su función es únicamente hacer hablar a los personajes. Incluso en Calcuta, contado en «Life lessons form dying strangers», sus problemas para enviar artículos a Estados Unidos se transforma en una excursión por el hospital de la Madre Teresa y, sobre todo, los enfermos que allí encuentra. Es un mecanismo que usa siempre, en todas las historias, ejecutado siempre con misma facilidad.
De tal forma, nos encontramos con los curiosos habitantes del Grand Hotel en Nueva Guinea, la vieja cocinera rusa Madame Zoya protegida por una banda, el ornitólogo y sus bailarinas que da título al libro o toda la tripulación del Dewa Ruci. Todas historias interesantes, todos personajes que tienen algún detalle curioso, vidas que vale la pena conocer.
Hay algún punto bajo, claro. La historia que me menos me gustó fue «Three Nights in the Mountain», sobre la búsqueda de los restos de un avión estrellado en la selva de Borneo, en concreto, la de un marido intentando aceptar la muerte de su mujer, uno de los pasajeros. Por desgracia, hay muchas referencias sobrenaturales, hablándose de supersticiones locales. El autor no afirma vez nada, pero sí que da voz a todos los que decían guiarse por esas presencias. Yo sin embargo, pienso que esas referencias restan emotividad a la historia, cambiando tragedia por consuelo falso. Lo que se inicia casi como una búsqueda cargada de sentido, acaba casi como una broma.
Mi historia preferida es la primera, «Arlette and Madam Perruche», una emotiva historia de amistad entre dos ancianas. Son ocho páginas cargadas de ternura.