Las ovejas de Glennkill son las ovejas más listas del mundo. Tan listas son, que ni siquiera se presentan al concurso de oveja más lista. Imaginen si son listas. Para qué se van a molestar, si vivían encantadas en su prado, con su pastor -que les leía y les había prometido llevarlas a Europa- y con su especial mitología bovina. Pero todo cambia cuando un día se encuentran al pastor con una pala clavada en el pecho. ¿Quién le ha asesinado? ¿Por qué? La verdad es que el hombre les caía bien, así que las ovejas -lideradas por la señorita Maple- deciden investigar el crimen. Tampoco es que tengan nada más que hacer.
Y así se dedican a investigar en un pueblo donde no escasean los sospechosos y donde todos tienen algo que ocultar. Nada es lo que parece y la tranquila vida campestre oculta realmente un tumulto invisible. Las ovejas se enfrentan a todo eso con su particular filosofía -las personas, creen ellas, deben tener un alma muy pequeñita porque todo el mundo abe que el alma está relacionada con el sentido del olfato- y una curiosa combinación de inteligencia e ingenuidad. Pero lo más interesante es que las propias ovejas tienen pasado y deben enfrentarse a sus propios trauma. Una de esas novelas deliciosas.
Oye, qué original…
Hacía tiempo que no disfrutaba a lo crío con un libro como con éste. En dos sesiones me lo he pulido: 3+6 horas. He dormido sólo tres y media y a trabajar. Que se quiten de enmedio Simenon, Chandler y compañía. Lo voy a recomendar a diestra y siniestra.