Fabrizio Ferri Benedetti, «Algernon» (como el ratoncito de laboratorio de Flores para Algernon), responsable de La cosa húmeda, responde a esta entrevista de una pregunta.
¿Cuál es tu visión del cine italiano?
Creo que el cine italiano tiene cuatro etapas. La primera es la del cine del bueno, en blanco y negro, que viene a resumirse en las buenas películas neorealistas de los ’50 (Visconti, De Sica, Rossellini, Antonioni), el cine de Pasolini, etcétera. La segunda etapa es la del color, con la Commedia all’Italiana sesentera de Dino Risi, Mario Monicelli, y actores como Mastroianni o Sofia Loren. Supone también el nacimiento del trash. Luego está la etapa de los ochenta y noventa, con películas en su mayoría terribles, la crisi del cinema (que no evitó que naciera una de las mejores revistas italianas del sector, Ciak). Y, finalmente, tenemos la etapa del siglo XXI, con cine de autor hecho por los cuatro mataos de siempre, los de los ochenta, pero más ancianos (Verdone en varias salsas, Tornatore, Pieraccioni, y otros directores toscanos, además de los supervivientes residuales, ya con un pie en la tumba).
Para mi, la esencia del cine italiano es fundamentalmente trash y kitsch. Siempre he desconfiado un poco de los directores italianos que se tomaban demasiado en serio – especialmente Pasolini (con perlas como Salo, resulta comprensible). Como mucho cine de autor europeo, el cine italiano de autor no es a veces un espectáculo para todos los paladares, aunque el Neorealismo le haya dado una dimensión más humana. Las incursiones en géneros como la ciencia ficción (Mario Bava) o el terror (DariO Argento) han sido siempre muy escasas. Por suerte sí existe la brocha gorda en el cine italiano, y en cantidades industriales.
Me refiero, como no, a las comedias sexy de los setenta y principios de los ochenta, con actores secundarios inolvidables, de rostros a menudo monstruosos, caricaturescos, feísimos. El cine de los pedos y los desnudos vulgares, de las hostias dadas con sonidos grabados y de los efectos especiales improbables, un cine cuyos símbolos más conocidos son Alvaro Vitali y Edwige Fenech. Esta corriente cuenta con dos padres prestigiosos, a mi entender: Federico Fellini y Sergio Leone. Su herencia cinematográfica, debidamente diluida en una sucesión de vástagos mutantes, ha acabado por engendrar una descendencia numerosísima de películas mediocres en su día, y ahora recicladas como un género aparte, históricamente significativo y sin duda disfrutable. De Fellini se ha tomado el gusto por la burla y lo grotesco, por los personajes excesivos (quien ha visto «Amarcord» sabrá a qué me refiero), lo absurdo y lo tragicómico, siempre con toques de folklore local; de Sergio Leone se ha tomado el alma del Spaghetti Western (estilo plagiado en docenas de filmes zarrapastrosos) y un lenguaje parodiado hasta lo inverosímil. Es este cine setentero que Quentin Tarantino alabó recientemente en Cannes, levantando duras respuestas por parte de los autores italianos «serios»:
Las nuevas películas italianas son deprimentes. Las películas que he visto en los últimos tres años parecen todas iguales, sólo hablan de: chico que crece, chica que crece, pareja en crisis, padres, vacaciones para disminuidos psíquicos. ¿Qué ha pasado? He querido mucho al cine italiano de los años 60 y 70, y algunas películas de los años 80, y ahora siento que todo eso ha terminado. Una auténtica tragedia
Así que si me preguntan cuál es la primera imagen del cine italiano que puede venirle a la cabeza a un italiano… la primera respuesta sería probablemente un fotograma de una película de Fantozzi, de los hermanos Vanzina o una de las tantas comedias con Alberto Sordi, la pareja Bud Spencer y Terence Hill, Renato Pozzetto y compañía. Y es que la seriedad está muy bien, pero la risa se recuerda mejor.
Whoops! Errata:
» Neoralismo» -> Neorealismo*
Me acabo de dar cuenta que me encanta el cine italiano. Mario Bava, Dario Argento, Sergio Leone,e tc.
El giallo es uno de los géneros que más me gusta.
Y las pelis de Alvaro Vitali son unos clasicazos igualables a las pelis de Esteso y Pajares. Tienen que existir y llenan un hueco.