Diálogos con Leucó, de Cesare Pavese

Diálogos con LeucóLuciano en sus diálogos mostraba lo ridículo de los dioses, sus mezquindades cotidianas, lo estúpido y falso de sus pretensiones, la mugre tras la excelsa fachada del Olimpo. No era de extrañar. Se escribieron en una época de liberación, justo después de haber descubierto que los dioses no tenían nada que decir ni decidir, que el destino pertenecía sólo a los humanos.

Aunque ese destino consistiese en volver a situar a los dioses en su altar.

Los diálogos de Cesare Pavese tienen un carácter muy diferente. Parecen escritos desde un mayor escepticismo, sabiendo que todo derrocamiento de los dioses es ilusorio, que la batalla, aunque se gane, se pierde siempre. Son textos crepusculares, que relatan escenas lejos de los momentos de gloria, cuando ha pasado la época de las heroicidades. Teseo, por ejemplo, en su intervención ya ha matado al Minotauro y acaba de cometer la traición de abandonar a Ariadna. Y Jasón rememora como anciano su tumultuosa relación con Medea. En el segundo de los diálogos, «La quimera», el que otrora fuese héroe se arrepiente de haber matado monstruos y llama ahora a los dioses a medirse con él.

El destino y la memoria son dos temas obsesivos en estos diálogos. Reaparecen continuamente y es raro el personaje que no hace referencia a ellos en algún momento. Los dos están descritos como elementos que confieren humanidad. Los dioses no conocen la memoria y los hombres son capaces de convertir el destino en recuerdo. El orden —legislativo por haber sido establecido por Zeus, pero inhumano, por haber sido establecido por Zeus— de las cosas destruye en ocasiones la sensación de tener una vida. Así se lamenta Edipo, ciego y huido de Tebas, que «cualquier cosa que haga es destino» y lamenta la suerte que le convirtió en rey.

El destino sobre todo entendido como la muerte. Muchos de los personajes han muerto o están a punto de hacerlo. Lo inevitable de la muerte, los rituales que pueden garantizar la resurrección, la misma muerte de los dioses o de las cosas permea también estos diálogos.

Y hay, empero, rebeldía. Después de todo, reconocer la existencia de los dioses, aceptar el destino que imponen, no impide la protesta. Contemplando las hogueras encendidas y hablando de sacrificios humanos, un hijo comenta: «¿Qué necesidad tienen de que se queme gente viva?». A lo que el padre contesta: «Si no fueran así, no serían dioses. ¿Cómo quieres que pase el tiempo quien no trabaja? Cuando no había amos y se vivía con justicia, era preciso matar de vez en cuando a alguien para que disfrutaran. Son así. Pero en nuestros tiempos, ya no lo necesitan. Somos tantos los que vivimos mal, que les basta mirarnos.»

Diálogos con Leucó son pequeñas reflexiones sobre la condición humana, alegre y fugaz, breve e intensa, escritas cuando el orden ha quedado reestablecido y se siente su poder. El mundo ya es viejo y la memoria pesa. Son textos tranquilos, introspectivos y, ante todo, hermosos. Y también justos, pues el mendigo que escucha la triste narración de Edipo no puede por menos que responderle que al menos él fue rey.

Categoría: Silva

Pedro Jorge Romero

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  • Ariodante 8 noviembre, 2008, 7:18 pm

    Muy bonita reseña, enhorabuena. Estoy a medio leer el libro de Pavese, y me ha costado mucho introducirme en el mundo mitológico que recrea. Había personajes de los que desconocía todo y de otros no me acordaba, lo que me ha servido para dar un repaso a la mitología griega. La primera impresión es que me estaba perdiendo mucho, que me faltaban datos para comprenderlo todo. La segunda impresión es de una belleza inmensa, aun sin captar el significado total, y la tercera impresión coincide con lo que tú muy bien dices. Reflexiones sobre la vida y la muerte, la inmortalidad y el destino.
    Me ha ayudado mucho tu texto, muchas gracias por él.

  • marcela 4 mayo, 2009, 1:38 am

    a mi también me ha yudado tu texto, estoy leyendo estos dialogos y esta pequeña reseña me ha ayudado a entenderlos mas.

  • Macarena 3 junio, 2011, 10:31 am

    He estudiado un fragmento de uno de los diálogos, La Chimera, (1999:17) en el que se habla de la historia de Marsias y Apolo, para hablar de la ausencia de justicia y piedad de los dioses. En este diálogo Pavese deja entender que no en vano el mito queda en forma de símbolos como la torrente, la roca, el horror aunque sus protagonistas hayan tenido un fatal destino y sirven al resto de la humanidad para reflexionar sobre aquellos terribles finales que ellos sufrieron. De los símbolos que dejan los mitos renacen los sueños, los mismos sueños que los crearon, para que puedan ser recordados por los hombres, la literatura se emplea en comunicarlos de modo comprensible. La vuelta a una esncia mítica e Pavese y con ella a una idea de narrar una silenciosa realidad más rica y trascendente que grita bajo la realidad objetiva, querrá decir luchar incansablemente contra el misterio que siempre se resistirá a ser descubierto.
    Me gustó tu resumen. Saludos.

  • Pedro Jorge Romero 3 junio, 2011, 10:50 am

    Gracias.

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