Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2001.
En el, abundantísimo, dossier de prensa que acompañaba a este libro Jonathan Elukin, el crítico de American Scholar, iniciaba su reseña diciendo: «¿Cómo puede hacerse justicia a ensayos que discuten la imaginería medieval en las novelas de Disraeli, la historia arquitectónica y social del Museo Kunsthistorisches en Viena, el análisis de Burckhardt del Renacimiento y la obsesión de Freud con Egipto?». Ciertamente, ¿cómo?
Al final, claro, la único opción es abandonarse y dejarse llevar. En ese caso, Pensar con la historia se convierte en un extraordinario y rico paseo por un momento determinado de la historia, aquel que marca el paso hacia la modernidad, o al menos eso afirma el subtítulo del libro: «Ensayos sobre la transición a la modernidad». En la introducción, el autor ya lo deja claro al decir:
En la Europa del siglo XIX, la historia se convirtió en una forma privilegiada de construcción de significados para las clases ilustradas. Algunos ejemplos de esta práctica cultura, así como su abandono a favor de una modernidad ahistórica a medida que el siglo llegaba a su fin, constituyen el tema principal de este libro.
Y así es como la mayor parte de los temas que se discuten se centran firmemente en el siglo XIX, con alguna ocasional incursión a siglos anteriores y al siglo XX.
En la mayoría de los campos de la cultura intelectual y artística, tanto en Europa como en Estados Unidos, se aprendió a pensar sin la historia en el siglo XX. La propia palabra «modernidad» surgió para diferencia nuestras vidas y nuestro tiempo de lo que había ocurrido anteriormente, de la historia en su conjunto como tal. […] La mente moderna se ha vuelto indiferente a la historia, ya que la historia, concebida como una tradición que la nutre constantemente, no le era útil en sus proyectos.
No estoy seguro de estar de acuerdo con Schorske en su caracterización del siglo XX. Y en todo caso, ese hilo conductor del paso a la modernidad está presente, de forma muy velada en ocasiones, en los ensayos incluidos en este libro, pero no los domina en absoluto. Da más bien la impresión de que una vez realizada la recopilación, y modificados algunos ensayos, se buscó el posible leimotiv dentro de los intereses del autor. (El mismo Jonathan Elukin, quien manifiesta dudas similares desde su punto de vista de historiador, comenta acertadamente que los dos únicos ensayos contenidos en el libro que tratan directamente el paso a la modernidad son «La gracia y la palabra: las dos culturas de Austria y su destino moderno» y «Tensión generacional y cambio cultural».)
Pero da igual, para un lector como yo, el interés del libro no descansa en ese punto. Tal como lo veo, Pensar con la historia es una recopilación de ensayos sobre la visión histórica de la cultura, cada uno de ellos escrito con erudición pero sin pedantería, claros e inteligentes, especializado y llenos de entusiasmo. No son ensayos fáciles de leer, por densos, y exigen concentración y atención. Pero Carl Schorske, como todo buen ensayista, sabe ante todo transmitir la fascinación por el tema que discute. Y fascinación rebosa este libro por sus cuatro costados, hasta el punto de volver su lectura completamente compulsiva.
Valoración:
Taurus. Madrid. 2001. Título original: Thinking with History. Eplorations in the Passage to Modernism (1998). Traducción: Isabel Ozores. 396 páginas: ISBN: 84-306-0365-4.
Posee también el autor la rara habilidad de recrear en pocas líneas el fenómeno cultural que estudia. Dividido en dos secciones, «La supremacía de Clío: culturas historicistas en la Europa del siglo XIX» y «Clío eclipsada: hacia la modernidad de Viena», la primera incluye ensayos más generales como la ciudad en el pensamiento europeo (desde que se la consideró la única vía posible de progreso hasta convertirse en un mal ineludible), una apasionante comparativa entre Morris y Wagner, la discusión de esa paradoja que es el neomedievalismo, un análisis político de la disposición de edificios en la Ringstrasse de Viena (en una serie de batallas por hacer uso de un espacio público), o, mi preferido, un extraordinario ensayo sobre la ciudad de Basilea: «La historia como vocación en la Basilea de Burckhardt».
La segunda parte se centra efectivamente en la ciudad de Viena y retrata los cambios en la percepción de la cultura. Es también la sección más paradójica porque, consciente de ello el autor, al defender su tesis está también demostrando como aquellos que querían vivir sin la historia acababan sin querer reafirmándola. Freud cierra está sección, en la que hay más de una referencia al psicoanálisis, mostrando su fascinación con Egipto. Antes de Freud, viene Mahler, al que se le dedica otro soberbio ensayo sobre sus etapas creativas y su integración de varias tradiciones culturales.
Pensar con la historia es una excelente recopilación de ensayos. Uno de esos raros libros que transmiten su entusiasmo y sus conocimientos, y que sirve de punto de partida para nuevas y fructíferas exploraciones.