En el periódico descubrimiento de las bitácoras por parte de los medios de comunicación -me los imagino, descubriendo todos los días los azulejos de su cuarto de baño- hoy le toca el turno a EPS (antes conocido como El País Semanal). Con el título de «Mi diario en la red» se habla de lo de siempre, pero con sorprendentes variaciones. Por ejemplo, hay poco de «cómo es posible que a la gente le guste hacer esto y que raros son los que lo hacen» y sí mucha admisión de que todos queremos comunicarnos, que en cuanto encontramos un medio nuevo vamos a por él y que en la blogocosa se puede encontrar de todo. También explícitamente se ofrece la palabra bitácora como traducción del weblog inglés; luego casi no se usa en el resto del texto, pero la intención es lo que cuenta.
En los aspectos más curiosos, el periodista cita a Minid diciendo (cualquiera sabe lo que dijo en realidad; los periodistas son famosos como señores a los que les dices «Me gusta el color azul» y te publican diciendo «La martingala volverá a estar de moda» afirmando en todo momento que te citan textualmente):
El «blogger» no piensa. Ve algo, lo publica y luego opina.
Sin entrar a hacer cábalas sobre la vida mental de Minid, he de reconocer que en mi caso tiene toda la razón. Yo no he pensado jamás en mi vida. Es más, leí esa frase y no sentí la más mínima reacción u estado mental con respecto a la misma. Sólo el deseo de ponerla en mi bitácora, pero eso no supera el simple nivel de automatismo o instinto. De hecho, podría ampliarse más la cita y comentar que los bitacoreros somos unos seres humanos notables por tener una masa de nervios que conecta directamente los ojos con los dedos de la mano. Eso nos permite ver y publicar sin intervención del cerebro.
Lo que me sorprende un poco es el tercer punto de la lista. Porque yo ni siquiera pienso para opinar. Vuelvo a releer la cita y en mi mente sigo viendo el mismo vacío de cuando la leí por primera vez.
¿Y qué hay de nosotros, los comentaristas compulsivos? Después de leer esa frase, me he sentido identificado con los puntos 1 y 3. Mi ventaja es que no tengo que pararme a publicar nada, así que es más fácil pasar de la fase de ver algo a la de opinar, sin tener que pensar nada. De hecho, he empezado a escribir sin pensar y… bueno, ya he terminado.
Aunque yo prefiero escribir y opinar sin pensar, que ser uno de tantos periodistas que piensan y luego tienen que adaptarlo al partido político al que es afín su periódico.
Es una frase muy Zen, a mi también me ha gustado cuando la he leído. Nos podríamos hacer todos los bloggers monjes budistas 😉
…los bloggers piensan??? 😛
Víctimas de lo espontáneo… 🙂
Hace mucho que los diarios perdieron de vista al público:
1. ¿Un síntoma? El aumento en sus ventas no es proporcional al aumento de población
2. ¿Una consecuencia? No les encaja que un blog sea un medio. Porque para ellos, el medio (de comunicación) es el fin. (Y un blog es «muy chiquito»)
* Sé que generalizo y me equivoco, pero confieso que los casos contrarios me siguen pareciendo excepcionales.