Hace un tiempo hubo una racha de despedidas en la blogocosa esta que tantas alegrías nos da. Algunas eran por razones digamos curiosas, y yo me puse a pensar, ¿cómo podría ser una despedida de un blog? Pues escribí este párrafo. Me lo encontré hoy, y como me siento así, pues voy y lo pongo:
Nadie me quiere. La ponzoñosa indiferencia que los lectores de este blog manifiestan contra mí es asombrosa, triste y propia de los pequeños cretinos sin alma que pululan en la blogosfera hispana. No os merecéis mis esfuerzos y desvelos, las noches en vela que paso puliendo mis escritos, los días sin comer para ahorrar el dinero necesario para el pago del hospedaje. Sabandijas crueles, me ignoráis, no me escribís, no me queréis. Lo dejo. Adiós.
Pero no, no me despido.
Y no se os ha ocurrido pensar que estamos todos ya idos,marchados y despedidos? de vez en cuando los seres humanos nos reencontramos…pero somos un atajo de almas solitarias,desde q nacemos hasta el día en q nos reencontremos con la tierra.Buen rollo y optimismo eh,jajaja.