Pues hete aquí que estaba yo leyendo el periódico, como suelo hacer las tardes de sábado tomándome mi coca cola light al limón, cuando recibí la asombrosa noticia de que había una nueva edición de Guerra y paz con traducción también doncella. «Vaya, qué buena oportunidad para leer por fin Guerra y paz«, me dije (yo me hablo entre comillas).
Como estaba en ese momento en un centro comercial decidí esperar hasta llegar a Lanzarote. Uno de los secretos de Lanzarote es que se distingue por tener una de las mejores librerías que imaginarse pueda, El Puente, y a Norberto, uno de los mejores libreros que concebirse pueda. «Allí tendrán el libro seguro y no tendré que molestarme más», pensé, nuevamente con comillas.
Efectivamente. Pedí el libro y me lo dieron de inmediato (tras la preceptiva excursión al almacén). Y ahora soy el orgulloso poseedor de más de 1.800 páginas de literatura rusa. Mi buen propósito del año es leerlo, aunque mi idea inicial era imitar a mi héroe Charlie Brown y recorrerlo al ritmo de una palabra al día. Hechas las cuentas convenientes, descubrí que quizá eso fuese ir demasiado despacio.
Por el momento poco puedo decir: es un libro donde casi todo el mundo habla, curiosamente, en francés y se nombra mucho a un tal Napoleón.
[Estoy escuchando: «Do Anything You Want To» de Thin Lizzy en el disco Black Rose: A Rock Legend]
Voy por la página 216 y el libro
(maravilloso) ya se me ha descosido
entero.El señor Mario Muchnik cose
muy caro y mal.
El libro es impresionante y creo muy
acertado respetar los diálogos
en francés.