El subtítulo del libro póstumo de Montalbán lo dice todo: «Por el imperio hacia Dios o por Dios hacia el imperio», sobre todo ahora que la asignatura de religión ha regresado, con cierto disfraz laicizante, con fuerza a nuestros colegios (esos colegios públicos que se pagan con impuestos de todos y que ahora se usarán para adoctrinar en una religión determinada, o ya que estamos, en el concepto mismo de religión).
El libro por supuesto, analiza los años de la política de Aznar. No deja, como era de esperar, títere con cabeza. Pero en ningún bando: quedan todos mal, porque todos en algún momento ha mostrado más de un signo de torpeza. Tiene capítulos brillantes. Recomiendo: «Del nacionalfutbolismo al nacionalcatolicismo». Eso sí, se nota que debería haberlo corregido más (y supongo que así lo hubiese hecho), porque en alguna parte se le nota algo repetitivo. La frase perlífera de algunas ocasiones se torna larga y retorcida en otras.
De la contraportada:
Esta crónica del «reinado laico» de José María Aznar es, en la certera pluma de Manuel Vázquez Montalbán, un relato irreverente, mordaz, irónico y esclarecedor del proceso que ha llevado a un joven inspector de Hacienda, que se vanagloriaba de no tener carisma, hasta la primera fila en la derecha europea y la cúpula imperial de George W. Bush.
Vázquez Montalbán nos ofrece un análisis político e histórico de primer orden que narra los principales avatares de la presidencia del líder de la derecha española del siglo xxi con una gran dosis de ironía y de distanciamiento del que el lector sale beneficiado con una sonrisa de complicidad compartida con el autor.
A lo largo de diez capítulos se presenta su rígida visión de España heredada de sus mayores, su difícil relación con la larga sombra carismática de Felipe González, sus relaciones «sadomasoquistas» con los nacionalistas catalanes y su política de oposición frontal a los nacionalistas vascos.
Vázquez Montalbán no olvida algunos de los hitos del presidente: el decretazo, el banderazo, la boda en El Escorial, su compleja relación con el rey Juan Carlos, la reconquista de Perejil, su control del chapapote a una prudente distancia o su transformación en hacedor de imperios al encontrar a un estadista mundial que le hace caso y le invita a comer tamales.
La aznaridad es el libro esencial para contemplar la realidad de nuestro país a través de la incisiva mirada y las reflexiones de un voyeur de la política nacional que reclama «una izquierda con vistas al mar del siglo XXI.
Me queda todavía la mitad del libro por leer. Supongo que lo disfrutaré durante estas fiestas.
Por cierto, cuando pienso en la derecha me acuerdo un sketch cómico que vi hace unos años (creo que fue en Éstas no son las noticias de las noticias de las nueve). Un político se confiesa a la cámara: «El otro día se me acercó una ancianita y me preguntó: ‘¿Por qué las cosas no pueden ser como antes?’. Así que le quité la pensión y mandé a su nieto de ocho años a limpiar chimeneas».
[Estoy escuchando: «Don’t Be That Way» de Benny Goodman & His Orchestra en el disco Hits of the 30’s & 40’s, Vol. 1 (1 of 2)]