Las seis de la mañana es una hora absurda para estar en el aeropuerto, sobre todo si uno se acostó tarde y con dolor de cabeza (que sigue el maldito). Encima, el quiosco tarda en abrir. Ah, por fin. Vacilo entre comprarme un album de cromos de las Supernenas o uno de Shin-Chan. Finalmente me decido por El País. Estoy muy cansado, tengo mucho sueño. Oh, the humanity!.
Al menos, el móvil me sirve para conectarme a internet. Quien no se consuela es porque no quiere.