La liga de hombres extraordinarios

Esta película plantea tantos interrogantes que no sé ni por donde empezar. ¿Por qué molestarse en comprar los derechos del cómic de Alan Moore y O’Neill? Habiendo cogido a unos héroes americanos del siglo XIX hubiesen podido hacer la misma película y a vivir. ¿Por qué convertir a Mina en vampira? Parece que una mujer sin superpoderes no puede ser un buen personaje, y mandar como el que más. La hacen vampira, sí, pero le quitan la dirección del grupo; ¡vaya un cambio! ¿Por qué robarles toda la gracia a los personajes del cómic? Quatermaine drogata, Mina mandona, Hyde amoral, El hombre invisible un jeta, Nemo jugando a cuatro barajas. En la película son todos trocitos de pan que se sacrifican alegremente por el imperio y a los que el guión va poniendo en fila para realizar la superheroicidad que le toca a cada uno. ¿Por qué darle al malo un plan tan absolutamente estúpido? El malo del cómic es más retorcido y es lo suficientemente inteligente, para algo es el Napoleón del crimen, como para saber que no se ponen juntos a todos tus posibles enemigos para que puedan luchar contra ti mucho mejor (es un mal que azota a muchas películas basadas en cómics: lo primero que hacen es dinamitar el universo en el que se sustentan). ¿Qué hace Sawyer aquí aparte de representar a Estados Unidos? ¿Y Dorian Gray?

Y lo peor de todo, ¿por qué insultar la inteligencia del espectador?

Porque esta película es incapaz de no explicarlo todo. Se molestan en contarnos el origen de Dorian y Mina como si no fuesen personajes conocidos. Vale, puede que muchos espectadores no sepan quienes son, ¿pero no podrían haberlo hecho con un poco más de gracia? Y lo del retrato de Dorian es tan absolutamente evidente que no comprendo cómo no se les cae la cara de vergüenza a esos guionistas.

Además, la película hace trampas y no cree tan tontos que ni se molesta en respetar sus propias reglas. Vale, Mina vampira, perfecto. Pero si es vampira, ¿cómo se pasea tan alegremente bajo el sol? Quizá en el universo de la película las reglas sean diferentes, pero en ese caso, habría que decirlo. Lo mismo con el submarino de Nemo, del tamaño de un portaaviones, que se pasea tan tranquilo por los canales de Venecia. Quizá la Venecia de ese mundo tenga canales del ancho del Canal de la Mancha, pero en ese caso que lo digan y lo justifiquen. Cuando alguien dice París o Venecia en una película, el espectador está autorizado a esperar que efectivamente se traten de París o Venecia, y si no lo son, hay que decirlo. Cuando conviene Hyde es un corderito, cuando conviene un monstruo. Los malos disparan sin ton ni son, y se suben alegremente a edificios qeu van a dinamitar. El capitán Nemo es capaz de instalar un dispositivo de seguimiento en un coche y emplearlo para disparar un misil. ¿Pero no tenían planos de Venecia? No sigo, porque hay ejemplos a patadas.

Pero lo peor, lo peorcito de todo, es que es terriblemente aburrida. No tiene gracia, se alarga lo indecible y al final no importa nada demasiado (en ese universo, ni siquiera la muerte es para siempre). Qué perdida de tiempo, qué pérdida de talento y qué pérdida de dinero.

Eso sí, algunas escenas son muy bonitas de ver. Visualmente tiene algún momento interesante. Triste consuelo.

Otro consuelo: los guionistas de cine convertidos en supervillanos no serían capaces de conquistar ni una taberna de pueblo con semejantes planes.

También hablan de esta película aquí, aquí, aquí y aquí.

Categoría: Silva

Pedro Jorge Romero

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  • morrot 30 junio, 2002, 3:00 pm

    Pues cuando se tiene razón no se puede discutir más.

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