¿Qué haces un sábado de semana santa cuando llueve? (Decir que en Santiago llueve es como decir que en el Sahara hace calor). Pues irse a desayunar a un hotel. Por suerte, tenemos uno justito al lado de casa, llamado Palacio del Carmen. Evidentemente, desayunar en un hotel es carísimo, pero por suerte tengo un buen saque, así que al menos en mi caso compensa. Sólo en jamón serrano (ese manjar de dioses que algunos no saben apreciar) creo que tragué el precio del desayuno.
Lo agradable de ese hotel es la situación del comedor, con enormes ventanales que miran al jardín. Llovía, pero aún así la vista era bonita.
El resto de la mañana lo pasamos de compras. Vale, en realidad lo pasó Sara de compras -no es que a mí no me guste ir de compras, todo lo contrario, me encanta- mientras yo esperaba con un libro (The Electric Meme) en una peluquería -me apetecía más leer. La explicación es que habíamos quedado para cortarnos el pelo y la verdad es que allí se estaba calentito. ¿A qué irme a otro sitio? Todo esto para contar dónde fuimos a comer: al Asador Castellano. Solomillo como dios manda.
El sitio nos encanta. No sólo la comida está buena, sino que el lugar es cómodo y a pesar de estar en un semisótano (o similar, de esas cosas nunca estoy seguro) está muy bien iluminado (algo a tener muy en cuenta si uno intenta escapar de un día de lluvia persistente).
El resto del día se invirtió en jugar a Empire Earth y ver Once and again.
Un día de semana santa muy relajado.
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