En unos comentarios a la nueva bitácora El ojo de buey me encuentro con una frase de Stuart Mill: «Prefiero un hombre triste a un cerdo feliz». Al leerla, les cuento, se me han puesto los pelos como escarpias, y me queda claro que Stuart Mill no tuvo que tratar con muchos amigos clínicamente deprimidos. Yo me quedo con el cerdo feliz sin dudarlo.
Buscando por ahí, parece que lo que realmente dijo fue: «Prefiero ser un hombre desdichado a un cerdo feliz». Me quedo igual. Puestos a elegir, prefiero ser un hombre feliz, pero en caso contrario, me sigo quedando con el cerdo.
¿Me estará entrando un ataque de antiintelectualismo?