Lunes en Lanzarote

El lunes en Lanzarote nos fuimos a Playa Blanca, un lugar más bien turístico que ha crecido por su cercanía a las playas de Papagayo. Playa Blanca está en el sur de la isla, algo alejada del resto.

Me pasó una cosa curiosa al llegar. Hacía tiempo que quería comprar una tarjeta de memoria algo mayor para la cámara ?siempre te venden la cosa con una tarjeta de tamaño ridículo- porque me daba miedo no poder hacer una foto por quedarme sin espacio. La cuestión es que poco antes de salir fui a El Corte Inglés. Normalmente tienen material informático razonable ?no les pidas un disco duro, por ejemplo- pero en esta ocasión no hubo suerte. Mucha CompactFlash pero nada de Smartmedia. El chico de informática me mandó a la sección de fotografía me mandó a la de fotografía, pero con idéntica suerte. También pregunté en una tienda de informática muy llena de esas cosas, pero nada.

Pues en Playa Blanca me metí en un indio ?un bazar hindú- pequeñito y pregunté por las tarjetas. El señor me dice «¿de cuánto?» y yo pensé inmediatamente que se había confundido y que yo no había conseguido explicarme. Qué sorpresa me llevé cuando me mostró todo un cajón lleno de tarjetas de todos los tamaños posibles. Al final me decidí por una de 64MB que me deja hacer más de 70 fotos con la mejor calidad.

La idea de ir a Playa Blanca era doble: por un lado, meternos en uno de esos paseos submarinos para ver el fondo ?los niños mandan- y quedar con mi familia para comer. Lo del paseo submarino, claro, fue una tontería, pero los niños lo pasaron de maravilla y yo, para probar mi nueva tarjeta, hice fotos del fondo en las que no se ve absolutamente nada (aquí se pueden ver).

Después de comer, nos planteamos acercarnos a la playa de Papagayo. Al llegar a Playa Blanca no hacía muy buen día, pero luego fue abriéndose y al final tuvimos un tiempo perfecto para pasarnos un rato por la playa. Eso sí, para llegar hasta esa playa ?una de varias- hay que recorrer un terreno casi pedregoso por una carretera muy mala. Y pagar, que ahora es zona protegida o algo así.

Pero la playa vale realmente la pena. Todo el paisaje, las arenas y el mar, el agua chocando contra la piedra, es espectacular. Y según me contaron, yo no me bañé, el agua estaba buenísima. Hay fotos aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí (se nota que tenía tarjeta nueva).

Al irnos de la playa se levantó un poco de viento y la arena empezó a volar, y parecía talmente como si estuviésemos en medio de una tormenta de arena.

El plan para la tarde era pasar por casa de mi hermano a celebrar su cumpleaños (33). Pero nos dio tiempo de dar un rodeo y pasarnos por Los Hervideros (aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí,) . Una zona formada en el punto en el que la lava de Timanfaya llegó al mar. Las formas son caprichosas y el agua del mar se mueve por el interior de los huecos rocosos. El día no estaba muy allá, pero cuando el mar choca con toda su fuerza y el sol brilla con intensidad el espectáculo es realmente impresionante.

Antes de llegar a Los Hervideros se pasa por las Salinas de Janubio, que también merecen una visita.

Nos fuimos de Lanzarote habiendo visto muchas cosas, pero dejando también otras muchas sin ver. Eso está bien, porque nos parece conveniente dejar siempre algo para otras visitas. Una curiosa mención merece el hotel con sus bonitos jardines (aquí y aquí). Y, por supuesto, una foto del aeropuerto.


Categoría: Silva

Pedro Jorge Romero

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