Stephen J. Gould fue un gran divulgado científico y escribió al menos un libro notable, La falsa medida del hombre, que debería perdurar en el tiempo y ser releido periódicamente. Pero también tenía tendencia a exagerar sus propios logros científicos y, sobre todo, a juzgar las ideas científicas según sus raseros políticos de izquierda.
Yo también soy generalmente de izquierda, pero no todo en esta vida se divide en términos de izquierda y derecha. Viendo los usos fanáticos y aberrantes que podían llegarse a dar a partir de algunas teorías científicas, decidió, en una postura muy similiar a la de Lewotin, desechar al bebé junto con el agua del baño. Actitud traducida en un rechazo frontal, cuando no odio, a la sociobiología, la psicología evolutiva e incluso el neodarwinismo.
Este artículo de David P. Barash reseña su último libro, una obra monumentalmente aparentemente más dirigida a fundamentar su propia visión de la biología. Destaca, por tanto, muchos de los defectos de su autor.