La conservación de libros

Me identifico:

Hoy en día trato de conservar en mi biblioteca sólo dos tipos de libros: por un lado, aquellos que he leído y que siguen significando algo para mí; y, por otro lado, aquellos que todavía no he leído pero que tengo la intención de leer algún día.

En los libros | [ el ojo fisgón ].

Ollie Klublershturf vs. The Nazis

Un divertido e ingenioso corto de viajes en el tiempo escrito por Damond Lindelof.

(vía io9)

Los grandes físicos

Science at the forefront is always on the verge of paradox and inconsistency, and like a bloodhound, great physicists focus precisely on these elements because that is where the true quarry lies.

Lawrence M. Krauss en Quantum Man: Richard Feynman0s Life in Science

La verdad es que recibir los libros de Jon Bilbao se ha convertido en una alegría. Periódicamente uno llega a mi apartado de correos y cuando lo recojo sé de inmediato que me espera una lectura fascinante (por ejemplo: Bajo el influjo del cometa y El hermano de las moscas). Y bien, aquí tenemos Padres, hijos y primates (Editorial Salto de Página. ISBN: 978-84-15065-06-7. 176 pp. 15,95 €) que ya estoy deseando leer:

De la contraportada:

A Joanes la vida no le ha ido tan bien como esperaba. Cuando estudiaba en la Escuela de Ingenieros todos le auguraban un brillante futuro, pero éste no se ha cumplido. Su empresa está al borde de la quiebra. Sin embargo todo podría cambiar, gracias a la posibilidad de un importante contrato.

En estas circunstancias, con el contrato a punto de cerrarse, lo último que quiere Joanes es viajar a la Riviera Maya para asistir a una boda. Una vez en México, una alerta de huracán le obliga a abandonar su hotel en la costa y trasladarse al interior en busca de refugio.

En el trayecto se encuentra por sorpresa con un antiguo profesor de la universidad, que huye también del huracán. El profesor, un reconocido matemático, tiene un carácter manipulador que invita a desconfiar de cuanto hace y dice. En el tiempo transcurrido desde que terminó sus estudios, Joanes ha llegado a convencerse de que el profesor es el culpable de su pobre carrera profesional.

Ahora, retenidos por el huracán en una casa de huéspedes de un villorrio mexicano, Joanes tendrá oportunidad de saldar cuentas con él. Podrá comprobar si sus sospechas son ciertas o nada más que una sofisticada fantasía, aunque para ello no le bastarán sólo las palabras.

La ciencia, Japón y la prensa

De la reacción de los medios a la reciente tragedia en Japón, lo que más me impresionó no fue el sensacionalismo, la elección de los expertos según el tremendismo de sus declaraciones, las distorsiones y manipulaciones, y todos los demás elementos de los que habitualmente se acusa a los periodistas. Lo que más me asombró fue la absoluta incultura científica de la que podían llegar a presumir los medios. Durante esos días leí artículos periodísticos cargados de errores científicos de bulto, fallos tan descomunales que eran el equivalente científico de decir que el pato Donald escribió El Quijote. Y sin embargo, así se publicaban supuestas explicaciones sobre la radiación o el funcionamiento de una central nuclear, que no tenían ni pies ni cabeza. Acabé con la convicción reforzada de que las únicas noticias que en los medios se atienen a los hechos son aquellas referidas al deporte.

El amigo Maximiliano Corredor, que sabe de comunicación científica, lo resume perfectamente.

Un caso claro que une ambas situaciones es lo vivido el último mes tras el desastroso accidente de la central nuclear de Fukushima Daichii. Es lógico que un periodista no sepa de radiación y centrales nucleares. Si lo hiciese, sería ingeniero nuclear y trabajaría en una de ellas. Por tanto, a la hora de hablar de la situación real y los riesgos para la población, lo que debe hacerse es recurrir a la opinión de expertos. Expertos que, cada uno, tienen su propia agenda y, sobre todo, su propio área de experiencia. El periodista no sólo debe recurrir a más de un experto, sino que debe averiguar los intereses de cada uno de ellos antes de reproducir lo que le han dicho. Las prisas por informar, sin embargo, pudieron más y en la mayor parte de los casos se difundieron rumores y exageraciones (de cada uno de los bandos) y la habitual aglomeración en el metro tokiota a la hora de volver a casa al finalizar la jornada laboral se convirtió en imagen de la huida desesperada de los japoneses.

La víctima de esto es el público, pero también el propio medio periodístico. Cada vez más los ciudadanos tienen a su disposición multitud de fuentes de información y, lo que quizá sea más importante, la capacidad de contrastar ellos mismos lo que se les dice. Las fuentes primarias tienen a su disposición un medio para que su mensaje sea lanzado, así que lo hacen. Basta con utilizar un buscador web para encontrar información más que suficiente sobre cualquier tema. Al poco de producirse la catástrofe, ya corrían por blogs y twitter el diseño de la planta accidentada, recuentos actualizados con la última hora desde Japón e infografías poniendo en perspectiva el significado de las fugas.

En Evolucionarios – Buena ciencia.

Evidentemente, si hablamos de los complejos detalles del funcionamiento de la energía nuclear o la mecánica cuántica, se debe recurrir a los expertos. Y si el experto suelta lo que para alguien con conocimientos similares es una tonterías, tienes pocas opciones (aunque una evidente sería buscar algunos expertos más al mismo nivel). Pero lo más triste de la situación es que no estoy hablando de ese tipo de conocimientos avanzados. Yo me refiero a una especie de analfabetismo fundamental, un desinterés total por aspectos fundamentales del planeta sobre el que ponemos los pies, unos conocimientos mínimos, de educación secundaria, sobre el mundo. Luego, los periodistas no dejan de llorar –vas a cualquier reunión de blogs y lo puedes comprobar– sobre la muerte de su profesión. Pero en realidad, es un suicidio nacido del más absoluto desinterés.

Hay quien me lo intentaba justificar diciendo que los periodistas se limitan a transmitir lo que dicen sus fuentes. No me creo que esa sea la imagen que los periodistas tienen de sí mismos, simples transmisores, como los cables de un teléfonos. Si así fuese, su profesión sería innecesaria, o al menos, sólo duraría hasta que podamos enseñarle a un ordenador de disfrazar las notas de prensa. Si el periodismo no aspira ni siquiera a comunicar algo que se parezca mínimamente a la verdad, ¿cuál es su función?

Lo curioso es que hay gente dispuesta a contar esas cosas de una forma razonablemente precisa. Me encontré muchos blogs que se las arreglaban para explicar qué es la radiación o cómo funciona la energía nuclear sin problemas y con claridad. Como comenta Maximiliano más arriba, los blogs se apresuraron a llenar el hueco que el periodismo se negaba a cubrir (también tenemos la Wikipedia, que explica muchos de esos conceptos sin problema). Y la verdad, cuando un blog de ciencia ficción hace mejor trabajo informativo que un importante periódico nacional, creo que tu problema empieza a ser grave.

Tres enlaces más: Autocrítica, Why bad journalism has driven me to desperate ends y ¿Cuándo dejaron la prensa y los medios de informar?

Ciencia y sociedad en Doctor Who

Es un comentario metido casi al final del último episodio que he visto de la serie (el segundo de la sexta temporada). Tras la conclusión de la aventura, descubrimos que un agente fue expulsado del FBI por querer casarse. Estamos en 1969, el día mismo en que la humanidad ha llegado a la Luna. Teniendo en cuenta los servicios prestados por el agente para resolver la crisis del momento, el presidente de los Estados Unidos (un Nixon que irónicamente el episodio ha convertido en héroe) se muestra magnánimo y está dispuesto a perdonarle al agente el que quiera casarse con alguien de raza negra. Por desgracia, al agente le gustaría casarse con un hombre de raza negra. Al descubrirlo, el único comentario del presidente es que por ahora haber llegado a la luna es más que suficiente. Me encanta esa observación de que los avances tecnológicos son relativamente fáciles, pero que los cambios sociales requieren mucho más tiempo y son mucho más difíciles. ¿Ir a la luna? Nada, eso lo hacemos en menos de una década, dime sólo cuánto dinero tengo que poner. ¿Un hombre casándose con otro hombre? Para eso mejor esperamos medio siglo.

La verdad es que ese tipo de comentarios son habituales en la encarnación moderna de la serie (he visto muy poco de la antigua). Hace unas temporadas, el Doctor se refugiaba en el Reino Unido justo antes de la Primera Guerra Mundial. Su compañera de entonces, médica, al ser de raza negra tenía que ocupar un puesto de limpiadora, por su doble discapacidad: no sólo su raza no era la correcta para esa época, es que además era mujer. El episodio, que con otra ironía se llama «Human Nature», contiene así mismo varios comentarios sobre las relaciones entre clases sociales e incluso sobre el colonialismo inglés. La ansiedad por el imperio es otro de esos temas que no dejaban de salir en temporadas anteriores (al final de la segunda temporada, la jefa de la ultrasecreta organización victoria Torchwood declara que trabaja por «la reina y el imperio». Cuando le recuerdan que el país ya no tiene imperio, se limita a responder «por ahora»).

Evidentemente, siendo una serie que ha demostrado una gran longevidad, podemos concebir alguna próxima versión del Doctor (en cuanto hayan resuelto el problema de la regeneraciones limitadas) viniendo a nuestra época y demostrando como a nosotros también la tecnología se nos daba bien pero lo social lo teníamos más descuidado.

El potencial de un libro

A book, as an object, has no inherent, objective power. Which is why it’s so hard to predict bestsellers, why you can’t judge a book by its cover.

The REAL power of a book comes from lots of people reading it and, MORE importantly, people talking about it.

En Gapingvoid | «Hugh MacLeod» Cartoons drawn on the back of business cards.

¿Por qué dan miedo los Daleks?

El Doctor ha vuelto. Momento ideal para meterse en estas disquisiciones.

The Daleks are perhaps Doctor Who’s greatest success. After their first appearance, they boosted ratings and turned the show into a national phenomenon. “Dalekmania” became a common term and “Dalek” itself now commands its own entry in the Oxford English Dictionary.

Almost half a century later, their popularity shows little sign of subsiding. A 2008 survey by the National Trust found that while only 53% of children could identify an oak leaf, nine out of 10 could identify a Dalek. In 2010, readers of the science fiction magazine SFX voted the Dalek as the all-time greatest monster, beating both Godzilla and Gollum from The Lord Of The Rings.

En Moral philosophy and the Daleks.

The Cult of Done Manifesto

Una selección:

2. Accept that everything is a draft. It helps to get it done.

6. The point of being done is not to finish but to get other things done.

7. Once you’re done you can throw it away.

10. Failure counts as done. So do mistakes.

11. Destruction is a variant of done.

En Bre Pettis | I Make Things – Bre Pettis Blog – The Cult of Done Manifesto.

Fish Story, de Yoshihiro Nakamura

Estamos en el año 2012 y faltan pocas horas para que un cometa choque contra la Tierra, acabando así con la civilización tal y como la conocemos. Cada uno espera el fin del mundo como puede. En particular, 3 personas acaban en una tienda de discos. El dueño. Un posible cliente que afirma que prefiere pasar las últimas horas en este mundo con su música favorita. Y un hombre ya algo mayor con cáncer terminal que disfrutó de la vida todo lo posible en previsión de la catástrofe.

Y la única esperanza de la humanidad, aunque nadie lo sabe, es una canción punk japonesa de 1975 (antes de los Sex Pistols). Es una canción casi totalmente desconocida, llamada Fish Story, grabada por un grupo del que nadie se acuerda, en su último disco y que encima no vendió nada. Es más, al hacerla sabían que no iba a vender nada. También es una canción extraña, porque en medio de un solo hay como un incomprensible minuto de silencio.

Y no, no es nada de lo que están pensando. Precisamente ésa es una de las delicias de este película.

Saltando en el tiempo (hay escenas en 1975, 1982, 1999, 2009 y 2012), Fish Story (que ya es una de las mejores películas que he visto este año) va contando la vida de distintos personajes (de una forma casi íntima y personal, alejándose de las pelis de catástrofes) que recibieron la influencia de esa canción. Va ofreciendo eslabones sueltos de lo que sabemos que es una cadena de acontecimientos que acabará de alguna forma frente a ese cometa. Pero en la mejor tradición, no es hasta el final que comprendemos cómo encaja todos entre sí (por ejemplo, nos encontramos con un cocinero al que su padre entrenó para ser un campeón de la justicia, o la historia del hijo de un productor musical) porque las relaciones con la canción pueden ser tan sutiles como para antojársenos inexistentes. Es más, en cualquiera de los fragmentos no sabemos exactamente quién se supone que es el personaje realmente importante, a quién se supone que debemos prestar atención. Quizá porque en realidad lo importante en esta película es la relación entre todos y no las acciones individuales de cada uno, la cascada de acontecimientos que se derivan de uno anterior.

Sólo en el último momento podemos observar todo lo sucedido en su orden correcto. Mientras tanto, Fish Story va creando esa sensación de confusión que tan habitualmente sentimos ante el mundo, esa impresión de que lo que está pasando es más significativo de lo que parece, pero que lo es de una forma que no acabamos de comprender. Hay momentos trágicos. Hay momentos cómicos. Hay momentos serios, pero con esa seriedad que no deja de ser juguetona. Lo que no hay son elementos de ciencia ficción (excepto el cometa, claro).

Lo que sí hay es una canción.

Una canción grabada por un grupo menor. Una canción excelente. Una canción que saben que no va a vender. Una canción tan buena que es una pena que no llegue a otras personas, una canción tan incomprensible en su tiempo que sólo puede considerase una botella lanzada hacia el mar del futuro. Pero que graban con sinceridad, con entusiasmo, porque es demasiado buena para guardársela. Lo hacen con la cabeza llena de sueños, pensando que es tan buena que algún día salvará el mundo. Aunque sabe que es imposible que eso llegue a pasar. En una películas con tantas referencias a un grupo de cinco superhéroes, los cinco responsables de la canción (los 4 músicos y el productor) no saben que lo son.

Hay partes francamente logradas. Todo lo que sucede en el barco secuestrado por una secta convencida de que el fin del mundo será en 2009 (se equivocan), con su sutil análisis del deber. O la sesión de grabación de la canción que esperamos sea extraordinaria, porque después de que casi toda la películas haga referencia a ese momento esperamos que suceda algo especial. Y es especial lo que sucede, curiosamente porque no pasa nada de lo que esperamos.

Fish Story es más bien un viaje por el tiempo, deleitándose en las consecuencias imprevisibles de actos que consideramos triviales. Al darnos una visión no lineal nos coloca en ese estado de confusión que luego se revela finalmente ordenado, aprovechando al máximo el truco narrativo. Pero también cuida los personajes e incluso va más allá de lo estrictamente necesarios. Dota de personalidad a los miembros de la banda, dibujándolos como personas completas y explorando la relación entre ellos.

Si la película tiene un mensaje (que no estoy seguro) posiblemente sea que debemos vivir nuestra vida como si nuestros actos y obras fuesen importantes, con la potencialidad de salvar al mundo aunque no entendamos cómo, aunque sepamos que es totalmente imposible que algo así vaya a suceder.

Hasta, por supuesto, el día que sucede.

Porque hay muchas formas de ser un héroe y salvar al mundo.

Películas 2011

Raros

Have you noticed how everybody wants to be different but nobody wants be odd? Call a friend unique and they’ll like you all the more, tell them that they’re odd and you’ll be deleted from their life. The truth is most people don’t want to be different – they want to be the same, but better.

en BBC – Gomp/arts: Celebrating John Cage.

Llama la atención este Así habló Zaratustra (Herder Editorial. ISBN: 978-84-254-2731-2. 200 pp.), una adaptación al manga –en formato de lectura occidental– del famoso libro de Nietzsche. Como se dice en la contraportada:

No sabemos qué pensaría Friedrich Nietzsche si viera el título de su obra Así habló Zaratustra impreso en la portada de un manga. Lo que sí sabemos es que son muchos los jóvenes que leen cómics y pocos los que se atreven con un libro de filosofía.

La magia del cómic en una historia inspirada en el pensamiento de Nietzsche. Lo mejor de la filosofía y del manga, por fin juntos.

Después de todo, cuando era niño leí El manifiesto comunista en cómic y lo disfruté mucho. La idea puede funcionar.

La nota de prensa da algunos detalles más:

Este manga, inspirado en la obra de Nietzsche, parte del siglo XIX como una época de profundos cambios. El joven Zaratustra, mientras acompaña a su padre en los trabajos de la iglesia, va tomando conciencia del lugar que ocupa Dios y la fe en la sociedad de la primera revolución industrial. Un profundo escepticismo lo lleva a desafiar la autoridad del padre y a sembrar un interrogante que lo cambiará todo: ¿ha muerto Dios? La aparición de una joven misteriosa empuja a Zaratustra a dar un giro a su vida, a superar el espíritu del camello y a trascender el espíritu del león en la búsqueda del Superhombre. Porque si Dios no era más que una invención humana, ante su muerte lo único que existe es el «yo».

Debo admitir, con respecto al último punto, que no estoy seguro de que el «yo» no sea una invención humana.

Como parte de la promoción de la obra, la editorial organiza un concurso a propósito de los bigotes de filósofo. El premio es un lote de libros que pintan interesantes.

Precision

En realidad, no es más que una viñeta, la presentación de un personaje interesante. Pero impresiona saber que todo se hizo en 48 horas.

PRECISION from Andrew James Sykes on Vimeo.

Aquí más información.

(vía BoingBoing)

Storm

Grande Tim Minchin (en inglés, por desgracia sin subtítulos). Visto en Respectful Insolence.

Aunque tienen razón en los comentarios. Scooby Doo no es muy buen ejemplo, porque si bien solía ser una serie que ofrecía siempre una explicación, ahora se ha vuelto tan sobrenatural como cualquiera.

PC, Mac y la vida sin clases sociales

La publicidad es siempre así. Crea un mundo donde el uso del producto simplificará y mejorará enormemente nuestras vidas, obviando por supuesto cualquier otro problema que pueda existir.

But obscured in the sterile-white world of “Get a Mac” are indeed messages of consumption and class, though ones artfully subjugated by a comparative advertising trope we have become used to in the U.S. Our society, historically prone to denying very real issues of social class that are perpetuated in the consumer culture, reads a text like this as an invitation to switch teams, to make life easier, to be a little bit cooler, to enter the “In” crowd. “Get a Mac” appeals to our youthful, globalized, and hybridized post-industrial selves who would prefer to think that conflicts around class, race, and gender were completely conquered in the 1960s and 70s. The myth employed in these ads tells us it is easy and straightforward to be this person—to become Mac; it’s a myth that supports the dominant “classless-society” thesis and hides the real societal hurdles that such a personal movement would have to navigate.

En The Myth of Classlessness in Apple’s “Get a Mac” Campaign Randall Livingstone / University of Oregon | Flow.

Pero me llama la atención que diga «and hides the real societal hurdles that such a personal movement would have to navigate». Asumo que no se refiere a cambiar de ordenador y empezar a usar un Mac (que es hoy un cambio bastante fácil), sino a intentar vivir en el mundo Mac de los anuncios.

(vía The Chutry Experiment)

Los medios y la ciencia

This is how I think it works. Journalists have a 1950s B-movie view of science. To them, it offers a feeling tone of cold, unquestionable truth that can be used to paste a veneer of objectivity over any moral prejudice you might have, and we’ve seen it a hundred times in this column.

En Experts say new scientific evidence helpfully justifies massive pre-existing moral prejudice. – Bad Science.

El subtítulo de este libro (Principal de los libros. ISBN: 978-84-938316-3-9. 350pp) es «Los grandes clásicos como nunca te los han contado» y, dejando de lado la hipérbole promocional, algo de cierto tiene. Porque si hay algo que nunca te cuentan de los clásicos literarios es precisamente lo divertidos que resultan. Siempre se habla de su importancia, de su valor, de su profundidad o de cualquier otro aspecto que se considere serio. Pero curiosamente, el placer de su lectura es rara vez un factor que se considere no ya importante, sino digno de mención. Ante ese panorama, no es de extrañar que la palabra clásico sea sinónimo de aburrido.

Historia torcida de la literatura desmitifica muchos de esos libros y, lo más importante, a los autores, tratándolos como cercanos y accesibles, sufriendo los mismos defectos que cualquier otra obra humana o cualquier persona. Aplica mucho sentido del humor y llama golfo al que se merecía ser llamado golfo. Empezando con la más remota antigüedad, va avanzando cada vez más deprisa hacia el presente, hablando de Shakespeare, la literatura rusa, los checos, la literatura americana, los clásicos del siglo de oro y demás. La lectura es ágil y aunque el humor no funciona igual en todo momento (es mucho más gracioso llamar golfo a Boccaccio que decirlo de algunos de los escritores más reciente que, bien, efectivamente son unos golfos), es siempre divertido. De hecho, la combinación de diversión y comentarios literarios funciona tan bien que te deja ganas de leer más de una de las obras comentadas, lo que desde mi punto de vista es siempre un triunfo para un libro de este tipo. Ya vale la pena.

Pero lo importante de este libro no es nada de lo que he dicho anteriormente. Es decir, si deciden leerlo por eso, pasarán un buen rato y disfrutarán de esas excursiones literarias. Pero en realidad, lo grande de este libro es que contiene una defensa apasionada de la lectura y de los derechos del lector, ese individuo tan ninguneado que los columnistas de prensa sólo lo nombran para regañarle por no leer lo adecuado o para recordarle su obligación de leer esta o aquella obra. Este libro, al contrario, defiende la libertad del lector ante los libros.

Por ejemplo, hablando de El Quijote, el autor lamenta la manía educativa de intentar hacer que los más jóvenes lean una novela para la que no bien podrían no estar preparados, pretendiendo que la aprecien y logrando en realidad el efecto contrario. Dice: «La tarea de un educador debería ser conseguir el mejor rendimiento posible con lo que tiene entre las manos, y no imaginarse una audiencia más interesada y atenta de la que dispone en realidad». Posteriormente, hablando sobre si debemos juzgar las obras de los autores por las opiniones que éstos defendían como personas o por los actos que cometieron, reclama de inmediato la libertad del lector para elegir leer lo que quiera y usar cualquier criterio para seleccionar los libros que va a leer. Es refrescante que alguien lo diga tan contundentemente, tan acostumbrados como estamos a la figura del un lector pasivo que tiene como única función leer en orden las obras declaradas como imprescindibles en el canon de turno.

Incluso critica nuestra tendencia a considerar que un autor del pasado es ya un clásico por viejo, y por tanto bueno, aunque en su época no hiciese nada sustancialmente diferente a lo que hace un escritor de bestsellers de la actualidad. Quizá en más de un caso la fama literaria, sin que nadie se moleste en leer los libros, no se corresponda con su calidad real, o, dándole la vuelta de inmediato, quizá un autor despreciado hoy sea imprescindible en el futuro.

Y se permite terminar con toda una declaración que comparto plenamente: la necesidad de que el autor logre inquietarte, encabronarte, inspirarte o divertirte, «que me demuestre que no estoy solo en mis ideas, que alguien piensa lo que yo nunca digo, o que yo nunca había pensado». Y cierra con un mensaje de esperanza: «Y entonces te das cuenta de que la literatura sigue muy vida, que son muchos [nota: se refiere a los autores hacen lo mencionado anteriormente], que nuestros terrores apocalípticos sobre una decadencia total de la cultura que nos devuelva a las cavernas son infundados». Lo importante es que lo que lees no te deje indiferente.

Por cierto, este libro tiene su semilla en el blog Literatura Torcida.

El alarmismo y el lenguaje

Con el adecuado lenguaje, verbal e icónico, hasta las cosas más inofensivas pueden aterrorizar. Si encima de lo que se habla es de verdad peligroso podemos obtener un cóctel apocalíptico que hay que evitar. Porque la preocupación y la precaución están justificadas, pero el pánico no.

En Perogrullo » Blog Archive » El alarmismo y el lenguaje.

Marcel Duchamp y el acto creativo

Millions of artists create; only a few thousands are discussed or accepted by the spectator and many less again are consecrated by posterity.

In the last analysis, the artist may shout from all the rooftops that he is a genius: he will have to wait for the verdict of the spectator in order that his declarations take a social value and that, finally, posterity includes him in the primers of Artist History.

I know that this statement will not meet with the approval of many artists who refuse this mediumistic role and insist on the validity of their awareness in the creative act— yet, art history has consistently decided upon the virtues of a work of art thorough considerations completely divorced from the rationalized explanations of the artist.

UbuWeb Papers: Marcel Duchamp – The Creative Act (1957).

Rain Town

Nadie recuerda cuándo empezó a llover en la ciudad. Ahora, bajo el manto continuo del agua, algunos personajes se aventuran a moverse por ese paisaje evocador y algo inquietante. Es sobre todo atmósfera, con una historia —en ocasiones deliciosamente desconcertante por su estructura— de compasión y amistad. Un corto de Hiroyasu Ishida:

(vía Twitch)

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