Alicia

Un regalo de cumpleaños que me llegó con retraso. Unos divinos recortables de Alicia y el Conejo Blanco -ése que siempre llegaba tarde- con sus correspondientes vestiditos. Intenté vestir al conejo de Alicia y a Alicia de conejo pero no se puede. Lástima. En cualquier caso, quedan preciosos:

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Commissioning A Symphony In C» de Cake en el disco Comfort Eagle]

El fin del mundo

El domingo nos fuimos de paseo a Finisterre, allí donde terminaba el mundo de los romanos. La zona es realmente muy bonito y la vista está francamente bien:

Como suele suceder en esos sitios, había un puesto de recuerdos. Vi uno que me encantó y estuve a un tris de comprarlo: un perro hecho con las conchas de pequeños animalillos marinos. No veía nada tan genial desde las muñecas muertas.

Ya que estábamos por allí, aprovechamos para ir a la playa. Nos pasamos por la playa de Carnota -que dicen es la más larga de Galicia. Ciertamente es enorme:

E incluso nos quedó tiempo de lavar el coche. Un día completito.

Vaya, parece que Russell pasó por Santiago y no nos llamó. Bad Boy Russ! Bad boy! 🙂

[Estoy escuchando: «Commissioning A Symphony In C» de Cake en el disco Comfort Eagle]

Hombres de armas

Se publica en español Hombres de armas, otra de las buenas novelas de la serie del Mundodisco. La leí en inglés hace ya mucho tiempo y me gustó mucho: es una novela que dentro de la serie pertenece a la subserie de la guardia nocturna. Es uno de esos libros de humor que es muy fácil despreciar precisamente por ese detalle, sin pararse a pensar en la carga de profundidad que contienen muchos de los chistes de Pratchett. No es vano, y con muy buen criterio, hace poco Joni Karanka situó a Pratchett en su lista de nueve intelectuales del siglo XX (en la buena compañía de gente como Turing o Kafka). Cuando se lee a Pratchett con atención es difícil considerar que no debería estar en esa lista. Ahora la editorial me ha enviado un ejemplar para El archivo de Nessus y me lo estoy leyendo de nuevo (la traducción es correcta, aunque de vez en cuando se cuelan algunos errores). De la solapa:

«¡Sé un HOMBRE de la Guardia de la Ciudad! ¡La Guardia de la Ciudad necesita HOMBRES!» Hasta ahora, sin embargo, la Guardia Nocturna sólo cuenta con el cabo Zanahoria (técnicamente un enano), el agente Cuddy (realmente un enano), el agente Detritus (un troll), la agente Angua (una mujer… la mayor parte del tiempo) y el cabo Nobbs (descalificado de la carrera evolutiva por hacer trampas).

Y necesitan toda la ayuda que puedan conseguir. Porque hay un asesino suelto en las calles, con un arma nueva y mortífera y, lo más peligroso, un PLAN para devolver a la ciudad de Ankh-Morpork su grandeza perdida. Además, el misterio debe resolverse antes del mediodía, cuando el capitán Vimes devuelva su placa y se case con la mujer más rica de la ciudad.

Comparado con lo que les viene ahora, acabar con aquel dragón que atacó la ciudad hace un tiempo resultó fácil, ¡enfrentarse a un ejército de enanos sería más fácil! Y si la tarea es incluso complicada para un cuerpo de vigilancia normal, para la Guardia Nocturna puede convertirse en un quebradero de cabeza… literalmente.

Y esto fue lo que escribí en la columna de Libros extranjeros (la gente me criticaba por el nombre de la columna y el hecho de que sólo hablase de libros en inglés -la única lengua extranjera que entiendo- pero era una referencia a Borges. Él leía muchos idiomas) que hacía para BEM:

Cuando Sir Thomas Bodley estableció su biblioteca en la universidad de Oxford prohibió expresamente la presencia de libro inútiles, entre los que se encontraban las obras de teatro. Eso sucedía en el año 1602, alrededor del cual vivieron autores de género como William Shakespeare, Ben Jonson o Philip Marlowe. La actitud era lógica; se consideraba al teatro como un entretenimiento popular sin valor literario. Hoy, esta es una historia con moraleja, el teatro de la época se considera entre las mejores obras de la literatura inglesa.

Mucha gente tiene ideas similares sobre el humor. Si una obra es humorística se considera un entretenimiento sin valor; olvidando sin embargo que Shakespeare y Ben Jonson también escribieron comedias. Si te ríes, parece ser la lógica, la obra no debe ser muy buena.

Terry Pratchett comenzó su serie del Mundodisco con El color de la magia (1983). La idea inicial era una sátira de las premisas de la fantasía situada en un mundo plano que se sostenía sobre cuatro elefantes que a su vez se apoyaban en una gran tortuga que nadaba por el universo. Tanto esa novela como su continuación, La luz fantástica (1986), eran obras aburridas sin demasiado interés. Los siguientes volúmenes de la serie –Ritos iguales (1987), Mort (1987), Rechicero (1988), Brujería (1988), Pirómides (1989), ¡Guardias! ¡Guardias! (1989), Eric (1990, con Josh Kirby) e Imágenes en acción 1990)- representaron un cambio: Terry Pratchett ampliaba su campo de intereses y se reía de más cosas. En general eran historias más atractivas, ideas mejor tratadas y libros muchos más interesantes que sus predecesores. Pero fue a partir de El segador (1991) cuando Terry Pratchett dio la sorpresa. De pronto teníamos entre las manos una novela divertidísimas que a la vez trataba con humor temas muy serios. La siguiente, Brujas de viaje (1991), fue aun mejor; hasta llegar a la que posiblemente sea la mejor novela de la serie: Small Gods (1992). Lords and Ladies (1992) representó un pequeño bache, era ambiciosa pero fallida, aunque lo que parecía una carrera descendente se recupera admirablemente en este Men at Arms (1993) -a falta de leer las últimas por el momento: Soul Music (1994) e Interesting Times (1995). Ahora las novelas del Mundodisco son más divertidas porque son más interesantes.

El humor, la ironía y la sátira pueden ser armas poderosas para un escritor. Con algo de humor, con una ligera sonrisa en la boca del lector, es más fácil convencerle, atacarle, transmitir en suma aquello que el autor quiere decir. Lo sabía Swift, lo sabía Henry Fielding (que empezó riéndose de Pamela para acabar escribiendo Joseph Andrews y Tom Jones) y lo sabía Mark Twain (¿quién no queda desarmado ante las reflexiones serio-cómicas en las que se embarca Huckleberry Finn?).

Terry Pratchett pertenece desde hace ya algunos libros a esta tradición en el uso del humor como herramienta para hacer literatura. Parece en su obra que está hablando de una cosa cuando en el fondo está hablando de otra. Te pilla desprevenido y sin darte cuenta te coloca una reflexión muy seria disfrazada de patochada y enunciada por un personaje de nombre absurdo. En cierta forma, podría decirse que un escritor cómico es siempre un moralista porque reírse de una actitud implica tomar otra como referencia.

Y nadie puede acusar a Terry Pratchett de no ser ambicioso. En El segador contaba lo que le sucede a la muerte cuando es despedida de su trabajo, y de paso hablaba de lo que significa vivir. En Brujas de viaje recreaba con maestría los cuentos infantiles para de paso hablar del poder, del poder de no tener poder y del valor que hace falta para no usar el poder. En Small Gods parodiaba El libro del sol nuevo de Gene Wolfe en la historia de un chico con memoria infinita que debía ayudar a sobrevivir a un dios convertido en tortuga, y reflexionaba sobre la intolerancia religiosa y, más importante, sobre sus causas (es además la novela con el mejor final de toda la serie). Todo esto además con un lenguaje preciso, cuidado, escogido y minucioso. Porqué la literatura y el humor no admiten un trabajo a medias: o se hace bien, o se hace el ridículo (por desgracia, las traducciones de sus novelas son bastante pobres y se pierde el uso esmerado que el autor hace del lenguaje).

Y en Men at Arms tenemos una historia de detectives (se me olvidaba comentar que a Terry Pratchett le encanta navegar entre los géneros para sus novelas del Mundodisco) en la vieja Ankh-Morpork cuando una poderosa arma (inventada por Leonardo da Vinci) desaparece misteriosamente y siembra el pánico en la ciudad. Y también tenemos una historia sobre las relaciones raciales, sobre la política de estado, sobre los peligros del nazismo y sobre la naturaleza de los héroes.

Lo más curioso de este libro es que puede leerse dos veces. La primera vez se lee para descubrir la solución del misterio (es decir, ¿quién mató a Beano el payaso?) y como se las arreglará Zanahoria para evitar convertirse en rey. La segunda vez se lee para disfrutar de la maravillosa organización de la trama, para captar las sutiles huellas que adelantan la acción, que construyen el argumento, que apuntalan a los personajes, para disfrutar, al fin y al cabo, de la arquitectura de esta novela. Porque en este libro hay personajes que luchan, sienten y tiene problemas que es urgente solucionar. Los personajes tontos que poblaban ¡Guardias! ¡Guardias! y la hacían una novela aburrida, se convierten aquí en los verdaderos pilares de la trama y en la verdadera, y última, razón para leer esta y otras novelas del Mundodisco. Y todo con humor.

Esta novela demuestra que Terry Pratchett ha aprendido, delante de nuestros ojos, a convertirse en una magnífico escritor.

Creo que se nota mucho que la escribí en la época en la que estudiaba filología inglesa. Algún día contaré esa historia.

[Estoy escuchando: «World Of Two» de Cake en el disco Comfort Eagle]

Bruce Eckel y Python

Bruce Eckel, conocido especialmente por su libro Piensa en Java, comenta Python y ante la pregunta de si ese lenguaje es adecuado para la programación orientada a objetos comenta:

I can only say that I like it and use it for OO. Python was designed from the ground up as an OO language, and it’s OO support has been improving in recent releases, including support for private fields and static methods. Also, you can do a lot more OO stuff with Python than with languages like C++ and Java, because Python has metaclasses. Finally, the «latent» or «weak» typing mechanism in Python makes OO programs much simpler to write, which means you can be more productive.

[Estoy escuchando: «Love You Madly» de Cake en el disco Comfort Eagle]

Estadísticas de junio

Las visitas de pjorge.com en junio fueron de 42.467. Las de pjorge.net de 11.983. Lo que hace un total de 52.531 visitas en el mes de junio. Una vez más, no sé cómo se calculan esas visitas y en qué medida es una cifra «real» (y, lo más importante, que porcentaje corresponde a arañas y otros bichos). En todo caso, tomando los números como referencia, se aprecia una subida constante en los últimos meses. Pero ha empezado el verano, y el mes de julio ya empieza a registrar visitas menores. Previsiblemente, agosto bajará todavía más. Yo, sin embargo, como no me voy de vacaciones (o siempre estoy de vacaciones, depende de cómo se mire) seguiré en ello.

Por lo demás, gracias a todos los que visitan esta página.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Comfort Eagle» de Cake en el disco Comfort Eagle]

El cerebro de Microsoft

¿Cómo aspira Microsoft a competir con Google en el campo de los buscadores? Pues contratando a los mejores científicos y matemáticos.

Por otra parte, parece que ya hay gente bloqueando el robot de Microsoft haciendo uso del archivo robots.txt.

[Estoy escuchando: «Commissioning A Symphony In C» de Cake en el disco Comfort Eagle]

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Panorámica de la censura

No, no voy a hacer ningún resumen del estado actual de la censura. Se trata de una fotografía panorámica de un acto de censura. Verán, en Australia, que parece tener un gobierno muy paternalista, la película Ken Park (del director de Kids) está prohibida -no me pregunten por qué, aparentemente retrata con demasiada verosimilitud la vida de los jóvenes- y la gente desafía la prohibición organizando proyecciones de la película en DVD. Proyecciones que la policía se encarga de interrumpir. Pues aquí está, el público cortado y la policía custodiando el reproductor de DVD.

(vía Boing Boing)

[Estoy escuchando: «Saturday Night Sunday Morning» de Madness en el disco Wonderful [UK]]

¿Es Internet una mierda?

Se pregunta JJ a propósito del sitio Internet is Shit. La respuesta de JJ va por el camino del entretenimiento, es decir, añade una posibilidad de ocio más. Tiene sus aplicaciones comerciales, pero el uso principal es lúdico:

Por eso no hay que darle tantas vueltas. La internet es una revolución, sí, pero en el sentido que añade cientos de canales adicionales y de posibilidades de ocio a la persona que sepa aprovecharlas, con la ventaja de que democratiza el acceso a los «proporcionadores de ocio».

Así, pues, vale, la internet es una mierda, pero, ¡que siga el espectáculo!

Pero a mí me gustaría recorrer otro camino. Decir que internet es una mierda sería como decir que el ferrocarril es una mierda porque puede llevarte a sitios aburridos, que la imprenta es una mierda porque se publican muchos libros malos o la televisión es una mierda porque se emiten muchos programas deleznables. Pues sí, corre mucha basura por ahí, y a casi todos los medios de comunicación y transporte se les puede dar mal uso. Sin embargo, juzgarlos sólo por lo negativo nos haría olvidar que el tren nos puede llevar a muchos sitios agradables, que se publican muchos libros que valen la pena y que la televisión ha dado programas extraordinarios.

Por desgracia, criticar es muy fácil. No hace falta ser muy listo para ver los defectos de las cosas y, curiosamente, te hace parecer más inteligente. Una persona que destaca lo bueno queda como un ser amorfo y sin criterio. Alguien que lo critica todo queda como una persona de gran discernimiento y criterio. Intentar realizar un juicio objetivo, valorando pros y contras lleva mucho más trabajo y no sienta tan bien. En resumen: la crítica te hace parece más guapo, listo y alto.

¿Es Internet una mierda? Pues no dudo que para mucha gente sí. Y no dudo tampoco que para mucha gente habrá cambiado sus vidas. Yo mismo odiaría hoy tener que volver a la situación cuando no podía comprar tan fácilmente todos los libros que ahora puedo comprar y leer. También odiaría tener que renunciar a todos los amigos que he hecho gracias a este medio (puedo decir sin ninguan exageración que Internet transformó mi vida). Tom Coates, sin embargo, me ofrece un ejemplo mucho mejor:

Take for example the case of support groups for gay and lesbian teenagers. Gay teenagers are two to three times to attempt suicide and two to three times more likely to succeed – and why? Because they think they’re completely alone in the world and they have no way of connecting with other gay teenagers. Over the last few years that’s all changed – I’ve seen it happening. Gay teenagers are exploring over the internet first – they’re finding other people like themselves, getting advice and support and connecting to a wider community. Hopefully the result will be less death, less depression and less wasted years.

And here are some other reasons why the internet is not shit and why virtual community is not dead: alcoholism, disabilities, addiction, mental health, prostate cancer, teen health… I could go on all day. Frankly, I don’t care who thinks I’m nuts or an evangelist or whatever, but as far as I’m concerned the internet has improved people’s lives, helped them understand and deal with health problems, eased depression, connected the lonely and the disconnected and been a fount of information on pretty much every subject in the world. I don’t give a damn what anyone else thinks about it – I’m proud of it and proud of my tiny corner of it.

Hay que recordar simplemente que el canal no es el mensaje.

[Estoy escuchando: «Lovestruck» de Madness en el disco Wonderful [UK]]

Samsung, que fabrica teléfonos con cámara, los ha prohibido en algunas de sus plantas más importantes para evitar el espionaje industrial. Como dice Dan Gillmor: ¿qué pensarán los ejecutivos de Samsung cuando todo el mundo empiece a implantar medidas similares? Por otra parte:

But it begs a longer-range question. Cameras will soon be impossible to see. They’ll be in our glasses, our clothing and eventually in our very bodies, and will be so small that it’ll take serious effort to see them. The implications for industrial espionage, surveillance and peeping-tom-ism are depressing if you value privacy and security.

[Estoy escuchando: «Drip Fed Fred» de Madness en el disco Wonderful [UK]]

¿Qué esconde Hulk?

Pues parece que mucho. ¿Lo venderán en España?

(vía Ben Hammersley’s Dangerous Precedent)

[Estoy escuchando: «Elysium» de Madness en el disco Wonderful [UK]]

Monsters, Inc.

¡Qué vergüenza! Había comprado el DVD y no había visto la película. Es lo malo de esos soportes permanentes: compras libros, discos y dvds y piensas «ya lo leeré/escucharé/veré cuando tenga un rato». En esta vida moderna y ajetreada, evidentemente, el rato no llega nunca, sobre todo ahora que todos padecemos seudo ADD y nuestra limitada atención se reparte entre veinte actividades simultáneas. Por otra parte, a veces se produce el milagro, como ayer, cuando metes el dvd en el reproductor y se hace la magia.

¡Qué delicia de película! ¡Qué maravilla de guión! Es curioso que películas que dependen tanto de un efecto especial concreto al estar completamente generadas por ordenador se sostengan sobre guiones tan sólidos. ¿Por qué los animadores de Pixar tienen tan claro que toda buena película parte de un buen guión mientras el resto de la industria parece pensar que el guión es algo secundario? Si Monsters, Inc. es algo es un triunfo de la narratividad, de la ordenación perfecta de los elementos, de los detalles que dan profundidad a los personajes (aunque, todo hay que decirlo, el guión tiene al menos dos agujeros importantes).

(Asumo que a estas alturas todo el mundo la ha visto, por lo que me abstengo de resumir el argumento: Sólo decir que en el mundo de los monstruos, la fuente de energía son los gritos de los niños. Por tanto, los monstruos pasan por unas puertas que comunican con los dormitorios de los niños y los asustan. La coña es que los monstruos le tienen tanto miedo a los niños como estos a los monstruos. De hecho, creen que los niños humanos son terriblemente venenosos. Un día una niña llega al mundo de los monstruos…)

¡Y qué personajes! A la gente de Pixar le gustan los desafíos: la ciudad llena de monstruos todos diferentes y dos protagonistas, uno cubierto de pelo y otro que es básicamente un testículo verde con un ojo enorme en el centro. Animar todo eso, y encima conseguir que tengan personalidad, defectos y afectos es todo un triunfo. El mundo recreado tiene una asombrosa riqueza visual, lleno de referencias para los adultos y perfecto para niños. Tal es así, que el guión se permite incluso meter alguna pulla sobre la responsabilidad de los empleados en una empresa: ¿debe el empleado desentenderse de los turbios manejos de su jefe asegurando que se limita a cumplir órdenes? Genial la inversión final de papeles laborales entre Sully y Mike.

Una de las ventajas de verla en versión original es disfrutar de las voces. El trío de John Goodman (Sully, el monstruo enorme cubierto de pelo), Billy Crystal (Mike Wazowsky, el testículo) y Steve Buscemi (Randall, el camaleónico lagarto malvado que parece moverse casi como el actor) es realmente extraordinario y elevan la calidad de la producción. En particular, Goodman transmite perfectamente el cambio de sentimientos de Sully hacia la pequeña Boo (la niña que penetra en el mundo de los monstruos) y consigue dotar de sentimientos encontrados a todos los diálogos. Crystal es perfecto como el graciosillo amigo de Sully. La relación de amistad típicamente masculina entre los dos está francamente lograda.

Las mejores escenas: la persecución colgados de las puertas, muy efectiva porque está ahí por algo y los personajes, tanto perseguido como perseguidores, pretenden algo, y la pelea de Sully con Randall (que en ese momento es invisible en virtud de su capacidad para cambiar de color) mientras Mike decide que es hora de examinar en voz alta su amistad con Sully. Los hombres siempre elegimos el peor momento. Genial el cameo del abominable hombre de las nieves (un inciso, esa escena en particular la vi en una tienda en un televisor de plasma. No puedo empezar a describir la calidad de la imagen y la sensación de tridimensionalidad que ofrecía. En cuanto pueda permitírmelo, y bajen de precio, pienso comprarme uno).

Pues en resumen, buenísima.

Y ahora, mis dudas con las puertas.

¿De dónde salen? ¿Quién las fabrica? Cuando en el mundo de los humanos se fabrica un armario nuevo, ¿en el mundo de los monstruos aparece una puerta? ¿Una vez destruida una puerta ya no se puede volver a entrar en esa habitación? Si las puertas se fabrican en el mundo de los monstruos, ¿qué impide fabricar una nueva? Durante la persecución, los personajes van entrando y saliendo de las puertas (que han sido activadas convenientemente), ¿eso implica que en las habitaciones correspondientes hay dos armarios, uno para entrar y otro para salir? ¿Soy un físico retentivo anal?

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Gettin’ into Something» de Hank Mobley en el disco Poppin’]

Hulk

No me gustó tanto como quizá hubiese querido, pero ciertamente me gustó más que las otras películas de superhéroes que he visto últimamente (repito, las que he visto, que otras ni me he molestado). Empieza tan bien y parte de un planteamiento tan interesante que deseaba con toda mi alma que siguiese por ese camino. Por desgracia, Hulk se mueve entre el deseo de crear una película intimista y psicológica y la fidelidad al cómic original, una tensión que finalmente acaba rompiéndola. En cualquier caso, el resultado vale la pena: no es tanto que sea buena -tiene un nivel aceptable- como que es interesante, más de lo que puedo decir de otras.

La película arranca con un largo prólogo que cuenta los orígenes del personaje. Un científico -David Banner- que trabaja para un laboratorio militar (por cierto, aparentemente los nombres David y Bruce se refieren al mismo personaje. Es decir, en la serie de televisión el protagonista se llama David Bruce Banner y en los cómics el padre tiene otro nombre. Hay quien apunta que ese chiste interno podría ser una de las claves de la película al plantear que el hijo -Bruce- posee gran parte del material genético del padre -David) investigando la regeneración celular. Experimento tras experimento acaba inyectándose a sí mismo -en la mejor tradición del científico loco, que de eso se trata- cuando se le niega el permiso para experimentar con humanos. Por desgracia, su mujer se queda embarazada y asistimos a la fascinación absoluta del padre al comprobar que el hijo ha heredado modificaciones genéticas resultado de sus experimentos (no se nos aclara cómo sucede tal cosa y tampoco importa).

Cuando los militares descubren sus experimentos le cierran el laboratorio y el padre intenta resolver la situación con una medida drástica. Por desgracia, consigue traumatizar a su hijo de por vida. Cuando nos volvemos a encontrar con Bruce Banner, vive con una familia adoptiva y se dispone a ir a la universidad para convertirse en un gran científico. Más tarde, ya nos lo encontramos convertido en investigador y trabajando en el campo de la regeneración celular empleando en esta ocasión nanomáquinas y rayos gamma -como ven, las taras de los padres visitan a los hijos. Y por cierto, su compañera de investigaciones es la hija del militar que cerró los experimentos de su padre. Todos los elementos de un drama familiar.

De súbito el padre reaparece, dispuesto a ayudar a su hijo. Lo que no sabemos es qué entiende por ayudar y durante parte del metraje es un personaje algo ambiguo, aunque toma decisiones terribles que no sabemos si se deben a la confusión o a la maldad. Por tanto, si el padre es el amigo o el enemigo de su hijo no queda claro durante la primera parte de la película. Mientras tanto, el general Ross, padre de ella, se pinta como el malo -aunque el realidad el malo maloso es otro- y su personaje se va remodelando hasta convertirse en otra figura atrapada en una estructura que le supera y que no acaba de poder controlar.

Aparentemente, Ang Lee buscaba un tono de tragedia griega para la película, por tanto, la rigidez del destino, trágico y marcado de antemano, está presente, aunque modernizado para que sea la rigidez del destino genético. Bruce Banner es un hombre con una tara, una naturaleza animal que no puede controlar y que lucha por salir de su cuerpo, un componente irracional que se enfrenta a su racionalidad científica. ¿Es de extrañar por tanto que los conflictos de la película sean edípicos -y, me acabo de dar cuenta- eléctricos?

En cualquier caso, la naturaleza interior de Bruce Banner se ha manifestado a lo largo de su vida en forma de pesadillas que le daban a entender la presencia de otra realidad. Pero la súbita reaparición de su padre cambia las cosas. David Banner parece obsesionado en recuperar los secretos genéticos contenidos en el cuerpo de su hijo -digamos que los genes de Bruce Banner han logrado una integración mejor de las características que David Banner se inyectó; el hijo supera a su padre. Quizá la intervención del padre sea lo que desata los accidentes, quizá sea casualidad, pero Bruce Banner recibe una dosis de nanomáquinas y rayos gamma y…

Se transforma en el gigante verde que todos recordamos de la infancia. Después de varias vicisitudes, incluyendo una espectacular pelea con caniches salidos del infierno, los militares capturan a Hulk y lo llevan a la misma base en la que creció de niño y en la que su padre investigaba. Mientras tanto, David Banner hace lo posible por despertar las potencialidades de sus propios genes, sometiéndose a nanomáquinas y rayos gamma y obteniendo así extraños poderes.

Y desde mi punto de vista, aquí es donde empiezan a ir mal las cosas. Toda la primera parte ha tenido un planteamiento interesantísimo pero la fidelidad al cómic manda y en cuanto Hulk está disponible como personaje hay que emplearlo: supongo que nadie iría a ver la película si Hulk no saliese mostrando lo que puede hacer. Hay una ligera crítica a la avaricia empresarial -quieren el material genético de Hulk para patentarlo y ganar una fortuna-, los militares salen relativamente bien parados -le disparan a Hulk pero sinceramente creen hacer lo mejor- y asistimos a una interminable y en ocasiones aburrida persecución por el desierto, una de esas escenas espectaculares pero que no aportan demasiado. Sí, Hulk es un personaje perseguido, pero con unos minutos bastaba para dejarlo claro. La inutilidad de la escena se manifiesta al contrastarla con las dos primeras apariciones de Hulk. En la primera, destruye su propio laboratorio quizá cabreado porque de alguna forma lo sabe responsable de su transformación. En la segunda, lucha contra los perros pero lo hace para salvar a una persona indefensa que no tendría ninguna oportunidad frente a esos animales. La persecución por el desierto no es más que un homenaje al cómic original sin mayor sentido. Vale, en ocasiones es espectacular, vale, en ocasiones es inteligente y divertida, pero no es más que una cacería demasiado larga (incluyendo el obligatorio momento «parece que lo hemos matado pero no»).

Y mientras tanto, se olvidan de los personajes que tan bien han situado. Betty Ross pasa a una especie de segundo plano, convertida en un tranquilizante para monstruos -aunque su personaje se tiñe de cierta ambigüedad humana al colaborar con los militares- y el conflicto con su padre el general se resuelve en unas pocas escenas algo patéticas. Por suerte, el padre de Bruce reaparece con sus nuevos poderes y ya manifestando toda su locura. Nick Nolte lo interpreta muy bien, quedándose justo en la línea que separa lo exagerado de lo directamente chusco, y consigue que el intercambio con Bruce Banner tenga mucha gracia. El padre desea lo que el hijo tiene, y lo quiere a cualquier precio. Eso sí que es un padre dominante.

Está claro lo que han tratado de hacer con esta película: combinar la reflexión sobre el destino personal y el cómic de superhéroes. No dudo que se pueda hacer, porque el propio Ang Lee lo demostró el Tigre y dragón, pero en las películas no hay mucho tiempo y es preciso elegir. En un cómic, o una serie de televisión, tienes espacio de sobra para hacer cosas y puedes ir modificando y cambiando la trama para hablar de lo que quieras. En dos horas de película apenas queda tiempo para nada y por tanto hay que elegir con cuidado. Hulk no lo hace y se queda a medias. Arranca con un planteamiento intimista y psicológico y luego pasa a una película de acción, pero en dos partes diferentes que no acaban de casar entre ellas.

Pero al menos lo intenta.

Es más de lo que puedo decir de otras películas de superhéroes.

Una mención aparte merece el Hulk creado por ordenador. Da francamente el pego en casi todo momento. En la interacción con humanos se nota que no «está» ahí. Pero cuando se mueve por el paisaje -o dentro de un edificio- o se enfrenta a máquinas, el resultado es muy bueno. En algunos momentos parece un dibujo animado, sí, pero en general da realmente la impresión de una presencia física real.

Y para que quede definitivamente claro, mis películas preferidas de superhéroes son Superman y La sombra.

[Estoy escuchando: «Scherzo. Wuchtig» de Mahler en el disco Sinfonía número 6 en la menor]

Hibernate + XDoclet

Justo lo que necesitaba, un tutorial sobre Hibernate + XDoclet. ¿Quién dijo que internet no sirve para nada? (vía Brett Morgan’s Insanity Weblog)

[Estoy escuchando: «Misterioso» de Sonny Rollins en el disco Sonny Rollins, Vol. 2]

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He hecho otro test. Se llama Myers-Briggs y lo he visto en la página de Joi Ito. Me ha salido que soy un ENFP. No sé todavía si alegrarme o mosquearme.

[Estoy escuchando: «Wail March» de Sonny Rollins en el disco Sonny Rollins, Vol. 2]

La ley de Godwin

La ley de Godwin es una de esas curiosas leyendas de Usenet que dice: «As a Usenet discussion grows longer, the probability of a comparison involving Nazis or Hitler approaches one». Situación, después de todo, en la que todos nos hemos encontrado: una discusión se va alargando indefinidamente y los argumentos van dejando paso a los insultos y de pronto alguien llama nazi a otro. La tradición dicta, que no la ley, que a partir de ese punto es preciso abandonar la discusión y que la persona que ha invocado a los nazis ha perdido la discusión. Pero la ley tiene otra simple aplicación: en cuanto se empieza a comparar a los otros con los nazis la discusión ha perdido todo sentido práctico y nada útil o interesante puede extrarse de ella.

Lo encantador es que la ley de Godwin puede considerarse un curiosísimo ejemplo de optimismo por inversión. A ver si me explico: describe un fenómeno lamentable de la naturaleza humana, pero lo hace asumiendo que iniciaremos el proceso comportándonos como seres humanos civilizados, discutiendo como personas razonables e intentando ofrecer argumentos para nuestras posiciones. Inevitablemente acabaremos en el insulto usando la palabra fetiche para la ocasión -terrorista, comunista, radical, nazi o la que sea- ésa cuya sóla invocación basta para detener al contrario y cuyas implicaciones no es preciso examinar, pero al menos habremos empezado bien.

Hoy en día, sin embargo, ya ni se espera a agotar los argumentos para iniciar la ráfaga de insultos. Los políticos, esos espejos deformados y caricaturescos de la sociedad pero que tan bien la reflejan, van directamente a exabrupto y a llamarse nazi a la mínima de cambio. En ese punto siento ganas de invocar el corolario a la ley de Godwin y pedir que paren el mundo, que me apeo. Lástima que no se pueda.

[Estoy escuchando: «Why Don’t I» de Sonny Rollins en el disco Sonny Rollins, Vol. 2]

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El prisionero

Primero un trueno. Luego una carretera larga por la que se acerca un coche deportivo. Llega a Londrés, cerca del Big Ben, entra en un parking subterráneo. El conductor recorre un largo pasillo oscuro y llega a una oficina. Muy alterado, presenta un sobre. Luego descubrimos que ha entregado su renuncia. ¿A qué? No lo sabemos, pero aparentemente se trataba de un puesto de inteligencia de muy alto nivel y muy secreto. Regresa a casa, seguido de cerca por un coche misterioso. Cuando está metiendo algunas cosas en una maleta pequeña, junto con la imagen de lo que parece una isla caribeña, un gas penetra por el ojo de la cerradura. Lo último que ve antes de desvanecerse son los altos rascacielos de Londres.

Cuando despierta, descubre que ya no está en Kansas.

Está en la Villa.

La Villa es un pueblecito encantador, lleno de gente aparentemente feliz que disfruta de una vida agradable, sin complicaciones y llena de actividades lúdicas y recreativas. La Villa es también una cárcel de la que no se puede salir, protegida en última instancia por una misteriosa esfera blanca llamada Rover y en la que no existen los nombres y todos tienen un número identificativo. ¿Qué es la Villa? Pues aparentemente, un centro para romper agente del gobierno y descubrir los secretos que guardan en sus cabecitas. ¿Qué quieren de nuestro héroe? Pues todo, pero en particular la repuesta a la pregunta que provocará la cascada de respuestas a otras bien distintas: ¿por qué renunció?

Porque verán, nuestro héroe -innominado para mejor identificarse con el hombre común- se ha convertido en El prisionero, el número 6, una pieza en un juego diabólico dispuesto a romper su voluntad. De la Villa no se puede escapar -y mira que lo intenta- y él, por su propio carácter individualista y fuerte, no puede integrarse en ella. Por tanto, cada episodio se transforma en una lucha de voluntades, con el prisionero reafirmando su humanidad y la Villa, representada siempre por el misterioso número 2, intentando doblegarle. En la Villa no te puedes fiar de nadie. Cualquiera puede ser un espia de la organización, incluso sin saberlo.

¿Qué es la Villa? Pues verá, ésa es la clave. En las enciclopedias dedicadas a la televisión, junto a la expresión «serie de culto» hay una imagen de El prisionero, porque no ha habido, ni habrá jamás, otra serie tan deliberadamente alegórica, metafórica, subversiva o claramente filosófica (incluso cumple con la tradición de haber sido cancelada y el último episodio producido in extremis para cerrar el argumento -lo mágico es que ese episodio abre más interrogantes de las que resuelve) e incluso política. Comparada con ella, todas las demás series de culto son paseos por los jardines de la obviedad y la simpleza. Ninguna ha producido mayor torrente de interpretaciones y elucubraciones, mayor cantidad de tesis doctorales y estudios críticos intentando elucidar su proteica naturaleza. ¿Cuál es el significado último de El prisionero?

Quizá El prisionero lo signifique todo y por tanto nada. Su creador, Patrick MCGoohan quien también interpreta al protagonista, ha comentado jocosamente que si alguien descubre el significado que se lo cuente; otra veces ha dicho que puede explicarlo todo. Si la función última de una obra de arte es la de generar interpretaciones, entonces no ha habido jamás una serie más artística, más conscientemente concebida como mecanismo para forzar la reflexión, como gigantesco koan cuyos esfuerzos por interpretarlo revelan la inutilidad última de la interpretación.

He aquí una.

En casi cada episodio, el número 2 de la villa (un señor normalmente amable, de exquisita educación y conversación agradable) está interpretado por un actor diferente. De hecho, todos los números son intercambiables, y aparecen y desaparecen con facilidad. ¿Algún comentario sobre la naturaleza de la identidad? La Villa tiene también un consejo local, elegido democráticamente por los residentes. ¿Es una falsa democracia o es quizá la única democracia posible? ¿Podrían los residentes votar para liberarse a sí mismos?

¿Lo van entendiendo?

Pues cuando parece que lo hemos comprendido, nos acordamos del número que no aparece: el número 1. ¿Quién dirige la Villa? ¿A qué bando pertenece? El prisionero, ¿está vivo o muerto? ¿Dónde está situada la Villa? ¿Existe en algún lugar geográfico concreto?

Y lo más importante.

¿Quién es el número 1?

Y la única respuesta.

«You are number six».

[Estoy escuchando: «Poor Butterfly» de Sonny Rollins en el disco Sonny Rollins, Vol. 2]

Hektor es una impresora de chorro de tinta. ¿La coña? Usa una lata de pintura en spray lo que parecen dos cuerdas y un montón de equipo ingenioso. Ofrecen una guía en PDF para fabricarse uno, una serie de imágenes interesante y una película realmente espectacular.

(vía Boing Boing)

[Estoy escuchando: «The Cask of Amontillado» de The Alan Parsons Project en el disco Tales of Mystery and Imagination]

Hulk reseñada por dinosaurios

Exactamente eso.

(vía Making Light)

[Estoy escuchando: «Dream Within a Dream [Instrumental]» de The Alan Parsons Project en el disco Tales of Mystery and Imagination]

Harry Potter y la prensa

Había olvidado comentarlo. En Harry Potter y la orden del fénix hay un curioso comentario sobre la prensa. Es un semi-spoiler, así que quizá no quieras leerlo.

En diario oficial del mundo de los magos, The Daily Prophet, se pasa toda la novela difamando a todos los que afirman que aquel que no debe ser nombrado ha vuelto y publicando exclusivamente la versión oficial del Ministerio de la Magia. Mientras tanto, la verdad debe publicarla el National Enquirer del mundo de los magos, The Quibbler, revistas tan dispuesta a publicar cualquier cosa -avistamientos de animales inexistentes, supercherías, engaños y supersticiones- que incluso publica la verdad.

¿Será un comentario sobre el estado de la prensa sería actual que parece más parcial que la prensa más canalla? ¿O será un reflejo de la relación de Rowling con los medios?

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «The Raven» de The Alan Parsons Project en el disco Tales of Mystery and Imagination]

Un año

Hoy hace un año de la primera entrada oficial en esta bitácora. Me gustaría poder poner algo más, pero la verdad es que estoy demasiado liado. Que sirvan estas líneas de celebración.

[Estoy escuchando: «(The System of) Doctor Tarr and Professor Fether» de The Alan Parsons Project en el disco Tales of Mystery and Imagination]

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