La novela «Tokio blues» fue la que creó a Haruki Murakami como autor capaz de vender millones de ejemplares. Su descripción de dos momentos vitales muy concretos resonó con un público enormemente amplio. Para muchos, la mejor novela de Murakami.
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TRANSCRIPCIÓN
Hola. Una novela cercana, nostálgica, inocente, sincera. Una novela contada desde la necesidad de ser contada. Una exploración de la extraña intersección de la vida y la muerte en una época donde todas las emociones están a flor de piel. Es «Tokio blues», de Haruki Murakami.
Lo publica la editorial Tusquets con traducción de Lourdes Porta Fuentes.
Bien, ya estamos en Tokio.
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Decía Borges que cada escritor crea a sus precursores. Es decir, tras la aparición de una obra singular, uno puede volver atrás en el tiempo y dar con rastros de esa obra en otros múltiples momentos del pasado. Toda obra de arte añadida al mundo cambia el mundo y con él también el pasado.
Un caso singular es «Tokio blues», que se titula en japonés «Noruwei no mori», literalmente “Bosque de Noruega”, que por lo visto es como los japoneses traducen el título de la canción “Norwegian Wood” de los Beatles. Si has leído «Tokio blues», escucha la canción y dime si los Beatles no son ahora sus precursores. Es que suena tal cual como una historia de Haruki Murakami. Es increíble.
Es justo esa canción la que provoca un enorme impacto en el protagonista y narrador de «Tokio blues». Toru Watanabe, de 37 años, está aterrizando en Hamburgo cuando por los parlantes del avión suena una versión de esa canción. Oírla le retrotrae a sus años de universidad, a finales de los sesenta y principios de los setenta y a su relación con Naoko. Consciente de que empieza a olvidar, decide escribirla, sabiendo que algo de desmemoria, los bordes ligeramente difuminados, es lo ideal para escribir tus recuerdos.
Así es como volvemos al pasado, a Toru recién llegado de Kobe para asistir a la universidad en Tokio. Es una época compleja, de enorme agitación social, cuando parecía que el mundo iba a cambiar, pero no. Allí vuelve a encontrarse con Naoko, una amiga que era novia de su mejor amigo, Kizuki, quien se suicidó el día de su cumpleaños sin causa aparente. Un hecho que marcó a los dos y lanzó a Naoko a una vida de problema mentales, incluyendo una estancia en un sanatorio durante buena parte del libro.
También conoce a Midori, una joven que no podría ser más diferente a Naoko. Vital, allí donde Naoko es melancólica, pero también marcada por sus propios fantasmas. Toru se encuentra vacilante entre las dos, entre su sensación de responsabilidad para con Naoko y sus sentimientos por Midori. Es este triángulo, que en ocasiones se amplia, por ejemplo, con la aparición de Reiko, es la base de la novela. De ahí parte su reflexión sobre la muerte como parte de la vida y del amor como algo complicado que no siempre sale bien.
Esta novela, escrita entre Palermo y Roma, creó a Murakami el autor estrella, capaz de vender millones de ejemplares. No es de sorprender, porque «Tokio blues» captura magistralmente dos momentos vitales muy diferentes, manteniéndolos en equilibrio. Aunque uno es mucho más explícito que otro.
Está el momento vital concreto, alrededor de los 20 años, cuando todo es nuevo y las emociones son intensas. Es justo esa intensidad lo que la novela destaca una y otra vez. Los personajes sienten en lo más profundo, con total convicción, con una inocencia sincera. Todo lo hacen con una entrega absoluta. Refleja magistralmente esa intensidad juvenil que es casi insoportable y dolorosa para los que la sienten.
Y también el proceso de explorar los caminos que llevan a la vida adulta. Atrapado en cierto egotismo, mostrándose pasivo e indeciso, Toru Watanabe busca explícitamente alcanzar ese estado. Pero el proceso es complicado y caótico, cosa que la novela contrasta con la inmovilidad de la muerte. La muerte, siempre ominosamente presente sobre la vida de los protagonistas. La muerte que los ha marcado tan profundamente.
Muchos consideran que no es una novela de Murakami, porque se aleja bastante de sus claves habituales. Aunque es más directa de lo que es usual, el autor lo consideraba todo un desafío, lo de enfrentarse a una estructura así. Sin embargo, contiene mucho de sus elementos. Hay referencias a pozos, hay duplicaciones y paralelismos y personajes que están en lugar de otro. La propia Reiko directamente ocupa el lugar de Naoko en cierto momento.
Y sobre todo, en el Murakami de esa época, la melancolía y la sensación de estar totalmente perdido. Naoko, Toru, Midori y los otros son personajes que no acaban de encontrar su camino, que todavía están buscando su identidad y que hablan para expresarse procurando decir lo menos posible. Ese estar perdidos, sensación que llega hasta el mismo final, se contrasta con descripciones exactas y precisas, con una serie de lugares concretos de Tokio que un lector dispuesto podría ir a recorrer.
«Tokio Blues» está repleta de sexo y muerte. Son dos impulsos simultáneos, que se manifiestan una y otra vez con la misma intensidad. Son dos pulsiones que la novela une indisolublemente, como si estar vivo a cierta edad fuese también vivir hacia la muerte. Murakami nunca ha unido eros y tánatos de la misma forma.
Pero todo eso se cuenta mediado por el punto de vista de un hombre de mediana edad, cuya única manifestación en la historia es la propia Reiko, que cuida de Naoko en el sanatorio, que tiene su edad. La presencia de ese hombre en el avión es ineludible, está ahí de fondo y es lo que dota a la novela de su especial tono agridulce. Ya desde el principio sabemos exactamente cómo termina su historia, independientemente de cómo nos gustaría que terminase. En unas breves páginas nos queda claro que no es un hombre feliz. Toda la potencia literaria de «Tokio blues» deriva de que ofrece y entremezcla ambos puntos de vista.
Y si quieres seguir con Haruki Murakami, tengo un montón de vídeos hablando de sus libros. Aquí te dejo la lista.
Gracias y hasta la próxima.