Rubem Fonseca presenta en «Vastas emociones y pensamientos imperfectos» una novela negra con muchos elementos sociales y políticos.
Rubem Fonseca presenta en «Vastas emociones y pensamientos imperfectos» una novela negra con muchos elementos sociales y políticos.
La publica Txalaparta.
En mi canal de YouTube recomiendo lecturas que me gustan y que creo que podrían interesar a otros. Si quieres saber cuáles son, suscríbete.
Después del vídeo tienes la transcripción del contenido.
TRANSCRIPCIÓN
Hola. Una trepidante aventura. Desde el carnaval de Río hasta París, pasando por Berlín oriental. Joyas perdidas, un tesoro sin precio, un manuscrito extraviado. Peripecias cinematográficas y obsesiones mortales durante los años de la Perestroika. Es «Vastas emociones y pensamientos imperfectos» de Rubem Fonseca.
La publica Txalaparta con traducción de Mario Merlino.
Vamos, es el carnaval de Río.
«Vastas emociones y pensamientos imperfectos» es una de esas muestras de novela negra prácticamente perfecta. Q ue plantea su misterio en las primeras 50 páginas y lo resuelve magistralmente en las últimas. Pero como toda novela negra que se precie, viene acompañada de un complejo comentario social, un conjunto de personajes fascinantes y una interesante relación metafórica entre la trama y los temas de la novela.
No conocía de nada a Rubem Fonseca. La gran ventaja de un canal sobre libros es que te llegan este tipo de cosas que resultan ser agradables sorpresas. Por lo que se cuenta en la Wikipedia, Fonseca no solo es un autor brasileño más que reconocido por su calidad, sino que además estudió Derecho y fue policía, por lo que conoce la miseria humana muy de cerca.
Pero antes de seguir… gracias a Txalaparta por enviarme un ejemplar para reseñar. Eso sí, como digo siempre, el libro es de la editorial, pero las opiniones y comentarios son exclusivamente míos.
El protagonista de «Vastas emociones y pensamientos imperfectos» es un director de cine brasileño sin mucha suerte. Ahora mismo malvive produciendo películas publicitarias para la iglesia de su hermano, un predicador con muchos seguidores y que aspira al poder político. También padece un trastorno del equilibrio que él llama pseudosíndrome de Ménière. Huraño y mujeriego empedernido, prefiere el sexo a tener que hablar.
Cuando lo encontramos se está mudando, tras la muerte de su pareja, Ruth, en circunstancias inicialmente misteriosas para el lector. Y así mudándose, una bailarina de carnaval llama a su puerta. La persiguen y en el apartamento deja una caja con gemas. Poco después, es asesinada.
De pronto, el protagonista se encuentra perseguido por unos traficantes que quieren las piedras de vuelta. Simultáneamente, le ofrecen ir a Alemania para rodar una película basada en los cuentos de «Caballería roja», de Isaak Bábel.
¿Debería ir a Alemania y aprovechar para escapar? ¿Debería vender las gemas a ese amigo joyero y producir él mismo la película conservando todo el control? ¿Qué opina de eso su joven amante ocasional Liliana, que también era amiga de Ruth?
«Vastas emociones y pensamientos imperfectos» es una definición, bastante hermosa, de los sueños que da título a la novela y que el protagonista, que irónicamente no sueña en imágenes, comenta en un momento determinado. También es, por supuesto, una perfecta definición del cine y, por extensión de la vida, y sirve también como bastante buena guía de esta novela.
Porque verás, si hay un tema que esta novela examina obsesivamente… la obsesión… ¿obsesivamente la obsesión?… Los sueños persistentes y también con qué facilidad esos sueños se pueden convertir en pesadillas. Todos los hombres acaban sufriendo algún tipo de obsesión absorbente que les consume e incluso puede llegar a ser mortal. Las mujeres, con la maravillosamente fluida Liliana a la cabeza, parecen inmunes.
Nuestro director va obsesionándose poco a poco con Isaak Bábel, mientras escribe el guion de la película, con la ayuda de los eruditos comentarios de su amigo Boris Gurian, experto en Bábel. Y ya te imaginas cómo se ponen cuando cabe la posibilidad de que el manuscrito final de Bábel no se hubiese perdido…
Así es como nos encontramos visitando el mundo de los extravagantes disfraces de carnaval investigando la muerte de la bailarina, como nos informamos de la compleja relación de Bábel con la situación política de su país y como viajamos a la Alemania del este en los últimos días de la Perestroika. Rubem Fonseca no vacila en emplear cada elemento para comentar el otro, hablando del poder político en el contexto de una obsesión más.
Un aspecto que me encanta de esta novela es que está al mismo límite de volverse meta, lo de referirse a sí misma. Está claro en el análisis que Gurian y el director realizan de la obra de Bábel. Eso permite al autor hablar de la relación entre el arte y el poder, lo que se supone que debe hacer el artista enfrentado a situaciones que no son las mejores. ¿Debe el artista hacer películas promocionales para una iglesia evangélica en la que no cree? ¿Es legítimo vender gemas robadas y manchadas de sangre para hacer la película que tú quieres?
Pero el comentario es mucho más evidente en la profesión del protagonista. Director de cine que ha visto todas las películas, conoce perfectamente los mecanismos del género negro y sale de muchas situaciones porque… bien, en cierta forma porque ya “ha leído el guion”. Es francamente una forma muy ingeniosa de comentar los tópicos de la novela negra con una ligera capa de separación en medio.
La verdad es que Rubem Fonseca logra combinar toda una serie de elementos que parecen totalmente dispares y que sin embargo funcionan. Detalles casuales acaban teniendo una importancia temática enorme. Por ejemplo, se come mucho en esta novela. Los personajes continuamente paran en algún restaurante u otro, o directamente piensan en comer. El sustento es un elemento llamativo. Pues…
¿Sabes qué? Podría seguir. Podría seguir hablándote de las relaciones sexuales en «Vastas emociones y pensamientos imperfectos», o de la impresionante escena del paso casi fantasmagórico de una Alemania a la otra. Como las gemas que figuran en el centro de la trama, esta novela tiene muchas facetas que se podrían pulir y pulir. Pero en realidad no importa nada.
Una buena novela es algo más que la suma de sus partes. El todo tiene que sugerir más que cada uno de sus elementos. Y una gran novela se contradice un poco a sí misma. Por eso leemos literatura…
Y sin cambiar de editorial, te dejo aquí el vídeo que dediqué a «Seis grados de libertad», de Nicolas Dickner, otra extraordinaria novela que trata de la confusa multiplicidad del presente. Nos vemos allí.
La publica Txalaparta.
En mi canal de YouTube recomiendo lecturas que me gustan y que creo que podrían interesar a otros. Si quieres saber cuáles son, suscríbete.
Después del vídeo tienes la transcripción del contenido.
TRANSCRIPCIÓN
Hola. Una trepidante aventura. Desde el carnaval de Río hasta París, pasando por Berlín oriental. Joyas perdidas, un tesoro sin precio, un manuscrito extraviado. Peripecias cinematográficas y obsesiones mortales durante los años de la Perestroika. Es «Vastas emociones y pensamientos imperfectos» de Rubem Fonseca.
La publica Txalaparta con traducción de Mario Merlino.
Vamos, es el carnaval de Río.
«Vastas emociones y pensamientos imperfectos» es una de esas muestras de novela negra prácticamente perfecta. Q ue plantea su misterio en las primeras 50 páginas y lo resuelve magistralmente en las últimas. Pero como toda novela negra que se precie, viene acompañada de un complejo comentario social, un conjunto de personajes fascinantes y una interesante relación metafórica entre la trama y los temas de la novela.
No conocía de nada a Rubem Fonseca. La gran ventaja de un canal sobre libros es que te llegan este tipo de cosas que resultan ser agradables sorpresas. Por lo que se cuenta en la Wikipedia, Fonseca no solo es un autor brasileño más que reconocido por su calidad, sino que además estudió Derecho y fue policía, por lo que conoce la miseria humana muy de cerca.
Pero antes de seguir… gracias a Txalaparta por enviarme un ejemplar para reseñar. Eso sí, como digo siempre, el libro es de la editorial, pero las opiniones y comentarios son exclusivamente míos.
El protagonista de «Vastas emociones y pensamientos imperfectos» es un director de cine brasileño sin mucha suerte. Ahora mismo malvive produciendo películas publicitarias para la iglesia de su hermano, un predicador con muchos seguidores y que aspira al poder político. También padece un trastorno del equilibrio que él llama pseudosíndrome de Ménière. Huraño y mujeriego empedernido, prefiere el sexo a tener que hablar.
Cuando lo encontramos se está mudando, tras la muerte de su pareja, Ruth, en circunstancias inicialmente misteriosas para el lector. Y así mudándose, una bailarina de carnaval llama a su puerta. La persiguen y en el apartamento deja una caja con gemas. Poco después, es asesinada.
De pronto, el protagonista se encuentra perseguido por unos traficantes que quieren las piedras de vuelta. Simultáneamente, le ofrecen ir a Alemania para rodar una película basada en los cuentos de «Caballería roja», de Isaak Bábel.
¿Debería ir a Alemania y aprovechar para escapar? ¿Debería vender las gemas a ese amigo joyero y producir él mismo la película conservando todo el control? ¿Qué opina de eso su joven amante ocasional Liliana, que también era amiga de Ruth?
«Vastas emociones y pensamientos imperfectos» es una definición, bastante hermosa, de los sueños que da título a la novela y que el protagonista, que irónicamente no sueña en imágenes, comenta en un momento determinado. También es, por supuesto, una perfecta definición del cine y, por extensión de la vida, y sirve también como bastante buena guía de esta novela.
Porque verás, si hay un tema que esta novela examina obsesivamente… la obsesión… ¿obsesivamente la obsesión?… Los sueños persistentes y también con qué facilidad esos sueños se pueden convertir en pesadillas. Todos los hombres acaban sufriendo algún tipo de obsesión absorbente que les consume e incluso puede llegar a ser mortal. Las mujeres, con la maravillosamente fluida Liliana a la cabeza, parecen inmunes.
Nuestro director va obsesionándose poco a poco con Isaak Bábel, mientras escribe el guion de la película, con la ayuda de los eruditos comentarios de su amigo Boris Gurian, experto en Bábel. Y ya te imaginas cómo se ponen cuando cabe la posibilidad de que el manuscrito final de Bábel no se hubiese perdido…
Así es como nos encontramos visitando el mundo de los extravagantes disfraces de carnaval investigando la muerte de la bailarina, como nos informamos de la compleja relación de Bábel con la situación política de su país y como viajamos a la Alemania del este en los últimos días de la Perestroika. Rubem Fonseca no vacila en emplear cada elemento para comentar el otro, hablando del poder político en el contexto de una obsesión más.
Un aspecto que me encanta de esta novela es que está al mismo límite de volverse meta, lo de referirse a sí misma. Está claro en el análisis que Gurian y el director realizan de la obra de Bábel. Eso permite al autor hablar de la relación entre el arte y el poder, lo que se supone que debe hacer el artista enfrentado a situaciones que no son las mejores. ¿Debe el artista hacer películas promocionales para una iglesia evangélica en la que no cree? ¿Es legítimo vender gemas robadas y manchadas de sangre para hacer la película que tú quieres?
Pero el comentario es mucho más evidente en la profesión del protagonista. Director de cine que ha visto todas las películas, conoce perfectamente los mecanismos del género negro y sale de muchas situaciones porque… bien, en cierta forma porque ya “ha leído el guion”. Es francamente una forma muy ingeniosa de comentar los tópicos de la novela negra con una ligera capa de separación en medio.
La verdad es que Rubem Fonseca logra combinar toda una serie de elementos que parecen totalmente dispares y que sin embargo funcionan. Detalles casuales acaban teniendo una importancia temática enorme. Por ejemplo, se come mucho en esta novela. Los personajes continuamente paran en algún restaurante u otro, o directamente piensan en comer. El sustento es un elemento llamativo. Pues…
¿Sabes qué? Podría seguir. Podría seguir hablándote de las relaciones sexuales en «Vastas emociones y pensamientos imperfectos», o de la impresionante escena del paso casi fantasmagórico de una Alemania a la otra. Como las gemas que figuran en el centro de la trama, esta novela tiene muchas facetas que se podrían pulir y pulir. Pero en realidad no importa nada.
Una buena novela es algo más que la suma de sus partes. El todo tiene que sugerir más que cada uno de sus elementos. Y una gran novela se contradice un poco a sí misma. Por eso leemos literatura…
Y sin cambiar de editorial, te dejo aquí el vídeo que dediqué a «Seis grados de libertad», de Nicolas Dickner, otra extraordinaria novela que trata de la confusa multiplicidad del presente. Nos vemos allí.