Cómo usar una toalla de papel

Impresionante:

(vía Daring Fireball)

A Brief History of John Baldessari

Divertido vídeo, narrado por Tom Waits, sobre John Baldessari, uno de esos artistas con una obra absolutamente simpática.

Yo también quiero destacar sus consejos para jóvenes artistas:

  1. Talent is cheap.
  2. You have to be Possessed. Which you can’t will.
  3. Being at the right place at the right time.

(vía Hyperallergic)

¿Qué es el arte?

Buena pregunta.

Kichwateli

Kichwateli (que aparentemente en suajili significa «cabeza de televisión») es un corto de ciencia ficción que viene de Kenia. Una metáfora visual.

Del saber y de la ignorancia

Uno de mis momentos tristes fue comprender que la cultura lejos de ser algo a compartir, a celebrar, a difundir, era en realidad un martillo con el que golpeamos a los demás. Son muchos los elementos que usamos para colocar a los otros en «su lugar» —la ortografía es uno muy habitual—, así que en realidad no es tan extraño. Pero sigue siendo triste que la cultura, sobre la que tantas declaraciones grandilocuentes hacemos, se use de una forma tan contraria a ese espíritu, para reírnos de los demás y para dejar clara nuestra superioridad.

Por ejemplo, hace poco se dio el caso de gente que no sabía que el Titanic había sido un barco de verdad, que se había hundido de verdad. En general se trataba de gente joven que como mucho tenía referencias de una película tan famosa que ha acabado eclipsando el hecho real. Evidentemente, las burlas y las risas fueron generalizadas, en una combinación de «mira que tontos son» y reírse de los jóvenes por el simple hecho de serlo (merecería la pena examinar la tendencia de nuestra sociedad a despreciar a los más jóvenes).

Sin embargo, es un hecho evidente que nadie nace sabiendo, que aprendemos las cosas a medida que nos hacemos mayores. Hay algo que llamamos «cultura general» que está lejos de serlo, porque incluso lo general hay que aprenderlo, que incluso algo que nos parece tan evidente como el hundimiento del Titanic fue algo que alguien nos contó por primera vez. Es más, tan grande es todo lo que desconocemos, que para cada uno de nosotros con seguridad habrá alguien que podría mirarnos con suficiencia y reírse de nuestro desconocimiento de esto o aquello.

Pero el gran Randall Munroe nos dice, en uno de sus geniales cómics, que reírse de los demás no sólo no es lo mejor para ellos, sino que tampoco es lo mejor para nosotros:

Ten Thousand

Primero, porque no te contarán que no saben lo que no saben. Segundo, porque perderás la oportunidad de compartir conocimientos y cultura. En consecuencia, recordemos dos cosas. Primero, hubo una época en la que no sabíamos nada de lo que sabemos ahora y, lo más importante, hay todavía muchas más cosas que no sabemos. Segundo, la cultura y el conocimiento son mejores cuando se comparten, y que podemos pasarlo bien compartiendo y difundiendo.

Actualización: Versión traducida (y adaptada) de la misma tira (gracias a johansolo) en Xkcd en español.

Mil trescientos

Entrevista a Kenneth Goldsmith

Me impresiona la capacidad de Kenneth Goldsmith (el creador de esa gran web Ubu) para decir tantas cosas en menos de siete minutos. Una gran entrevista:

Me quedo con su comentario final: hay que tener claro que la cultura digital es efímera y que es un error dar por supuesto que la web siempre estará ahí.

(vía ./mediateletipos)))))

Primer

Siendo algo que se repite habitualmente, no es menos cierto que la imaginación y las ganas pueden suplir con crecer la falta de dinero. Tal cosa sucede con Primer, una de las más grandes películas de ciencia ficción, brillantemente ejecutado sin apenas presupuesto. Comenzando con un simple planteamiento de viajes en el tiempo, la película va ganando progresivamente en complejidad hasta perderse ella misma en el laberinto que ha creado. Al final, no sólo está confuso el espectador, sino que los propios personajes ya no saben dónde están o quienes son. Un triunfo.

Y aquí está, toda entera:

(vía Kottke.org)

Si la sociedad está cambiando apresuradamente, el idioma le sigue a cierta distancia y el Diccionario se queda aún más retrasado, este último corre el riesgo de convertirse en un tocho anacrónico, inútil y poco interesante.

Quedan dos años para que la institución publique sobre papel su vigésimotercera versión, y los recursos de edición y revisión que proporciona la tecnología harían posible una cirugía reparadora importante y necesaria. Pero para eso hacen falta voluntad y mentalidad, y no tengo claro que la institución ande sobrada de ninguna de esas virtudes; ya saben: “…de poco ánimo y esfuerzo”.

En Libro de Notas: El diccionario anacrónico, androcéntrico, inútil..

Eso.

Yo, Claudio

Thirty-five years on, though, the question is: how does the show hold up? The short answer: splendidly. The slightly longer answer: splendidly, but you know, it’s 35 years old.

This is most apparent in the staid and static staging. Like many BBC programs of the era, I, Claudius was shot on sound stages and looks like it. The sets have an airless sense of flimsy unreality to them, and the color palette is washed out, in part a result of shooting on videotape, not film. Most importantly to young audiences used to Rome and Spartacus, there are no exterior shots; few street scenes and no free-for-all melees. A whole lot of people die, but there isn’t a great deal of fighting to be seen. Crowds are thin on the ground, suggested by offstage sound effects, while burning buildings are indicated by lighting effects and horrified expressions. It all looks rather like a filmed stage play, because that’s more or less what it is.

The good news is that little of this matters. If there were ever a need to argue that excellent dialogue and on-target acting can trump big-budget spectacle, this series could function as Exhibit A. Jacobi and company rattle through Jack Pulman’s excellent screenplay with gleeful energy, and the viewer is taken along for the ride as plots are hatched and carried out, victims are eliminated and power is gained and lost. Claudius himself, crippled and stuttering, is seen by his own family as too simple and unthreatening to be concerned with, which turns out to be his salvation. That, and his brains, which are considerable.

En ‘I, Claudius: 35th Anniversary Edition’ Is a Top-Drawer Re-Release of a Classic.

Tengo un recuerdo de infancia de la serie. Quizá debería volver a verla.

El nuevo Lost

La fiebre por buscar el nuevo Lost, la serie que capture la imaginación de un buen montón de personas durante años. Como era de esperar, la apuesta consiste en imitar aquellos elementos de la serie que parecían ser sus mejores bazas: la compleja mitología o las continuas vueltas de tuerca.

Pero:

Central to the success of both Lost and The X Files was the creation of a compelling, knotty "mythology", a detailed backstory fed to the viewer on a drip-by-drip basis, which allowed for seemingly endless theorising. Post-Lost, mythology became televised drama’s buzz word. Every show required one – the more tortuously complex, the better – a legend that would be teased out over the course of the series or, more likely, left unresolved due to a premature axing. Yet what a lot of the creators of these Lost copyists missed was that Abrams’s show had far more to it than that. For Sepinwall, this is the crucial distinction between the success of Lost and the failure of its clones. "Take all the mysteries and the weird, freaky sci-fi stuff away [from Lost] and you still have a bunch of interesting characters, played by a strong ensemble, with tremendous direction, production values, music etc," he argues. "All the Lost copycats tried to duplicate was the mythology, and while that was certainly part of the appeal, if that’s all there was, nobody would’ve watched. And those shows had incredibly lame, one-dimensional characters running around in a plot no one understood. "

En Why Alcatraz, Rubicon and all the other clones got Lost in translation.

Tiene toda la razón. En el caso de Lost, realmente eran los personajes lo que te hacía volver una semana tras otra (de hecho, se decía que un episodio que consistiese en ver a los personajes desayunando seguiría siendo más interesante que la mayoría de las series de televisión). Incluso cuando los misterios parecían más exasperantes, cuando todo era de lo más confuso, los personajes estaban ahí para servir de punto de referencia. Es más, cuando la serie ampliaba sus misterios, cuando expandía su mitología (cosa que sucedía regularmente en los finales de temporada), lo hacía de tal forma que los personajes seguían estado de forma natural en el centro de todo, de forma que su presencia como razón de ser de la serie siguiese siendo lógica. Hasta en los peores momentos de la serie (la desastrosa quinta temporada, por ejemplo), los guionistas se cuidaban mucho de justificar la atención que se dedicaba a las aventuras de los perdidos.

Y como dice al final del artículo, lo único seguro es que la próxima serie que tenga el impacto de Perdidos será una que no se pueda prever. Una serie que combine elementos de una forma diferente, no una que simplemente imite. Una serie inesperada.

(vía rrey)

Marie Curie

Un divertido vídeo sobre Marie Curie.

Pues sí, no hay superheroina de ficción más cañera que Marie Curie (y la verdad, muy pocos superhéroes). Y ella encima existió de verdad.

(vía GeekMom)

No consigo decidir…

…si es una campaña a favor o en contra de las distracciones al volante.

Imagino que la desconexión entre distintas partes de mi cerebro —o de mi mente (dependiendo del punto de vista de cada uno sobre la cuestión)— quedará demostrada al confesar que llevaba leídas varias páginas de este cómic antes de comprender que no estaba leyendo lo que creía estar leyendo.

Verán, por alguna razón que se me escapa, creía estar leyendo una adaptación al cómic de Nocilla Dream.

Cuando leí Nocilla Dream me pareció un libro estupendo, maravilloso, fresco, emocionante y apasionante. Cuando intenté leer Nocilla Experience sentí justo las emociones contrarias. Todo lo que en el anterior me había parecido estupendo, en Nocilla Experiencia me parecía forzado y aburrido. Enfrentado a la posibilidad de destruir el placer recordado del primer libro, opté por dejar de leer en la página 50 o así.

(Por otra parte, mi buen recuerdo de Nocilla Dream [que ya no sé si es justificado] es tan enorme que sigo teniendo gran interés en leer más cosas de Agustín Fernández Mallo. Disfruté mucho de su Hacedor).

¿Por qué creía estar leyendo una adaptación al cómic de Nocilla Dream? Ni idea. Pero leyendo, leyendo, pronto volví a sentir lo mismo que con el libro, hasta que no me quedó más remedio que concluir que en algún punto me había confundido. Tras revisar atentamente la contraportada, fui consciente de mi error.

No hay mucho más. Como no terminé el libro, sería incapaz de decir si se trata de una buena adaptación o no. Aquellos elementos que sí recuerdo, me parece que funcionan mucho mejor en la adaptación. Por ejemplo, el juego con los colores de las fichas del Parchís. Pero claro, tratándose de una obra gráfica, no me sorprende que los elementos más visuales operen de una forma muy diferente y «mejorada». En lo demás, las historias que se cuentan me siguen pareciendo tan forzadas y poco interesantes como en el libro. Pero al contrario que el libro, creo que Pere Joan dota a su adaptación de un dinamismo que la hace mucho más llevadera y que me permitió terminar la lectura (también estaba atrapado en un avión, por lo que las opciones tampoco eran muchas).

Lo que sí me gustó de veras fue el Epílogo, de dos hombres que se encuentran en el desierto para hablar de una mujer, hija de uno de ellos y esposa del otro. Me pareció un buen retrato de dos personajes. Retrato que me sonó mucho más real (con sus problemas y clichés) que el de todos los anteriores. Quizá porque los personajes anteriores están intentando sobre todo dejar claro su postura ante el mundo y actúan más como conceptos con patas que como personajes (y, también, que yo soy más bien bosón y no entiendo muy bien a los fermiones), mientras que estos dos hombres ya han llegado al punto final y pueden expresar lo que sienten con la libertad de no tener que convertirse en alegorías o metáforas.

Cómics 2011

En vuelo

(vía Richard Wiseman)

Molde de arena

Las personas normales vamos a la playa y como mucho montamos algún gran sistema de irrigación, acompañado de torres con exótica arquitectura que inevitablemente se desmoronan tras el colapso de la civilización agraria que las había levantado. Max Lamb va a la playa y… bueno, ya verán:

Inspired by a childhood spent on the beaches of Cornwall building castles, boats and tunnels in the sand, I decided to return to my favourite beach at Caerhays on the south coast of Cornwall to produce a stool using a primitive form of sand-casting. Molten pewter was poured into a sand mould sculpted directly into the beach by hand, and once cooled the sand was dug away to reveal a pewter stool.

(vía Make)

El papel del artista

El arte cumple, y ha cumplido, muchas funciones. Según Douglas Rushkoff, una de esas funciones es reflexionar sobre las nuevas creaciones tecnológicas, sobre sus implicaciones.

I think the artist, even more than government, has become the one who is doing long-term thinking about what’s happening, what are the implications, what are we doing to ourselves? And they’re some of the only ones, really. An artist’s job is to sit outside what’s happening and reflect back to us where the human is in this. I think it’s a very valuable exercise. It’s just the opposite exercise of what most people probably think it is. It’s not for technologists to realize the visions of artists. It feels much more like it’s for artists to contextualize the visions of technologists.

En Technology, Art, And Why The Future Of Branding Is Nonfiction.

De la distracción al leer

Me recuerda a aquel consejo de Borges de que si un libro no te interesa, déjalo y pasa a otro (o algo a ese efecto). Borges sí que sabía.

En este caso, habla de la supuesta ventaja del Kindle al eliminar distracciones.

One response is to cut yourself off: many users of the Kindle claim to prefer it because of its relative disconnectedness. The Kindle is a single-purpose device: you use it for reading, not for "distraction". But I think this attitude does a disservice to the text: if the book is not enough to hold your attention, then surely it is failing.

En The ebook that forces the reader to pay attention | Books | The Observer.

Sad. Nothing more that sad. Let’s not call it a tragedy; a broken heart is never a tragedy. Only untimely death is a tragedy. And war, which, before we knew it, would be upon us; replace the comic mask with the one whose mouth turns down and close the theatre, because I refuse point-blank to play in tragedy.

En Wise Children, Angela Carter.

Dora Chance cuenta el día de su septuagésimo quinto cumpleaños —que comparte con su hermana gemela Nora— que casualmente es también el día del centésimo cumpleaños de su padre, el gran actor shakesperiano Melchior Hazard. Todo empieza esa mañana, cuando una serie de confluencias cósmicas trae hasta su puerta una invitación para la gran celebración del padre.

El problema es que el padre jamás las reconoció. Hijas de un encuentro breve entre la supuesta madre y el actor joven que iba de camino a la cumbre, fueron criadas por la abuela Chance (que no era biológicamente su abuela). Más tarde, fue el hermano gemelo (no idéntico) de Melchior, Peregrine, el que las reconoció, y las trató, como hijas. Por si eso fuese poco, las pobres ancianas heredaron a la primera mujer de su padre, el biológico, que ahora vive en el sótano ocupando permanentemente una silla de ruedas. Y hay más hermanos, gemelos, rondando por la narración, en una novela que va soltando personajes y revolviendo sus relaciones de una forma tan absolutamente delirante que no puede ser sino un homenaje al gran bardo. Algunos tienen nombre y apellidos. A otros se les identifica sólo por su función o por el personaje que un día interpretaron.

Dora aprovecha para contarnos, mientras las hermanas se preparan para la fiesta, sus extrañas vidas, la gran confusión de sus relaciones familiares (donde tíos, abuelos, hijos y padres no son lo que sus títulos indican), sus años como actrices de variedades, bailando y cantando por el mundo mientras su padre era el rey del teatro serio, las relaciones con los otros hijos (legítimos, pero no) de su padre, la gran oportunidad de saltar a Hollywood con una versión kitsch de El sueño de una noche de verano. Todo aderezado con apariciones y desapariciones, personajes que se esfuman y luego vuelven, muertos que resucitan cuando hacen falta y muchos —muchos— trucos de magia.

Y, sobre todo, con grandes dosis de humor. Porque el libro, que podría ser una tragedia, es en realidad una comedia, donde todo lo improbable sucede y, como en toda buena obra de Shakespeare, sucede justo en el momento adecuado, donde al final todo confluye en una gran fiesta donde todas las tramas se unen, todos los equívocos se resuelven y (casi) todas las máscaras caen. No podría ser de otra forma, porque tal y como nos recuerda la propia Dora, la muerte y la guerra son las verdaderas tragedias, por lo que los altibajos de su vida no lo son tanto y la realidad depende un poco del cristal con el que se mire. Y además ella se niega a actuar en una tragedia.

Este libro pretende que te pierdas. La abundancia de personajes es deliberada, las complicadas relaciones son precisamente su fundamento central. Unos creen ser lo que no son, otros viven en mundos de fantasía creados por ellos mismos. Todos, de una forma u otra, cargan con ilusiones y pesos del pasado, en todos ejemplifican en distinto grado el difícil equilibrio entre la realidad y la ficción, entre el teatro y el mundo. Pero el pasado, donde nos dicen que viven todos los personajes, no se presenta con nostalgia. Es más bien un territorio que Dora describe como un lugar tremendamente irónico (de un personaje dice que «tenía un gran futuro a su espalda») sin embellecerlo. Dora es fiel al lema de su abuela Chance, «Prepárate para lo peor, espera lo mejor». Y a veces, lo mejor llega justo cuando va a cerrarse el telón.

Wise Children fue la última novela de Angela Carter. Divertida, cómica, reflexión sobre la familia (la biológica y la que uno se construye a falta de la biológica), muestra a una autora asombrosamente capaz, con una deslumbrante capacidad para cargar las frases de sentidos, alusiones e ironías. Un libro brillante que es una sucesión rutilante y teatral de giros argumentales, gracia e inteligencia. Una delicia.

[50 libros] 2012

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