En «Uzumaki», Junji Ito ha creado una obra maestra del manga de terror.
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Después del vídeo tienes la transcripción del contenido.
https://youtu.be/VuSelSaf7sE[/embed\]
TRANSCRIPCIÓN
Hola. El terror ante un cuerpo que te traiciona, el terror de una biología sobrenatural, el terror ante una transformación incontrolable. Es «Uzumaki», de Junji Ito.
Lo publica la Editorial Planeta con traducción de Marc Bernabé y Verònica Calafell.
Entremos en el pueblo.
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La historia se inicia en Huruzu, un pequeño pueblecito japonés en la costa. La primera persona con la que nos encontramos es Kirie, una alumna que secundaria que será la protagonista y guía. Tras encontrarse con un extraño remolino, la protagonista da con el padre de su amigo Shûichi. El hombre ni siquiera responde, está en un callejón contemplando fijamente un caracol. Su amigo le confirma que efectivamente era su padre y le propone de inmediato escapar juntos del pueblo porque algo va pasar. Resulta que esta pequeña población pesquera está contaminada por las espirales.
En concreto, el padre de Shûichi, la primera víctima que conocemos, está obsesionado con las espirales. No trabaja, apenas se relaciona, y pasaría el día encerrado contemplando espirales de todo tipo. Pronto su cuerpo se transformará horriblemente, se distorsionará plegándose sobre sí mismo, adoptando el cuerpo humano la forma de espiral. El día de la cremación, el humo que sale de la chimenea también se mueve en espiral.
«Uzumaki» es uno de los cómics que me ha dado miedo. Muchos dicen que es imposible, que un cómic no puede dar miedo porque el lector controla por completo el ritmo de la historia. Puedes pasar la página más despacio, o no pasarla en absoluto.
Tonterías. Eso es pensar que la aparición súbita, que el cine de terror ha perfeccionado hasta el extremo, es la única forma de provocar miedo.
No, al contrario, hay muchas formas de producir terror. Y Junji Ito, como demuestra ampliamente en «Uzumaki», domina varias de ellas. Fue… fue dentista…
El pueblo efectivamente está contaminado por espirales. A medida que la historia progresa comprendemos que hay algo profundo y antiguo que regresa, que la periodicidad en el plano de las espirales es también una repetición en el tiempo.
Hay espirales por todas partes. En la hierba. En los edificios. En el interior de las personas. Junji Ito se divierte dando con espirales en los lugares más inverosímiles, convirtiéndolas en reales y metafóricas a la vez, ocultándolas en el dibujo o haciéndolas totalmente explícitas.
Pronto queda claro que el pueblo está más que sometido a las espirales. No dejan de sucederse hechos horribles. Personas que se transforman en caracoles. Pelos que se desmadran y acaban compitiendo. Amantes anudados. Casas ancestrales que se deforman. Faros encantados. Bebés que aspiran a regresar al útero. O fenómenos atmosféricos provocados por la voz humana.
De hecho, es el propio espacio físico alrededor del pueblo el que se deforma, tornándose en una espiral que te permite entrar, pero no te deja salir. El pueblo entero llega a transformarse en un universo cerrado separado del resto del país.
Sin embargo, todos parecen aceptar esos hechos como si fuesen normales, parte de algo que simplemente sucede. Solo Kirie y algunos personajes más parecen reaccionar con horror. Lo que hace especialmente horrible este cómic es el ambiente general de aceptación.
La protagonista, Kirie, será casi siempre la testigo de todos estos fenómenos, ya sea sufriéndolos directamente o presenciándolos en persona. Ella será siempre nuestro punto de referencia a medida que la situación el pueblo va deteriorándose.
Lo dicho, llegado cierto momento, quien entra en Hurouzu no vuelve a salir.
Este volumen contiene la historia completa, más un epílogo muy gracioso y un capítulo extra llamado “Galaxias”. Ese capítulo extra no aporta nada y desde mi punto de vista la historia termina más que satisfactoriamente en la página 610.
Hay dos aspectos en «Uzumaki».
Está la historia global, lo que le sucede al pueblo entero en sí. Es una historia con tintes lovecraftianos, con entidades antiguas, que bien podrían ser abstractas, más allá de lo humano, que reaparecen periódicamente y exigen su sacrificio. Entes más allá de cualquier comprensión, que tratan a la humanidad como nosotros tratamos a las hormigas, con una indiferencia brutal en el mejor de los casos y con una crueldad desmedida en el peor.
Ese aspecto está bastante bien y el final es una asombrosa combinación agridulce, acompañado del virtuosismo gráfico de Junji Ito. De la misma forma que provoca un verdadero desasosiego cuando muestra destinos colectivos en formas de montones y montones de cuerpos deformes.
Pero lo que realmente convierte a «Uzumaki» en una historia genial es cuando se vuelve intimista y personal, cuando contemplamos, por los ojos de nuestra protagonista, un horror individual, el irónico y desmedido castigo por una falta trivial. Cuando contemplamos destrucciones físicas que para nosotros son claramente inmerecidas. Y cuando esas deformaciones, esas alteraciones desconcertantes y repugnantes del cuerpo son simultáneamente metafóricas.
Como cuando las rivalidades de instituto, la necesidad de ser más popular, se manifiesta como una batalla entre peinados barrocos que cobran vida propia y exigen su atención. O, siguiendo con la escuela, cuando la suerte de acosado y acosador se une en un destino común. En «Uzumaki», la pereza te transforma en caracol, la ira te une a la violencia de tu víctima, la lujuria te convierte en una monstruosidad terrorífica.
Junji Ito usa además un estilo muy realista, lo que ayuda mucho a provocar la sensación de grotescas deformaciones, a hacerte creer que eso podría pasarte a ti, que «Uzumaki» transmite con tanta genialidad.
Y si quieres seguir con el terror, te propongo «Una cabeza llena de fantasmas», una novela de Paul Tremblay francamente curiosa. Aquí te dejo el vídeo.
Gracias y hasta la próxima.