Es uno de mis libros preferidos de Murakami. Después del terremoto es una recopilación de seis cuentos maravillosos que también sirve como un buen punto de entrada al mundo de Haruki Murakami.
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TRANSCRIPCIÓN:
Después del terremoto, de Haruki Murakami. Una recopilación de seis cuentos maravillosos que tienen como punto común más o menos explícito el terremoto de Kobe de 1995.
Lo publica la editorial Tusquets.
Vamos allá.
Es una obviedad afirmar que la ficción de Murakami, incluso la más realista, transcurre en al menos dos mundo simultáneos.
Está el mundo habitual, donde deviene todo lo que vemos, oímos, lo que percibimos. En ese mundo, todo sucede tal y como debe suceder.
Luego está el mundo de la psique, quizá el inconsciente, quizá algo todavía más ignoto y desconocido. Un sótano profundo. En ese mundo es donde habita el trasfondo común histórico y narrativo de todos nosotros.
Podría pensarse que un mundo es el real y el otro el fantástico. Pero en verdad son dos caras de la misma moneda y simplemente siguen lógicas diferentes. En uno de los mundos, los terremotos se producen por procesos geológicos. En el otro, los terremotos son el resultado de un gusano gigante que vive en el subsuelo.
Ambas verdades, o falsedades, coexisten en la ficción de Murakami.
La característica que une los seis cuentos de Después del terremoto es que se trata de historias individuales. Los protagonistas son personas concretas, que tienen unos problema concretos.
Pero sí, admito que son problemas que van desde ser hijo de un dios a estar enamorado de la mujer de tu mejor amigo. Pero siempre y en cada uno de los casos, esos problemas tienen nombres y apellidos.
Lo que se nos cuenta sucede a pocos días de la tragedia de Kobe. De entre toda la masa anónima, Murakami extrae a seis individuos. Estos seis relatos son todo lo contrario de una estadística.
Se trata, efectivamente, de destacar la absoluta subjetividad de cada uno de los protagonistas.
No se trata de contrastar una enorme tragedia como el terremoto de Kobe con estas historias individuales. Se trata más bien de manifestar que ambas formas de ver el mundo son compatibles y se dan simultáneamente. Hay un momento para las cifras abstractas y un momento para los hechos individuales.
En Después del terremoto, los temblores geológicos se dejan sentir mucho más lejos y en otro lugar. La destrucción altera también el espacio psíquico y mental.
Y esa alteración, la súbita furia de la tierra, abre grietas dejando al descubierto enormes vacíos interiores que los personajes no sabían que tenían.
A veces es indirecto.
Como le sucede a Komura, el protagonista de “Un ovni aterriza en Kushiro”, que se ve de pronto abandonado por su mujer cuando esta se obsesiona con el terremoto. La única razón que le ofrece es «vivir contigo es como vivir con una masa de aire». Lo que parece un diagnóstico acertado. Porque Komura tiene serios problemas para sentir y experimentar la textura del mundo. De todos los personajes del libro, Komura es el que manifiesta la anhedonia fundamental de tantos héroes de Murakami. A Komura, el eco del terremoto le resulta «monocorde y lejano», el café aguado e insípido, tanto le da el frío como el calor. Pero el abandono de su mujer, un súbito viaje a Hokkaido y un encuentro íntimo le impulsan a mirarse a sí mismo.
“Paisaje con plancha” es la historia de Junko, una adolescente fugada de casa. También es una historia de comunión frente al fuego, de la llama como reflejo del mundo interior, de proyección en la hoguera de la playa de ese espacio psíquico. También hay comentarios sutiles sobre el arte y la construcción de nuestra historia vital. Que, por cierto, resulta ser en parte una versión bastante explícita de la estética de Murakami. Hay ecos de la búsqueda del sentido en el tiempo. De lo ancestral y lo eterno como puntos de referencia. Temas que en Junko se combinan con el deseo de ser aceptada y percibida como persona. El vacío interior vuelve a aparecer, pero en este caso es producto de la circunstancias vitales y no una característica intrínseca del personaje.
Junpei, el protagonista de “La torta de miel” es un escritor de cuentos que tiene problemas para organizar su propia vida. Amores y amistades se mezclan en un peculiar triángulo familiar, luego convertido en cuarteto. Murakami muchas veces ha jugado con la idea del doble y este cuento es un buen ejemplo más. En este caso, lo que trastoca el mundo de Junpei son las imágenes de muerte y destrucción, la ineludible realidad de la desaparición final.
En los cuentos “Todos los hijos de Dios bailan” y “Rana salva a Tokio” es donde más explícitamente se manifiesta la vacilación entre los dos mundos que mencionaba antes.
El primero habla de Yoshiya, que en su día abandonó la secta religiosa a la que pertenece su madre. Sin embargo, el alejamiento no es total. Primero por la estrecha relación que mantiene con su madre y porque además esta insiste en que Yoshiya es hijo de su Dios. Un encuentro casual desata una epifanía súbita, una comunión casi mística con la tierra y el pulso fluido y geológico del mundo. El lugar donde se produce y el conjunto de las circunstancias, todo mundano hasta el extremo, no restan valor a la experiencia, sino que la incrementan. ¿Es Yoshiya hijo de un Dios? Hay dos opciones. O puedes responder como quieras. O bien puedes decidir que la pregunta no tiene sentido.
“Rana salva Tokio” es el cuento más gracioso de la recopilación. La deliberada ridiculez de una rana de tamaño humano que busca a un gestor de préstamos, Katagiri, para que le ayude a enfrentarse a Gusano y así salvar a Tokio de la destrucción de un segundo terremoto.
Katagiri es el héroe más anodino que Murakami ha creado jamás. Es como doble y contraste de Rana. Este es un anfibio alto, robusto y con una asombrosa facilidad para citar a los clásicos. ¿Es Katagiri un héroe secreto, un santo destinado a salvar anónimamente al mundo? ¿O se trata de un hombre tan difuso y etero que debe imaginar una rana gigante para sentirse conectado con la realidad? Sí, claro que sí. O no, por supuesto que no.
Las historias de este libro se van abriendo con delicadeza y precisión. Son elegantes análisis de distintas personalidades, cada una de ellas enfrentada a un súbito movimiento tectónico que altera su mundo. Ninguna de las historias concluye realmente.
Es decir, el análisis de lo que sienten los personajes y lo que experimentan está completo, pero los protagonistas acaban frente a un umbral que están a punto de atravesar y que cambiará completamente sus vidas. Cuando nos despedimos de cada uno de ellos, los dejamos justo después del terremoto, pero también justo antes del resto de sus vidas.
La nota final en todos los cuentos es de un enorme optimismo, una amplitud inmensa de posibilidades para todos ellos. Pero no estamos seguros de lo que sucederá a continuación, porque en estos cuentos lo importante es ese momento justo, el ligeramente fuera del tiempo, el atisbar otro mundo, el saber que las cosas pueden ser diferentes y mejores.
Dejo para el final la mejor de las historias, la simplemente titulada “Tailandia”. Siempre mi preferida cada vez que he leído este libro. Es todavía más sutil, más delicada y más armoniosamente melódica que las otras. Trata de Satsuki, una doctora que tras un congreso en Tailandia decide tomarse unas vacaciones. La asiste el enigmático y sabio Nimit, su chofer durante esos días.
Satsuki porta una carga interior que ella inicialmente apenas percibe pero que los ecos del terremoto dejan al descubierto. Al igual que los otros personajes, aspira a deshacerse de su vacío interior. Las conversaciones con Nimit van siendo su guía, en un proceso que se va desarrollando lentamente.
Hay aspectos curiosos en Después del terremoto. El optimismo de las historias. Que los personajes tengan nombre. Que sean absolutamente individuales. Enfrentados a un seísmo psíquico, todos los protagonistas parecen capaces de aceptarse y cambiar sus vidas. Lo conseguirán o no. eso ya es otra cosa. En cada caso, verse a sí mismos con claridad es el triunfo real.
Después del terremoto es una recopilación ideal para empezar a leer a Murakami. Su visión del mundo, la relación entre realidades, su tratamiento de la subjetividad y el yo interior se manifiestan frente al lector con sencillez, esmero y perfección.
Como siempre, si has leído el libro, deja tus comentarios. Y si no lo has leído, ¿piensas hacerlo? ¿Te gusta Murakami? ¿Te animas a empezar por este libro?